Tamara – ¿Sabes?, cuando era niña recuerdo que siempre mi mamá me levantaba temprano para ir a darle de comer a los animales de la granja donde vivíamos, todos los días a las cuatro de la mañana empezaba mi día, era cansado pero lo hacía con mucha alegría, después de que terminábamos las tareas principales de cada mañana desayunábamos mamá, papá y yo en la mesa del comedor, la granja era un lugar grande. Todo el tiempo había cosas que hacer, lo cual hizo que siempre me mantuviera ocupada y haciendo lo mejor posible, así que tenía actividades sin parar la mayoría del tiempo. Me gustaba el trabajo porque mi mente se mantenía ocupada en todos los quehaceres, a decir verdad era muy buena para tener todo listo a tiempo.
Me encantaba ver los amaneceres, tener los productos que se iban a vender a la plaza en tiempo para que mis padres tuvieran una buena ganancia todas las semanas, era algo que realmente me fascinaba hacer, más porque al final de cada jornada el ver las caras de felicidad de papá y mamá era todo lo que yo quería, en verdad que ellos eran felices y me encantaba ser parte de su felicidad, sabía en el fondo de mi corazón que mis padres me amaban intensamente así como yo a ellos.
Después de las labores del hogar mis amigos iban por mí a casa para ir al centro de la ciudad, centro comercial, cine, así como a otros lugares, esto siempre lo hacíamos con regularidad. Déjame decirte que es algo que atesoro en mi corazón en gran medida, eran momentos en que reíamos, hacíamos bromas, aparte de que platicábamos de cualquier cosa que nos gustaba, o que nos desagradaba.
Fue una etapa llena de buenos recuerdos, se dice que en todas las etapas de vida siempre se va aprendiendo algo nuevo, diferentes experiencias que nos marcan para bien o para mal, nos enriquecemos de ello y al mismo tiempo nos convertimos en alguien que va evolucionando, hasta que finalmente maduramos.
Durante la universidad fue otra experiencia, hubo cosas buenas, cosas malas, como en todo. Había un chico que me gustaba pero la verdad no sé si yo también le gustaba porque siempre que nos veíamos sonreíamos el uno al otro pero nunca me hablaba, pensé que en un principio era tímido pero después de un tiempo no llegaba a entender que era lo qué pasaba realmente, al parecer tenía amigas y amigos como cualquier otra persona pero no llegaba a hablarme ni nada, así que un buen día tomé la iniciativa de hablarle, le pregunté que por qué nunca me había dirigido la palabra si siempre sonreíamos el uno al otro cuando cruzábamos miradas.
Me dijo que le nacía una sonrisa cada que me veía pero que no se atrevía a hablarme porque pensaba que lo rechazaría y no le hablaría más, lo cual era totalmente absurdo, ya que yo le sonreía y por ende había una conexión previa que él no quería notar o aceptar, pero en fin. Salimos por un tiempo solamente, al parecer le daba pena o miedo, no tengo idea cuál sea el sentimiento que tenía cuando estaba conmigo; yo quería a un hombre seguro de sí mismo, con ideas firmes de lo que realmente tenía en mente, objetivos claros en la vida, solo eso y nada más.
Solíamos pelear por casi todo, desde ahí me di cuenta que la relación no iba a ser duradera en lo absoluto. A pesar de que estuvimos casi un año casados, al final de cuentas no llegamos a entendernos como el matrimonio que creíamos haber formado; él solo se concentraba en ver fallas y criticar todo lo que se hacía o no se hacía en pareja, lo cual era bastante molesto; la verdad, al final fue mejor terminar porque de haberme quedado en esa relación no sé qué es lo que hubiese pasado, lo más seguro es que tú y yo no podríamos estar platicando en este momento, eso sí tenlo por seguro.
Esa fue la única relación seria que tuve mientras me encontraba viviendo ahí, por lo general los hombres europeos tienden a ser más calculadores y menos preocupados por los sentimientos de la pareja que otros hombres de otras nacionalidades, ese es mi parecer, pero en fin, me hace feliz la idea de que no me quedé estancada con ese ucraniano, de otra manera hubiese sufrido bastante y no sería tan plena como lo soy aquí contigo.
Karl – Entiendo por todo lo que pasaste y honestamente, qué bueno que todo haya acabado de la mejor manera. Creo que cuando dos personas están destinadas a estar juntas, realmente no hay nada que se interponga en su camino para que los dos estén compartiendo su vida, creo que eso es precisamente lo que nos pasa a nosotros.
Para ser honesto, no creí que existiera una mujer como tú, amor, me refiero a que toda la vida había salido con mujeres que creía eran las indicadas, pensaba que finalmente la búsqueda terminaría después de estar en una relación y otra; pero nunca fue así, por alguna razón siempre terminábamos mal o ellas se apartaban porque simplemente no éramos compatibles en una situación o por cualquier tontería.
Antes que te conociera estuve a punto de casarme con mi ex pareja. A pesar de los problemas y de los altibajos como todos los noviazgos tienen, había muy buena comunicación, nos entendíamos bien la mayoría del tiempo, todo era muy bueno, al final de cuentas lo que importa es estar al pie del cañón o demostrar que vas a estar a su lado toda la vida, aconteció lo que comúnmente pasa en casi todas las relaciones: ella decidió irse con alguien más después de casi siete años, lo cual fue algo muy duro de asimilar en un principio y sobretodo de sanar, nunca es fácil poder perdonar después de una infidelidad, sea hombre o mujer el que lo haga.
Dicen que los problemas y los fracasos no son otra cosa más que oportunidades disfrazadas de mala fortuna, ahora comprendo el pleno significado de esa idea, de no ser así, nunca nos hubiésemos conocido, de eso estoy completamente seguro. No tengo ninguna duda de que realmente eres el amor de mi vida, no te cambiaría por nada ni por nadie, no importa lo que pase de ahora en adelante, no quiero conocer a nadie más, solo saber que estoy contigo es mi realidad, siempre será así.
Ahora que recuerdo, el próximo fin de semana mis padres vendrán a conocerte, también mis amigos estarán ahí, quiero que conozcan a la mujer que ha hecho mi vida un lugar mejor, solo les he comentado que estoy saliendo con alguien, no quise darles ninguna información de más, no quiero arruinarles la fantástica sorpresa ni ver sus caras de asombro cuando te vean por primera vez.
Tamara – No creo que haya ningún problema, presiento que voy a tener una muy buena relación con tus padres así como también con tus amigos, pero no quiero hacerme ideas de nada todavía, lo importante es ser quien soy y que me acepten tal cual, no veo mayor inconveniente.
Karl – Tienes razón, corazón, todos aceptarán que ahora tú estás en mi vida, eres parte importante de mí así como yo de ti, solamente vamos a poner de manifiesto nuestra felicidad, el hecho de tenerte entre mis brazos es razón suficiente para poder decirle a todo el mundo cuánto te amo, respeto y admiro.
{El fin de semana había llegado, Tamara y yo hicimos los arreglos para recibir a todos en la casa, nos tomó algo de tiempo pero al final conseguimos la comida y bebida que se necesitaban para la presentación en sociedad de nuestra relación. Ella se encontraba en el cuarto terminando de vestirse, pasé caminando a su lado, la observé durante unos segundos maquillándose frente al espejo, era como ver un sueño hermoso hecho realidad, sus ojos azules eran lo más precioso de su ser y su sonrisa hacía que mi corazón se derritiera.
En el momento en que Tamara y yo bajamos las escaleras había un silencio total, nadie hizo ruido alguno, el tiempo se detuvo súbitamente, pareciera que cuando bajábamos cada escalón pasaban mil años, estábamos sumamente nerviosos, su mano apretaba muy fuerte la mía. Caminamos un par de metros hacia donde mis amigos y familia se encontraban; por un instante pude ver la cara de asombro que la mayoría de los presentes no podían ocultar, se encontraban perplejos.}
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