Obsérvese cómo, a los ojos del autor, el movimiento que caracteriza a la vida celeste es suscitado por el amor. El amor inspira el orden. Dante se lamenta de que en el mundo reine más bien el desorden ( ib ., 46-48). Y Beatriz le advierte: «Comprende lo que te voy a decir si quieres quedar satisfecho y aguza tu ingenio en torno a ello. (…) Este círculo que arrastra consigo todo el otro universo corresponde al círculo en que más se ama y más se sabe (…); y aquí podrás ver la admirable relación que, de más a menos y de mayor a menor, hay en cada cielo con su inteligencia motriz» ( ibid ., 61-62, 70-78).
San Bernardo y la devoción a María
En el Canto 31, el coro de los bienaventurados —«milicia san ta que Cristo hizo esposa por el vínculo de su sangre»— aparece representado en forma de una «cándida rosa» (Canto 31, 1-3). 18Cuando se volvió hacia Beatriz para hacerle unas preguntas, vio que en su lugar se hallaba un anciano de aspecto dulce y alegre, el abad san Bernardo. Le indicó que ella lo había llamado, y ahora se hallaba «en el trono que sus méritos le han deparado» ( ibid ., 64-69).
Dante aprovecha la ocasión para reconocer que a ella le debe cuando ha visto y vivido y, sobre todo, su libertad interior. Y le ruega que conserve en él la magnificencia de sus dones, de modo que su alma, que ella ha sanado, le sea grata cuando se separe del cuerpo ( ibid ., 88-91). Y agrega: «Así oré, y aquella que parecía tan lejana sonrió mirándome, y después se volvió hacia la eterna fuente. Y el santo anciano dijo: “Para que acabes perfectamente tu camino, al que me han conducido tus ruegos y el amor santo, vuela con los ojos por este jardín, pues el mirarlo te preparará la vista para subir hasta el rayo divino. Y la Reina del cielo, a la que amo ardientemente, nos otorgará toda su gracia, porque yo soy su fiel Bernardo» ( ibid ., 91-102).
El santo muestra a Dante el orden en que se hallan los santos en el paraíso y le insta a que se fije en el rostro de María. «Contempla ahora el rostro que a Cristo se asemeje más, pues solo su claridad te puede disponer para ver a Cristo. Y vi llover sobre ella tanta alegría —irradiada por las almas santas, creadas para volar por aquella altura— que nada de lo que había visto antes me produjo tanta admiración ni mostró con Dios tanta semejanza» (Canto 32, 85-87).
Esto le inspiró la siguiente oración: «Virgen madre, (…) eres tan grande y tan poderosa que el que desea una gracia y no recurre a ti quiere que su deseo vuele sin alas. (…) En ti la misericordia, la piedad, la magnificencia se reúnen con toda la bondad que se pueda encontrar en la criatura. Quien, desde el más profundo abismo del universo, ha visto hasta llegar aquí las existencias espirituales una a una te suplica la gracia de poder elevarse con los ojos más arriba, hasta la felicidad suprema. (…) Mira a Beatriz, que con los Bienaventurados junta sus manos secundando mi ruego» (Canto 33, 1-39).
La visión extática de Dante
Su oración fue oída, y Dante pide al Altísimo que le dé luz para transmitir al menos un destello de su gloria a las generaciones futuras, de modo que, al recordar en sus versos algo de lo que le manifestó, adquieran una idea cabal de su grandeza ( ibid ., 67-75). «En sus profundidades vi que se contiene, ligado por el amor en un todo, lo que por el universo está esparcido. (…) Así mi mente, toda en suspenso, miraba fija, inmóvil y atenta, y siempre por el mirar sentíase encendida. Aquella luz causa tal efecto que apartarse de ella para mirar otra cosa no es posible que se consienta jamás, porque el bien, que es objeto de la voluntad, está todo en ella, y fuera de ella es defectuoso lo que allí es perfecto» ( ibid ., 85-105).
Termina el autor su poema con esta confesión:
Aquí desfalleció mi elevada fantasía,
mas ya mi deseo y mi voluntad eran impulsados
—al modo como se hace girar una rueda—
por el amor que mueve el sol y las demás estrellas. 19
La brillantez inefable de las imágenes
La Divina comedia es una obra tanto para leer como para ver y contemplar. Nos deslumbra, sobre todo al final, con series de imágenes llenas de luz y de movimiento. Para motivar la imaginación, nos servirá de gran ayuda contemplar algunas de las innumerables ilustraciones que ha tenido esta obra maestra.
ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS
Catedrático de Universidad y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (España)
1Al recibir el Premio Erasmo, que ratificó dicha proclamación, Guardini pronunció una memorable conferencia sobre el tema Europa, realidad y tarea , muy digna de ser meditada en la situación actual. Fue incluida en la obra Preocupación por el hombre , Cristiandad, Madrid 1965. Versión original: Sorge um den Menschen I , M. Grünewald, Maguncia 21988.
2Cf. Wahrheit des Denkens und Wahrheit des Tuns. Notizen , Schöning, Paderborn 1985.
3Esta idea integral —no solo intelectual— de la verdad la expongo ampliamente en la obra La mirada profunda y el silencio de Dios (Editorial Universidad Francisco de Vitoria, Madrid 2019), pp. 131, 318, 322, 327-328, 336.
4Cf. op. cit ., en Obras completas de Dante Alighieri (BAC, Madrid 1956), pp. 653-697.
5El sentido preciso de estos términos lo expongo en la obra Cómo formarse en ética a través de la literatura (Rialp, Madrid 32008), p. 27 ss.
6Este paréntesis es mío.
7Cf. Vida Nueva, en Obras completas de Dante Alighieri (BAC, Madrid 1956), p. 657, cap. II. Puede verse un pasaje análogo en la p. 682, cap. 39.
8Cf. op. cit., pp. 682-683.
9Cf. op. cit., p. 695, cap. 42.
10En el lenguaje propio del método formativo lúdico-relacional que he elaborado, diría que estamos en el nivel 3, el de los valores, que actúan de un modo «supraactual» (Cf. Descubrir la grandeza de la vida , Desclée de Brouwer, Bilbao 2010). Los valores inspiran toda una suerte de actos valiosos, pero no se agotan al hacerlo. El valor de la belleza inspira las distintas interpretaciones de una obra musical que pueden realizarse al mismo tiempo en diversos lugares, pero luego sigue ahí en plena vigencia, dispuesta a inspirar otras interpretaciones futuras. En la obra La ética o es transfiguración o no es nada, op. cit ., pp. 5-485, explico ampliamente cómo el desarrollo humano depende de diversos fenómenos de transfiguración, que afectan a nuestra actitud en la vida, al lenguaje, a las distintas formas de juego que realizamos, entre las cuales figuran las obras artísticas, sobre todo las musicales.
11Por su honda significación y el eco que suscitó en la historia, causa emoción leer estos versos en su lengua original:
Per me si va ne la cittá dolente ,
Per me si va ne l´eterno dolore ,
Per me si va tra la perduta gente .
(…) Dinanzi a me non fur cose create
Se non eterne, e io eterna duro:
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate
(Canto 3, 1-9).
12En el texto se escribe «venis» (vienes), cuando en el evangelio de san Mateo 21, 9 y en la Liturgia se escribe «venit» (viene) en la frase: «Benedictus qui venit in nomine Domini» (Bendito el que viene en nombre del Señor).
13Muy bella y cortésmente, Dante introduce aquí un verso de la Eneida del gran Virgilio, que hasta ahora le ha servido de guía. En el paraíso, será la bienaventurada Beatriz la que asuma ese altísimo papel.
14Aluden a las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
15Dada la importancia que juegan en la Divina comedia los conceptos de ver, mirar y contemplar, me permito aconsejar al lector que ahonde en el concepto de «mirada profunda» que expongo en la obra El arte de leer creativamente (Stella Maris, Barcelona 2014), pp. 41-77.
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