—Lapis Exilis ya volvió.
Esa era toda la confirmación que recibirían, y parecía ser suficiente. Después de todo, necesitaban al dije para abrir los portales. Con esa idea dándole vueltas en la cabeza, Zoey se llevó una mano al pecho. Parecía que el dije no era algo que pudiese ser guardado y protegido tal y como el santo grial o el arca de la alianza. Era algo que sí o sí debía usarse.
—Suena como si el dije fuese una llave ¿Cómo un guardián de este lugar, tal vez? Dejaron todo menos el dije porque, sin él, no podrían haber salido. Guardaron otras cosas que eran invaluables, aunque el dije, que es también un gran tesoro, es más poderoso que el arca o el grial y no lo podían dejar atrás. ¿No es irónico?
Zack suspiró, siguiéndola con la mirada hasta que ella dejó caer la mano, sin respuestas.
—Es irónico, sí. Quizás es que, los que saben sobre el dije, entienden que posee magia mientras que las otras cosas son solo reliquias. Existe esa posibilidad. Sabemos que nos metimos aquí a buscar un grial que bien puede no existir o bien puede ser una copa común y corriente.
Ella se llevó una mano a la boca y, sin darse cuenta, comenzó a morderse la uña del dedo pulgar. No sabía bien por qué, pero estaba nerviosa. Sentía que tenía algo en la punta de la lengua, un mapa con información y detalles, pero que no podía completarlo porque le faltaban unas pocas fichas.
—La profecía dice que Lapis Exilis es el santo grial de la vida eterna. Tiene que haber un grial, ¿o no? —contestó.
—Pero Cranium no sabe qué hay dentro del arca.
—Sí. Okey, y también es posible que esa arca no sea el arca de la alianza. Pero, si no lo es, ¿qué vamos a hacer luego?
Zackary se mordió el labio inferior y miró brevemente al animal, que seguía parado junto a él.
—Supongo que tratar de encontrar otras pistas. Si Peat no nos puede alcanzar aquí, todavía tenemos tiempo. Y, si hay otros portales, podemos salir por ellos a nuestro mundo y seguir investigando. Lo bueno de este sitio es que estamos solos.
Parecía ser el único plan lógico y válido que tenían, incluso cuando no era un plan B sólido. En eso, Zoey se dio cuenta de que las piedras sueltas del camino alrededor de sus pies estaban agitándose a causa de sus nervios. Parecía que la magia que estaba en su interior se descontrolaba; se le ocurrió que, a pesar de que el viaje no era complicado, al estar allí, después de todo lo que había pasado en los últimos días, su cuerpo y su mente se encontraban bajo un gran estrés.
De pronto, se sintió muy cansada. No solo físicamente, sino de ánimos. Realmente extrañaba a Jessica, extrañaba su casa, su vida normal, el colegio, a sus padres. Haberlo dejado todo y seguir ese ritmo le estaba pasando factura y la idea de no conseguir nada, ni una respuesta, ni una solución, destruía su optimismo.
Miró a Zack con una expresión agotada y contuvo un suspiro, porque no quería ponerse a llorar ni tampoco quería seguir nerviosa. Trató de pararse derecha. Se frotó la cara con las manos para relajarse; había mucho camino por recorrer y todavía no podía rendirse. Ya había sobrevivo a Peat, debía aprovechar la oportunidad que tenía.
—¿Estás bien? —preguntó él, estirándose para tomarle la mano. Su cariño fue lo que, en ese momento, la reconfortó.
—Sí, es solo que estoy muy cansada y me entró miedo de que no podamos lograrlo.
Zack la atrajo a su pecho y la abrazó. La estrujó con delicadeza y la mantuvo allí un largo rato mientras ella trataba, todavía más, de no llorar.
—Sé lo que sientes. Solo tenemos que ser realistas. Tener fe y luchar, pero ser realistas.
—Sé que Peat puede matarnos en cualquier momento —contestó ella, con la cara contra su camiseta—. Pero es que siempre andamos entre las nubes. ¡Nunca tenemos nada claro! Siempre son corazonadas y me gustaría alguna vez tener algo firme en lo cual basarnos.
Él le besó la cabeza y la dejó ir solo cuando ella pareció más recuperada. Cranium se había sentado a verlos, como si estuviese observando una roca más del paisaje sin decir nada, ni siquiera una simple acotación sobre lo que habían charlado.
El bicho no era de los que acotaban, estaban convencidos de ello. Sin embargo, aun así, cuando se separaron y decidieron continuar, volvieron a dirigirse a él.
—Entonces, vinieron de más allá, hicieron este camino y se fueron por otro lado. ¿Tú los seguiste?
Cranium estornudó.
—Yo los seguí desde el reino —explicó, levantándose al notar que reanudarían el viaje—. Me daban huesos.
—¿Y no sabías que habían muerto? —dijo Zack, señalando hacia atrás.
La criatura siguió la línea que apuntaba su dedo.
—Yo fui con los primeros.
Zoey frunció el ceño, a medida que Zack avanzaba cuesta arriba, para comenzar con la siguiente y más alta colina.
—¿Los primeros templarios? ¿Hablas de dos grupos?
—Antes de que se fueran todos, llegaron otros sin huesos, sin regalos. No me dieron nada, nada.
Era evidente que esos templarios fallecidos habían aparecido después, claro, por eso Cranium no sabía ni de sus muertes ni de sus apetitosos restos.
Solo les quedaba pensar en lo que encontrarían en el reino; ya fuera el arca, el grial o alguna solución mágica a sus problemas. Algo que los ayudara a destruir a Peat.
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