«En él vivimos, y nos movemos, y somos» (Hechos 17:28). ¡Qué afirmación tan impactante! Noten que estas palabras no iban dirigidas a una de las iglesias de Dios, ni a un grupo de santos que hubiera alcanzado un plano de elevada espiritualidad, sino a un público pagano, a los que adoraban al «Dios no conocido» y a los que se burlaban cuando oían hablar de la resurrección de los muertos. No obstante, el apóstol Pablo no vaciló en declarar enfáticamente a los filósofos atenienses, a los epicúreos y a los estoicos, que vivían, se movían y tenían su ser en Dios, lo cual no sólo significaba que debían su existencia y preservación a Aquel que hizo el mundo y todo lo que en él hay, sino también que sus mismas acciones estaban bajo la administración y control del Dios de los cielos y la tierra ( cf. Daniel 5:23).
«Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de Jehová es la respuesta de la lengua» (Proverbios 16:1). Observen que esta declaración tiene una aplicación general: se refiere a todo hombre, no simplemente a los creyentes. «El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos » (Proverbios 16:9). Y si Jehová endereza sus pasos, ¿no es prueba de que el hombre está siendo controlado o gobernado por Dios? Asimismo: «Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá » (Proverbios 19:21). Es decir, sea lo que sea lo que el hombre desee o planee, después de todo, es la voluntad de Su Hacedor la que se cumple. Tomen por ejemplo el caso del rico insensato. Se nos dan a conocer los pensamientos de su corazón: «También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate». Tales fueron los «pensamientos» de su corazón, sin embargo «el consejo de Jehová» permaneció. Las resoluciones del hombre rico no sirvieron para nada, pues «Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma» (Lucas 12:17–20).
«Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina » (Proverbios 21:1). ¿Hay algo que pueda ser más explícito? Del corazón «mana la vida» (Proverbios 4:23), «porque cual es su pensamiento en su corazón , tal es él» (Proverbios 23:7). Si el corazón está en manos de Jehová y si Él lo inclina a donde quiere, ¿no está claro entonces que todos los hombres están bajo el control total del Todopoderoso?
Ninguna limitante debemos poner a lo establecido anteriormente. Insistir en que solamente algunos hombres hacen lo que Dios ha determinado es repudiar también otros textos bíblicos igualmente explícitos: «Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo» (Job 23:13). «El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones» (Salmo 33:11). «No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová» (Proverbios 21:30). «Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿ y quién lo impedirá ? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?» (Isaías 14:27). «Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero » (Isaías 46:9–10). No hay la menor ambigüedad en estos pasajes. Afirman, en los términos más inequívocos e incondicionales, la imposibilidad de que el propósito de Jehová no se cumpla.
En vano leemos las Escrituras si no descubrimos que los actos de los hombres, tanto de los malos como de los buenos, están gobernados por Jehová Dios. Nimrod y sus compañeros determinaron erigir la torre de Babel, pero antes de que su obra fuese acabada, Dios frustró sus planes. Dios llamó a Abraham «solo» (Isaías 51:2), pero su parentela lo acompañó cuando dejó Ur de los caldeos. ¿Acaso se frustró la voluntad del Señor? En ninguna manera. Si nosotros atendemos a la narración, nos daremos cuenta de que Taré murió antes de llegar a Canaán (Génesis 11:32); y aunque Lot acompañó a su tío hasta la tierra de la promesa, prontamente se apartó de él, y puso sus tiendas en Sodoma. Jacob era el hijo a quien se había prometido la herencia y aunque Isaac trató de alterar el decreto de Jehová y otorgar la bendición a Esaú, sus esfuerzos quedaron en nada. Esaú juró vengarse de Jacob, pero cuando se encontraron después de la separación, en vez de pelear llenos de odio, se abrazaron con lágrimas de gozo. Los hermanos de José planearon su destrucción, pero sus malos consejos fueron frustrados. Faraón pereció en el Mar Rojo al intentar oponerse a que Israel cumpliera las instrucciones de Jehová. Balac alquiló a Balaam para que maldijese a los israelitas, pero Dios le obligó a bendecirlos. Amán erigió una horca para Mardoqueo, pero fue él quien fue colgado en ella. Jonás resistió la voluntad revelada de Dios, pero ¿en qué pararon sus esfuerzos?
¡Ah, los paganos podrán enfurecerse antes esta idea! «¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas» (Salmo 2:1–3). Pero ¿acaso el gran Dios es perturbado o estorbado por la rebelión de Sus mezquinas criaturas? No, sino que «el que mora en los cielos se reirá ; el Señor se burlará de ellos» (Salmo 2:4). Él está infinitamente por encima de todos y las más grandes confederaciones de los hombres, y los preparativos más vastos y enérgicos para derrotar Su propósito son, a Sus ojos, como un juego de niños. Él mira tan fútiles esfuerzos no solamente sin alarma, sino riéndose de la locura de ellos; trata su impotencia ridiculizándola. Sabe que puede aplastarlos como polillas cuando guste, o consumirlos en un momento con el aliento de Su boca. ¡Ah, qué vanidad es que los «tiestos de la tierra» (Isaías 45:9) luchen contra la gloriosa Majestad del cielo! Tal es nuestro Dios; adórenle.
¡Considera también, la soberanía que Dios ha mostrado en Sus tratos con los hombres! Moisés, quien era torpe de lengua (en vez de Aarón su hermano mayor, quien no lo era), fue el escogido para ordenarle al monarca de Egipto, la liberación de Su pueblo oprimido. Asimismo, Moisés aunque era muy amado, pronunció una palabra arrebatada y fue excluido de Canaán; mientras que Elías, quien murmuró apasionadamente, solamente fue reprendido ligeramente ¡y después de eso llevado al cielo sin gustar la muerte! Uza apenas tocó el arca y fue matado instantáneamente, mientras que los filisteos se la llevaron en su triunfo insultante y no sufrieron daño inmediato. Las muestras de gracia que hubiera llevado al arrepentimiento a la condenada Sodoma, no movieron siquiera a la gran privilegiada Capernaum. Las obras poderosas que hubieran llevado sometido a Tiro y a Sidón, dejaron a las ciudades reprobadas de Galilea, bajo la maldición de un evangelio rechazado. ¿Si dichas muestras de gracia certeramente habrían tenido efecto en los primeros lugares, por qué no fueron dadas allí? ¿Si dichas muestras no iban a resultar en los otros lugares, por qué se dieron ahí? ¡Oh, qué exhibiciones de la soberana voluntad del Altísimo!
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