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© 2020, Andrea Rodríguez Salas
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Noelia Navarro
Portada
Angel Blue (@Ang3Blue)
Maquetación
María Alejandra Domínguez
Corrección:
Nathalia Tórtora
Primera edición en formato electrónico: Julio 2020
ISBN: 978-84-18013-48-5
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917021970/932720447).
Ann Rodd
«Ducunt volentem fata, nolentem trahunt»
El destino guía a los que están dispuestos
y arrastra a los que no están dispuestos.
Lucius Annaeus Séneca
«Igne natura renovatur integra»
A través del fuego, la naturaleza renace.
«Et lux in tenebris Lucet»
Y la luz brilla en las tinieblas.
Evangelio de San Juan
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo 1
Jessica Hill estaba cansada de quedarse callada y de aguantarse los interrogatorios y los gritos de los adultos. Pero ¿qué podía decir? ¿Que su mejor amiga estaba siendo perseguida por un ser inmortal muy sádico? No. Más allá de que iban a tomarla por loca, no podía exponer a Zoey de esa manera.
Suspiró, exhausta, y mantuvo la mirada en el suelo. Los padres de Zoey no dejaban de gritarle y, aunque ella detestaba la situación, entendía por qué lo hacían. Llevaban horas atormentándola así.
La jaqueca de la chica iba en constante aumento. El oficial intentaba calmar a Helena Scott mientras que la señora Hills exigía a ambos que no le gritaran a su hijita que, después de todo, no tenía la culpa de lo ocurrido. Pero la señora Scott se negaba a bajar la voz, estaba furiosa porque Jessica se rehusaba a decirle por qué su pequeña se había salido del colegio y ahora no aparecía.
—Pero ya te lo ha dicho, Helena.
—¡Zoey nunca se iría! —chilló la mujer.
Jessica se estremeció porque conocía a su mejor amiga tan bien como su madre lo hacía. La señora tenía razón: en situaciones normales, su hija jamás se escaparía.
—Pero lo hizo… —insistió la señora Hills. Aferró el hombro de su hija, pero ni con eso Jessica se sintió más cómoda con la situación.
—¡Ella no lo haría! ¡Y menos con ese muchacho! Con ese… ¡delincuente! —continuó la mamá de Zoey.
Si Jessica no estuviera tan concentrada en serle fiel a su amiga, intentaría decir la verdad.
—¡Mi hija no está mintiendo! —exclamó entonces su propia mamá.
—¡Sí lo está! —Helena Scott casi que escupió al gritar.
—Señoras. —El oficial intentó detener los gritos en vano—. Así no solucionaremos las cosas. Yo hablaré con Jessica a solas esta vez y…
—¡Mi niña no se quedará a solas con nadie! —explotó la señora Hill.
—Con todo respeto, una niña ha desaparecido con un muchacho prófugo, el cual, justamente, fue novio de Jessica.
Con eso, Jessica sí tuvo que intervenir. Ya sabía que el tema saldría a colación, por supuesto: así lo habían planeado junto con Zack y Zoey. Todo tenía que apuntar a Adam para que no pareciese tan extraño.
—Estuvimos juntos por menos de dos semanas —acotó—. Y ya le dije que eso es lo único que sé. Zoey solo dejó ese papel. Cuando me desperté, ella ya no estaba.
—Y es su letra —agregó el oficial, afirmándolo para sí y para la madre de Zoey, que estaba a punto de entrar en coma por la desesperación. El papelito escrito por la chica desaparecida pasaba de mano en mano—. ¿O no lo es, señora Scott? Mírelo de nuevo.
Helena arrugó la nariz, sabiendo que eso era cierto, pero el que respondió fue Francisco Scott.
—Sí, la letra es de mi hija. Pero insistimos en que ella no hubiera hecho algo así —dijo.
—Yo no sé más que eso. —Jessica volvió a bajar la mirada.
—Hablaré con ella a solas —insistió el oficial, suplicando con la mirada a los padres de la menor.
El señor Scott acompañó a su esposa fuera de la oficina y Jessica subió la cabeza para suplicar a su propia madre que cooperara, aunque sabía que no estaba muy dispuesta a moverse.
—Señora Hills —dijo el hombre otra vez, con el tono más duro.
Sin más, la mujer se vio obligada a salir.
Jessica bajó la cabeza otra vez mientras repasaba con prisa la historia que habían armado para cubrir la verdad; reflexionaba sobre cómo la había dicho y qué debía añadir ahora para no estropear las cosas.
El oficial Carlos Mancini, un hombre de mediana edad y aspecto robusto, tomó asiento detrás del escritorio y juntó las manos. Detrás de él, otro oficial, que había permanecido en silencio, se puso a anotar en un papel.
—Jessica —llamó—. Zoey escribió que se iba con Adam Smith. ¿Por qué haría eso?
Ella levantó la mirada y se mostró tan confundida como pudo.
—En verdad no lo sé. Yo tampoco puedo creer que Zoey se fuera con él; en ningún momento vi a Adam cerca de ella como para que eso pasara.
—¿Zoey tenía algo con él?
—Ella y yo hemos peleado por Adam —retrucó ella—, pero no por eso.
Desconcertado, el hombre alzó las cejas.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Zoey no quería que yo saliera con Adam porque sabía él lo hacía para llegar hasta ella a través de mí —respondió la joven.
Una vez más, el oficial se mostró sorprendido. Ella le sostuvo la mirada.
—¿A ella le gustaba?
—Claro que no —dijo Jessica al tiempo que negaba—. Es sabido por sus amigos que Zoey estaba enamorada de Zackary
Collins. Yo misma sé muy bien que ella no podía superar su muerte. Zoey fue quién lo halló, después de todo, ¿sabe?
El hombre movió su cabeza con pesar, tal vez recordando el terrible caso del adolescente que había fallecido en la escuela tiempo atrás. Luego, puso ambas manos sobre la mesa y suspiró.
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