TAMARA
Carlos Camacho
TAMARA
© 2020, Carlos Camacho
©Primera edición 2020 por Grupo Editorial Portable, un sello de Portable Publishing Group LLC, 30 N Gould St, Ste R, Sheridan, WY 82801, Estados Unidos de América.
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ISBN: 978-1-953540-31-7
Contenido
TAMARA TAMARA Carlos Camacho
Contenido Contenido TAMARA TAMARA Carlos Camacho Contenido Capítulo I Encuentro Capítulo II Tentación Capítulo III Percance Capítulo IV Renovatio – Renovación
Capítulo I
Encuentro
Capítulo II
Tentación
Capítulo III
Percance
Capítulo IV
Renovatio – Renovación
Capítulo I
Encuentro
“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”
Julio Cortázar
Me despierto nuevamente con ese incesante dolor de cabeza que no me deja en paz. No es la primera vez que me sucede, desde hace varios meses cuando abro los ojos el dolor empieza en las mañanas y va desapareciendo conforme pasan los minutos. Lo más extraño es que físicamente me encuentro bien, he tenido consultas con los mejores doctores de la ciudad; no entiendo por qué los estudios que me han realizado muestran que no hay absolutamente nada dañino en mi cuerpo; sin embargo el dolor continúa sin ninguna explicación todos los días cuando abro los ojos, una pesadilla que no tiene fin.
No tengo otra opción más que aprender a vivir con este sufrimiento que sé que nunca me va a dejar en paz. Me encuentro cansado física y mentalmente por esta situación, la angustia parece no tener fin, vivir en agonía de esta manera no tiene sentido, mi vida familiar y de negocios es perfecta, si no fuera por este maldito dolor de cabeza que me acosa todas las mañanas mi vida sería un paraíso sin lugar a dudas.
Después de un par de horas el dolor se había ido lentamente, tenía una impresión de nostalgia por el futuro venidero pero no tenía idea de lo que se trataba. No había tenido este tipo de sensación jamás; era la primera vez que tenía una introspección para poder saber qué era lo que me pasaba, pero con certeza no tenía ni la más remota idea.
Así pasaron un par de horas pero no me sentía completamente animado a salir con mis amigos ya que sabía que no tendríamos ningún tema de conversación interesante; así que decidí ir a un bar cercano a tomar un par de copas para sentirme más relajado, tomé las llaves de mi carro y me dirigí hacia un bar nuevo de la ciudad del que había escuchado muy buenas referencias. Cuando llegué al lugar no había mucha gente y pensé que así estaría por un buen rato, al cabo de dos horas la gente empezó a llegar con afluencia sin mayores contratiempos.
Hacía ya más de siete años que había terminado mi relación amorosa con mi última pareja, su nombre era Mabel, nos habíamos conocido desde muy jóvenes; de vez en cuando pensaba en ella, en lo que haría o con quién estaría pero desde sus infidelidades todo había cambiado y nuestro aparente matrimonio que se iba a celebrar sería el parteaguas de nuestra nueva vida, lo cual nunca sucedió, a pesar de que siempre habíamos planeado nuestra boda porque supuestamente yo era el amor de su vida. Se dice que cada persona que pasa por nuestras vidas sea para bien o para mal se lleva algo de nosotros consigo, sin duda alguna ella se había llevado una gran parte; me sentía feliz por todos los instantes vividos a su lado sabiendo que ambos habíamos disfrutado al máximo a cada momento.
Habían pasado más de tres horas en el bar, no me había percatado de que el tiempo había pasado muy rápido, la botella de whiskey que estaba tomando casi se terminaba. Noté que una mujer absolutamente hermosa había llegado sola, aparentemente sin compañía alguna y claramente no estaba esperando a nadie porque tenía más de una hora bebiendo sola, habíamos cruzado miradas pero ni ella ni yo nos sentíamos seguros de entablar una conversación; había algo inusual en esa mujer, era blanca, voluptuosa, probablemente del este de Europa, mujeres con esas características no se ven todos los días, especialmente en esta parte del mundo.
Sabía perfectamente que debía hablarle porque no iba a encontrarla de nuevo en toda la vida, me causaba curiosidad no solo por su belleza sino por su aparente soledad, así que caminé donde se encontraba, después de preguntarle si podía acompañarla empezamos a platicar. Ella tenía muy buen carácter, sonreía mucho; su personalidad era relajada, realmente me pareció en todos los aspectos una mujer espectacular. Estuvimos platicando durante varias horas, me dijo que se encontraba de vacaciones en la ciudad, que muy probablemente regresaría el próximo año porque le había gustado mucho la arquitectura de la Ciudad de México, las pirámides, los edificios coloniales, la hospitalidad de la gente y sobre todo la comida.
Ella no tenía hijos, así como ningún otro compromiso con algún hombre, lo cual se me hizo bastante inusual y a la vez magnífico: en estos días no se puede encontrar a una mujer sin compromisos amorosos o siendo madre soltera. Parecía ser que habíamos tenido un buen comienzo en nuestra amistad, me dijo que el clima en su país era muy frío casi todo el año, que estaba completamente enamorada del clima de México, le dije que había muchas cosas interesantes que conocer, así como lugares, personas e infinidad de platillos gastronómicos regionales por todo el país. Teníamos una forma de ver las cosas desde el mismo punto de vista; pareciera que fuéramos viejos amigos que nos habíamos reunido una vez más para poder comer, platicar y saber qué era lo que había pasado en nuestras vidas.
Tamara Chyzhova era su nombre, me comentó que anteriormente había estado casada pero su unión amorosa no había sido fructífera. Cuatro años había durado su relación, me comentó todas las dificultades que había atravesado en su matrimonio así como también los buenos momentos. A decir verdad estaba muy contento de saber que su matrimonio no había funcionado y que de no ser por ese inminente fracaso no estuviéramos hablando cara a cara, interiormente sabía que ella se sentía identificada con mi parecer, lo pude ver claramente en sus ojos así como en su sonrisa cada vez que nos mirábamos.
Ya era de noche, no nos habíamos percatado que el tiempo había pasado sin darnos cuenta, salimos de aquel bar y la acompañé al lugar donde se estaba hospedando, me dijo que se quedaría en México unas dos semanas más, acordamos en salir el resto del tiempo que ella estuviera en el país para pasar un buen rato. La verdad es que salimos a muchas partes, la llevé a algunos pueblos mágicos con vistas naturales que ella nunca había visto en su vida, también fuimos a varias playas para que conociera diferentes lugares que eran tan bellos como la ciudad que había venido a conocer.
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