1 ...6 7 8 10 11 12 ...21 El segundo fundamento está relacionado con el trabajo con sistemas, fenómenos y comportamientos complejos directamente. Este segundo fundamento implica necesariamente a aquel mencionado más arriba, en tanto involucra la existencia de tiempos plurales, de densidades temporales diferentes. La ciudad es un sistema complejo autoorganizado, cuyas cualidades principales son la adaptación y la emergencia. Estas se despliegan a través de comportamientos, para resolver problemas sin recurrir a una estructura centralizada o jerarquizada descendente. En cambio, se parte de la base, en este caso socio-urbana, donde puede emerger espontáneamente un comportamiento colectivo plausible. Jane Jacobs (1993), teórica del urbanismo, ha estudiado este tema en la formación de los barrios urbanos, en cuanto la hibridación entre orden y anarquía evidencia su comprensión como sistemas emergentes. Estos, ante la falta de un plan predeterminado, operan como una red interconectada que mantiene la vida cotidiana. Steven Johnson (2001), presentó la aplicación del concepto de sistemas emergentes a la realidad de las ciudades y, a su vez, a otros tipos de sistemas que no siguen leyes determinadas, pero se organizan exhibiendo un comportamiento inteligente. La pregunta por las condiciones de posibilidad de lo anterior encuentra sus respuestas en la teoría evolutiva, la neurociencia, la informática y el urbanismo, que lo plantean como una visión alterna de ciudad para el futuro. Como ejemplos concretos de estos enfoques se encuentran los “parques verticales” de Adrian Geuze en Nueva York, y los “paisajes típicos” de Winy Maas, expuesto en el pabellón de Holanda en la Exposición Universal del año 2000 con sede en Hannover 37. Se trata de un sistema o un conjunto de sistemas que puede alcanzar una complejidad creciente dependiendo de su grado de libertad. Este sería el rasgo principal de la complejidad, que lo diferencia del pensamiento sistémico. Ahora bien, un segundo rasgo característico está relacionado con su capacidad para medir y establecer posibilidades plausibles en términos científicos, a partir de sus hallazgos y, especialmente, sobre su avance en términos de aumento de la complejidad. ¿Por qué es deseable que aumente la complejidad en un sistema? Ciertamente porque aumenta su posibilidad de supervivencia. Se puede tomar como ejemplo la existencia de una comunidad: aquellos elementos triviales o poco complejos de las estructuras sociales tienden a no adaptarse y desaparecer. En este sentido, en un sistema social urbano es deseable que se construya un grado de complejidad tal que le impida su obsolescencia temprana (Hernández y Niño, 2010). Este asunto se relaciona de manera directa con la sostenibilidad, permanencia y sobrevivencia de los sistemas que estamos trazando en nuestras ciudades. Pero, en este caso, no se trata de un sistema que se planea, como una decisión política o una norma. En cambio, se trata de un sistema que emerge de manera autónoma. Una red, por ejemplo.
El tercer fundamento corresponde a la emergencia. Se trata de una condición mediante la cual los sistemas verdaderamente complejos emergen, no se producen por la intención o el gesto de alguien que decide, sino específicamente por la posibilidad de las relaciones que se encuentran comprometidas con un determinado suceso. Es el caso de una autoorganización de individuos, habitantes de un barrio, que deciden adecuar la cancha múltiple como espacio de juego y de reunión de la comunidad. Se trata de la emergencia de algo nuevo, algo simple, pero novedoso e increíblemente útil y significativo para la gente que lo vive. Se trata de la emergencia de nuevas ideas y posibilidades. De este modo, la pregunta: ¿cómo es posible que surjan nuevos sistemas sociales urbanos no entrópicos y con posibilidades de crecer y crear?, Se corresponde con la pregunta: ¿cómo pueden mantenerse los sistemas sociales comunitarios existentes? Sobre esta relación hemos profundizado para fortalecer cada vez más las condiciones que permitan que se den ambas posibilidades, en un proceso evolutivo abierto y no determinista, que incluya la emergencia de nuevos sucesos a partir de sistemas sociales existentes. Este reto se relaciona con el concepto de biodiversidad, pero aplicado a la sociedad. Para que un sistema perviva es necesaria su diversidad, su especiación, su adaptación a nuevas condiciones físicas, climáticas, y en especial a la asociación de lo humano y lo no humano. Es decir, se trata de la reunión de la naturaleza y la sociedad en el espacio de las ciudades como continuum que no establezca una oposición con lo rural. En este sentido decimos que la evolución de la naturaleza se corresponde con la evolución de lo social, pero no en una perspectiva causalista, determinista y de progreso, sino, al contrario, en un horizonte de obtención de mayores y mejores posibilidades, las cuales incluyen la permanencia y defensa de las organizaciones comunitarias como sistemas sociales, esto es, de la vida misma, cotidiana. El devenir de las ciudades muestra exactamente cómo ha sido la evolución de la cultura. La invitación es a reformular las comprensiones que hemos construido acerca de la cultura hegemónica, basada en lo establecido por la cultura moderna iniciada en la Edad Media, que se encuentra en un proceso de agotamiento, para girar hacia otra cultura: la de la nueva alianza. Alianza entre naturaleza y sociedad, entre humanos y no-humanos, es decir, entre seres vivos como los animales y las plantas y seres maquínicos, como los robots y las cosas (Prigogine y Stengers, 1990).
El cuarto fundamento tiene que ver con la comprensión de la habitabilidad de los sistemas sociales urbanos en sus condiciones aperiódicas, es decir, impregnadas de un movimiento, no cíclico, repetitivo y periódico. En cambio, se trata de movimientos súbitos, imprevistos, incontrolables e irreversibles. De esta forma, la lectura de la vida en comunidad se hace en términos de sus experiencias no controladas, no planeadas, es decir, en términos de sus características poco estudiadas y difíciles de medir. En las ciencias de la complejidad, este tipo de movimientos son el centro de estudio, aquellos que suscitan mayor interés. Se trata de aquellos sistemas que exhiben condiciones no uniformes e imposibles de describir dentro de las leyes newtonianas de la dinámica clásica, implícita en la producción de leyes físicas generales y determinísticas. En lugar de ello, aquí se trata de patrones singulares para cada uno de los fenómenos, motivo por el cual no es posible generalizar. Ejemplo de ellos son la circulación de peatones, el deterioro de las edificaciones, las organizaciones públicas, el comercio, las formas de habitabilidad de las viviendas, las aglomeraciones urbanas, el entretenimiento en equipamientos urbanos, las maneras de organización de las comunidades, entre otros.
Gracias a lo anterior podemos concluir cómo la gran mayoría de lo que usualmente condensamos en el estudio de la vida de las ciudades son en realidad sistemas complejos adaptativos, aperiódicos y, por lo tanto, pueden leerse mejor como sistemas fuera del equilibrio, es decir, con posibilidades creativas. Así, de la mano de la física de procesos disipativos o de la biología sintética y molecular pueden producirse mediciones y comprensiones incluso lógicas para el lenguaje matemático, acerca de estos entornos artificiales comunitarios. Así, la paradoja del deseo de control de una ciudad por parte de algunas miradas de la planeación se resuelve en términos de una mejor comprensión de su naturaleza a través de entender las organizaciones que hacen sus habitantes, con gran autonomía.
Referencias
Berenstein, P. (2001). The Aesthetics of the Favela: the Case of an Extreme. En J. Fiori y H. Hinsley (eds.), Transforming cities: design in the Favelas of Rio de Janeiro (pp. 28-31). Londres: AA Publications.
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