En 1065, los turcos selyúcidas de las estepas de Asia Central hicieron incursión en Transcaucasia y devastaron el reino bagrátida. Tiflis, que después de siglos de emirato había vuelto a los georgianos, cayó; los turcos rompieron la influencia bizantina en Asia Menor con la victoria de Mantzikert y, dado que Armenia estaba devastada, el reino georgiano se convirtió en el único Estado cristiano en el este. Este período de agitación es reconocido como un trauma en la historia de Georgia, bajo el nombre de Didi Turkoba, «los grandes disturbios turcos». Nómadas turkmenos saquearon el país después del paso de los turcos, destruyendo ciudades y culturas, mientras que los habitantes huyeron masivamente hacia las montañas. El reino se desintegraba mientras que el rey de Kajetia, que finalmente se convirtió en vasallo de los Bagrátidas, se convertía al Islam.
Siglo XII: siglo de oro de la Realeza Georgiana
Entonces aparece una figura mayor de la historia georgiana: el rey David IV (también conocido como David II) Aghmashenebeli, el Reconstructor (1073-1125). Con tan solo 16 años al acceder al trono, se aprovecha del comienzo de las cruzadas que sacude el poder selyúcida para lanzar una serie de ataques contra los turcos; finalmente rechaza pagar el tributo, consigue movilizar a los grandes feudales y anima a los habitantes a regresar de sus refugios montañosos. Consigue una victoria decisiva en Didgori, al oeste de Tiflis, y luego expulsa a los turcos fuera de la ciudad. Así, devuelve de nuevo la capital a Tiflis desde Koutaisi, para luego asentar las bases del reino más poderoso de la región. Soberano ilustrado, estructura la administración, dota al Estado de un cuerpo de leyes, lleva a cabo una política centralizadora; hace construir fortalezas, carreteras y puentes, desarrolla Tiflis. Si la ortodoxia es la religión de Estado, los fieles de otras religiones están protegidos por leyes de tolerancia. Favorece el comercio e invita a los comerciantes armenios a establecerse en las ciudades del país. Hace construir brillantes academias en Guelati y en Ikalto, prueba de su erudición. Además es mecenas, hace construir iglesias y monasterios, financiando escritores y músicos. Representa para Georgia una primera era de oro.
Una vez más en la historia georgiana,las ganancias del padre se pierden con el hijo. Los tres sucesores de David no consiguen conservar las adquisiciones territoriales, luchan entre sí y se enfrentan con los grandes señores. Sin embargo, el país tiene cierta estabilidad interna que permite el desarrollo de una civilización cristiana original. En el ámbito del arte, la arquitectura, la literatura, los georgianos desarrollan técnicas y concepciones propias, reuniendo las influencias de las culturas bizantinas e iraníes así como también su herencia particular.
A finales del siglo XIIsituamos el apogeo de la monarquía georgiana, con la subida al trono de la reina Tamar (1184-1212), la bisnieta de David. Su padre Guiorgui III la incluye en el poder mientras vive para asegurar su sucesión. Cuando éste muere, primero debe derrotar a una revuelta de nobles del oeste de Georgia que se niegan a someterse a su autoridad. En primer lugar, repudió a su primer marido, un príncipe ruso brutal y alcohólico, y luego, con su nuevo esposo David Soslan, un Oseta criado en la corte de Georgia, consigue sofocar la rebelión en 1191. Comienza entonces una época de conquistas y de expansión única en la historia georgiana.
La reina Tamar (reina desde 1184 a 1213)
Figura legendaria de la historia georgiana y en particular, de su «edad dorada», el siglo XII. A pesar de que su poder fue perjudicado desde un principio por los grandes señores, el Darbazi (Consejo) confirmó la legitimidad del poder de la Reina. La política conquistadora de la soberana hizo de Georgia, a finales del siglo XII y a principios del siglo XIII, un poderoso imperio cristiano ortodoxo que incluía en sus fronteras los territorios de la actual Azerbaiyán, Armenia y la orilla meridional del Mar Negro. La reina también participó en la creación del reino de Trebisonda, Estado greco-georgiano.
Estado próspero económicamente, el reino comerciaba con muchos países. La reina Tamar, auténtico icono, era admirada, cantada por los poetas. Se hacían joyas con su efigie, así como cuchillos, bastones de peregrinos… Como símbolo de su autoridad, sus contemporáneos, quienes le entregaron la espada de los reyes, la llamaban «el rey Tamar». Los poetas la describían como muy hermosa, los pretendientes se peleaban ante la Asamblea, que le eligió primero un príncipe ruso, Yuri, más tarde apodado «El Miserable» por su mal comportamiento. Tamar lo repudió dos años después debido a sus vicios y a su embriaguez. Expulsado de Georgia, se embarcó hacia Constantinopla. La razón de estado le imponía un nuevo matrimonio, así que eligió un príncipe osetio descendiente de los Bagrátidas.
Bajo su reinado, los georgianos que vivían en tierra islámica no estaban sujetos a impuestos y los que vivían en Jerusalén tenían más derechos que los demás cristianos (derecho a montar a caballo, a entrar en grupo en la Ciudad Santa…). Las artes georgianas llegaron a su cumbre bajo su reinado, en particular en la epopeya, célebre obra maestra de la literatura georgiana, El Caballero de la Piel de tigre , de Chota Roustavéli.
Siglos XIII-XIV: devastación mongola y declive del reino georgiano
El sucesor de la reina Tamar debía ir a Damieta para reunirse con la IV cruzada, cuando se enteró de que unos jinetes, venidos de las estepas de Asia Central, a lomos de caballos pequeños, entraban en Georgia por el sur devastando el territorio. Tras haberse apoderado de Pekín y de los reinos de Asia Menor, las tropas de Gengis Khan comenzaron sus incursiones en el Cáucaso desde principios del siglo XIII. En 1225, Tiflis fue destruida por el fuego. Los habitantes que se negaron a abjurar la fe cristiana fueron masacrados, y los que no querían profanar la imagen de la Virgen fueron decapitados y arrojados al Kurá. En cinco años, Kartli, Kajetia y Djavakheti fueron destruidas y casi despobladas. Para engañar a los georgianos, los mongoles llevaban la Cruz al principio de la caravana. Meskhetia era la provincia desde donde el rey organizó la resistencia. Georgia occidental, donde la familia real se refugió, sería salvada. En 1238, nueva incursión mongola; en un año, toda Georgia oriental y Armenia habían sido ocupadas. Esta nueva conquista fue acompañada de destrucciones sistemáticas. Una parte de la población encontró refugio en las montañas.
Los mongoles, como acostumbraban, reclutaron a muchos hombres para su ejército. Como anécdota, en el año 1300 se apoderaron de Jerusalén y Damasco, y luego ofrecieron la Ciudad Santa a sus mercenarios georgianos (como agradecimiento por su participación en los combates y por las cualidades guerreras del príncipe Vakhtang). Pero los georgianos la perdieron al año siguiente.
El colosal Estado mongolse fracturó progresivamente en la primera mitad del siglo XIV; la soberanía de la Horde disminuyó, y fue bajo el reinado del rey Jorge V, conocido como «el Brillante» (1314-1346), que Georgia se liberó totalmente de su yugo. Pero las incursiones procedentes de Asia Central no habían terminado ya que, a finales del siglo XIV, después de unificar Mongolia, Timour el Cojo o Tamerlán, empezó a restablecer el imperio de Gengis Khan. Una vez más, los ejércitos descargaron sobre Georgia, Tiflis fue tomada y destruida en 1386 al final del octavo ataque. Algunos historiadores creen que estas destrucciones fueron más desastrosas que las de los ejércitos de Gengis Khan. Ante la negativa del rey Bagrat V a convertirse al Islam, los edificios religiosos fueron destruidos, los sacerdotes y los monjes quemados vivos. Kartli y Kajetia fueron devastadas, el rey Bagrat se convirtió finalmente. Pero mientras Tamerlán luchaba en la India en 1398, el nuevo rey georgiano Jorge VII intentó atacar a sus tropas en Azerbaiyán. El castigo fue terrible: Tamerlán ordenó la destrucción de Kajetia. Los bosques, los viñedos, las casas, las iglesias fueron destruidos. En 1400, las tropas recibieron órdenes de destruir la población y los cultivos. En Kartli, la población también pasó por la espada. En 1403 se ordenó masacrar a todos los cristianos del país (georgianos, griegos, armenios). Tamerlán extendió la masacre a Georgia occidental y destruyó las poblaciones de Imereti. Al abandonar la región, Tamerlán fingió la paz para destruir mejor todos los edificios religiosos que rodeaban a Tiflis. Regresó definitivamente a Samarkand en 1404. Su muerte en 1405 provocó la repartición de su imperio. El rey Jorge VII consiguió expulsar a los últimos mongoles y restablecer la independencia de su reino en ruinas.
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