La fogosa pasión leonina que se desprende de un corazón palpitando inquieto necesita de la presencia y permanencia de ese objeto amado para confirmarse. Lo que ocurre en Leo, y en la Casa V que le corresponde, tiene mucho de narcisismo, de necesidad de autorreferencia.
Por otro lado, en Acuario encontramos la capacidad máxima de desapego y distancia. En el peor de los casos, una dificultad manifiesta o un miedo patológico a entablar cualquier compromiso. También, una gran destreza para amar “a distancia”, sea esta física o temporal.
La maestría de esta polaridad, el punto medio de este eje da como resultado algo inusitado. Y plagado de belleza.
Hemos leído o escuchado millones de veces frases como “Si amas a alguien déjalo libre”. Qué liberal y evolucionado que suena!! Pero las miles y miles de personas que han nacido con una matriz vincular ligada a lo escorpiano (la fusión por excelencia), o a lo pisciano (lo indiferenciado, lo que no tiene bordes ni límites), se rascan la cabeza pensando de qué se trata y cómo se hará para llegar a eso.
Una vez más, sea que desde niños esta temática estaba al alcance de nuestras manos, o que las sucesivas visitas de Urano nos fueron acercando a ella, si nuestro Corazón leonino es lo suficiente amplio, noble y leal, podrá ir de a poco deslizándose hacia el centro del Mandala, y percibir como algo cercano la renuncia a esa necesidad de autoafirmación.
Si logramos mermar la ansiedad de nuestros aspectos más drásticos y radicales ligados a una defensa reactiva ante el temor a la perdida de nuestra libertad, podremos tener la certeza de que estamos frente a algo muy bonito, como lo es, ni más ni menos, abrir las puertas para que alguien venga a encender la llama que le de calor a nuestro Corazón.
Cuando llegamos al centro de este vaivén, percibimos como verídico, por ejemplo, que dos personas se amen intensamente a la distancia, sin haberse visto personalmente aún.
VERDADES A MEDIAS
¿Cuántas veces has leído frases como estas? “No busques en otra persona lo que no has podido lograr tú mismo”, “No esperes que una pareja te de lo que tú no tienes”, “Aprende a encontrar en tu interior la compañía que no te llega de afuera”, etc., etc.
Las leo y me pregunto: entonces, la Casa VII de una carta natal, ¿para qué está?
Esa Casa VII es la que nos habla de aquello que “nos complementa”. Si tuviéramos la obligación de hacer todo por nosotros mismos, y desarrollarnos de manera totalmente autónoma, pues no tendría sentido que esta área de vida existiera dentro de un mapa astral.
Comprendo la buena intención que está detrás de esas citas; la idea es que no vayamos por la vida apoyándonos de manera totalmente dependiente en un otro. Pero se prestan a una enorme confusión.
Si soy una persona muy “neptuniana”, con poca estructura y bastante desorganizada, puedo relacionarme, tranquilamente, con alguien que tenga cualidades capricornianas de orden y “pies en la tierra”. Si mi situación económica nunca ha sido muy floreciente, podría atraer a un ser que tenga ya trabajada y desarrollada la cualidad taurina que le facilita el buen manejo de la materia (dinero).
Si soy alguien muy volcado a lo racional y analítico, seguro que no sólo me sentiré atraído, sino que además podré entablar un vínculo de pareja con una persona muy “esotérica”, que ame los mundos simbólicos y “psíquicos”.
Todas las generalizaciones son peligrosas, desde el momento en que cada uno de nosotros somos absolutamente único e irrepetibles. Y es eso precisamente lo que nos muestra nuestra carta natal: nos habla claramente de cuál es nuestra particular impronta energética, de quiénes somos, lo que incluye cuál es nuestra propia y específica forma de vincularnos.
Las relaciones de pareja son el más hermoso, sublime y sagrado espacio para aprender a desarrollar aquello que todavía no hemos podido integrar. Y permitirle a mi compañera, además de todo lo otro que me regala día a día con su presencia, que también sea mi maestra, requiere de mi parte de una humildad mayúscula.
¿EN QUÉ CONSISTE UNA CONSULTA SOBRE LA CARTA NATAL DESDE LA ASTROLOGÍA GENEALÓGICA?
Estaba redactando esta nota cuando una persona me pregunta, por mensaje privado, cómo hacía para ver el árbol genealógico en una Carta Natal. ¿Cómo responder semejante pregunta en un par de líneas?
En mi caso no tengo una fórmula. No hay nada tabulado, nada que se pueda enseñar ni delinear de manera concreta. Son todos los saberes respecto de lo que cada energía representa y significa, los que me van llevando hacia las conclusiones a las que llego. Lo mejor, entonces, es relatarles casos concretos de algunas consultas recientes.
Una mujer me plantea su enorme dificultad para ponerle límites a su hijo de 9 años de edad. Ese niño era indomable, según su relato. Nada ni nadie lo detenía, tan rebelde y auto afirmativo. “¿En dónde está el padre?”, fue mi primer pregunta. “Su padre no existe, es un adolescente incapaz de hacerse cargo de su hijo, al igual que mi propio padre, otro inmaduro crónico”. Bien.
La “inmadurez” de un ser humano está relacionada, entre otras cosas, a su dificultad para aceptar límites, ¿verdad? ¿Y qué principio energético nos habla de esta temática? Saturno, el regente de Capricornio, la figura arquetípica del Padre! Ese niño estaba siendo total y absolutamente fiel a los mandatos de, en este caso, ambas ramas de su clan, no aceptando límite alguno! (Su mapa astral mostraba una hipertrofia ariana, y un muy debilitado Saturno).
Esto que, en un punto, puede parecer de muy simple lectura, es algo que, en mayor o menor medida nos pasa a todos: que nos cueste mucho ver en dónde está el origen del problema, eso que desde afuera parece evidente. La mirada del astrólogo conceptualiza, ordena, y le pone nombre a esa dificultad.
Un hombre de unos 56 años, al que llamaré Ernesto, había empezado, tiempo atrás, a dedicarse a una labor que lo satisfacía con creces, dejando atrás el trabajo en relación de dependencia que ejerció durante décadas, pero no lograba la prosperidad económica que deseaba.
Su matriz natal mostraba a una madre intrusiva, controladora, bastante manipuladora. Sus comentarios sobre ella, así lo confirmaban. Esa madre nunca estuvo de acuerdo con el cambio de rumbo profesional de mi consultante. Victimizándose y culpando a su hijo de sus problemas de salud, producto del disgusto que esa situación le provocaba a ella, según sus palabras.
La energía por excelencia con la que nos dejamos inocular con culpa es la pisciana. Pues bien: en la Revolución Solar de ese año de mi consultante, un gigantesco Neptuno (regente de Piscis), desde la Casa X, la que nos habla de lo profesional, le hacía oposición al Sol de Ernesto, siendo este, durante ese año, el regente de su Casa ll, sus recursos. Estaba clarísimo, al menos para mí, que la mirada internalizada de esa madre omnipresente en sus mensajes culpójenos, era lo que le estaban impidiendo a él desarrollarse de manera próspera en su nuevo emprendimiento laboral.
Ernesto no tenía el permiso de su madre para ser feliz con la profesión que había elegido. Ella lo hacía sentir culpable por esto, y eso era puntualmente lo que él tenía que sanar y liberar. Asintió con una sonrisa, mientras me contaba que su madre, al día de hoy, le sigue preguntando si ya había conseguido trabajo...
En verdad espero, con estos dos ejemplos, haber sido claro a la hora de mostrar lo importante que puede ser un encuentro para la lectura de una Carta Natal como guía respecto a dónde se encuentra el origen de cualquier síntoma, físico o no.
“La Vida nos hiere en donde más lo necesitamos”
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CUANDO LOS ARCANOS NOS MARCAN EL CAMINO
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