Fruto de un viaje por el Mediterráneo entre 1840 y 1841, la condesa Elizabeth Mary Grosvenor publicó en Londres en 1842 la obra Narrative of a Yatch Voyage in the Mediterranean in the Years 1840-41. Desde Málaga realizaron un viaje hasta Granada, describiendo las provisiones para el viaje a su paso por Colmenar.
No sabemos la fecha exacta del viaje de Robert Dundas Murray si bien nos inclinamos a pensar que tuvo lugar en 1846. Desde Granada fue a Gibraltar, pasando por Loja, Antequera y Ronda. Cuando llegó a la Peña de los Enamorados, preguntó a su guía y a otros viajeros el origen de este romántico nombre sin que nadie le pudiese contar la leyenda ni referir ningún incidente conmovedor. Sobre los habitantes de Antequera dice que tienen una reputación de ser “muy mala gente” y que los robos, en todas sus modalidades, así como los secuestros eran la profesión preferida de los hijos de esta tierra, si bien este viajero dice que él relacionaba el nombre de Antequera con románticas historias de amores prohibidos entre doncellas cristianas y valientes guerreros árabes incluidas en la obra de Condé ****11. Describe la Fuente de Piedra y al llegar a Teba refiere episodio en el que Lord James Douglas y otros caballeros escoceses luchan en el bando castellano, mientras Douglas llevaba prendida al cuello una cajita con el corazón embalsamado de Bruce.
Lady Tenison pasó cerca de tres años en España, sobre todo entre Sevilla y Granada. Autora de la obra Castile and Andalucia, publicada en Londres en 1853, nos ofrece una detallada descripción de Antequera y Alameda así como de Teba, Campillos y un importantísimo estudio sobre los Dólmenes de Antequera ****12. Procedente de Granada llegó a Loja y desde allí siguió cabalgando por las Salinas de Antequera y por los robledales de Alameda. Sobre los cortijos de la zona dice que eran guarida de ladrones y bandoleros en tiempos del célebre José María, si bien es consciente de que las cosas habían cambiado, ya que ella viajaba con la única compañía de su marido, al que se refiere a lo largo de toda la obra como Mr. T., y el hombre al que pertenecían los caballos.
Al verano siguiente volvió a Granada, siguió la ruta de Ronda y Antequera, cuya situación le parece muy bonita y donde ofrece una detallada descripción de Teba, Campillos y Antequera, así como un estudio sobre la Cueva de Menga y otros dólmenes de la zona. Se alojaron en la Posada de la Castaña y recomienda que la eviten futuros viajeros. Las habitaciones que parecían limpias estaban llenas de bichos y la comida le pareció aún peor que el alojamiento y, para colmo, no pudieron conseguir ni una gota de un vino que no fuese demasiado malo. Aunque dice que el viajero no encontrará grandes atractivos en Antequera en lo que a alojamiento y buena mesa se refiere, asegura que es un pueblo muy interesante para el que busque antigüedades y paisajes pintorescos. Al igual que Robert Dundas Murray, Lady Tenison comenta la caballeresca conducta y generosidad de Narváez, cantada en los versos de los más célebres poetas de la época. Describe la Iglesia de Santa María, situada en el interior del castillo que domina el pueblo. Como no había guía, fueron complicadas las gestiones que tuvieron que hacer para poder visitar un templo druida del que habían oído hablar y que había despertado su curiosidad. En cuanto al origen del nombre de la Peña de los Enamorados refiere la leyenda como la cuenta el Padre Mariana aunque dice que las gentes de Antequera tienen otra aún más romántica.
John Leycester Adolphus pasó unas vacaciones en España en 1856. Desde Ronda decide ir a Málaga pasando por Campillos y Antequera, ya que su guía le dijo que había una buena corrida, donde toreaban los mejores toreros de Sevilla. Describe Teba, aunque dice que no encuentra nada digno de mención a excepción de un pintoresco pastorcillo utilizando una honda. En Campillos las mujeres de la posada le prepararon un arroz que encontró muy sabroso y apunta que le gustaba la cocina española bastante más que la alemana o la italiana. Durante todo su camino se va refiriendo a la cantidad de cruces levantadas en los lugares donde había ocurrido un asesinato. Llegaron a Antequera bastante tarde, recorrió el pueblo y paseó a la luz de la luna por su bonita alameda. A la mañana siguiente, siguió cabalgando rumbo a Málaga.
Procedente de Granada, donde había permanecido cinco días, llegó a Loja el Reverendo Richard Roberts a principios de diciembre de 1859. Desde allí, siguió camino pasando por Archidona. De este dice que es un pueblo alargado, construido en una ladera muy empinada y pavimentado siguiendo las irregularidades del terreno. Describe las escarpadas rocas que se elevan por encima, a las que compara con el monte Cervino, y dice que producen un efecto sorprendente ya que ellos las veían desde la llanura que hay debajo. Llegaron a Antequera a eso de las nueve de la noche. Se alegró de encontrar una posada relativamente limpia, “casi merecedora del apelativo de Fonda”. Del pueblo dice que es grande y con casi 16.000 almas y con mucho tráfico; de los antequeranos, que son una raza de personas muy agradables. Un gran número de hombres estuvieron más de dos horas merodeando por la posada para hacerles los honores, por lo que dedujo que no corren peligro de dañar su salud por la excesiva dedicación al trabajo y que no están habituados a ver ingleses. Salieron a la mañana siguiente rumbo a Campillos. Antes de llegar les sorprendió un enorme lago salado lleno de aves salvajes. En Teba dice que es el lugar más desértico de todos los que han visto en España. Este viajero, como tantos otros con anterioridad, hace referencia a la historia de Lord James Douglas cuando participó en una refriega durante su asedio. Se sorprende ante la casi completa ausencia de cortijos y ofrece una extensa descripción de las eras y del proceso de trilla. Después de pasar Teba el camino estaba bordeado por flores, que no sólo lo hacían bonito dando color a las áridas sierras de las veredas por las que iban avanzando y perfumando el aire con la más dulce de las fragancias, sino que esto le hizo recordar su lejano hogar allende los mares. Al día siguiente, 8 de octubre, llegaron a Ronda.
El 26 de abril de 1869, Mrs. W.A. Tollemache llegó en tren a Antequera procedente de Córdoba. Desde la estación de Antequera tuvieron que continuar en una diligencia hasta Loja, donde continuaba la línea férrea hasta Granada. Esta viajera ofrece una buena descripción del camino y la forma de viajar entre estos dos pueblos.
Durante el otoño de 1870, viajó por Andalucía Mary Catherine Jackson, autora de la obra World Sketches in the Sweet South, publicada en Londres en 1873, en la que describe sus experiencias en Gibraltar, Andalucía y el norte de Marruecos. Entre Gibraltar y Granada viajó completamente sola, motivo este por lo cual he seleccionado un pasaje que he titulado “Miedo a los ladrones en Archidona”.
En 1873, H. Willis Baxley fue de Granada a Málaga en tren. Autor de la obra Art-remains and Art-realities, Painters, Priests and Princes, publicada en Londres en 1875. Desde Loja tuvo que seguir viaje en diligencia durante una hora hasta la estación móvil de la línea que se va aproximando desde Bobadilla. Desde allí, el tren se va deslizando despacio, y llega en unas dos horas a Bobadilla, pasando por Antequera, donde dice que hace entre tres y cuatro siglos, se extraían restos romanos para utilizarlos en monasterios y otros lugares, y cerca de la que, en el camino a Archidona, se encuentra el romántico lugar conocido como la “Peña de los Enamorados”.
En la primavera de 1883 viajó por España F.H. Deverell. Fruto de este viaje, apareció en Londres en 1884 la obra All round Spain by road and rail, with a short account of a visit to Andorra. Deverell, que ya había viajado por España con anterioridad. Es muy breve la descripción que ofrece de Antequera y Bobadilla. Este autor es consciente de los cambios que se están dando en España y apunta que “España está perdiendo algunos de sus rasgos peculiares: la gloriosa mantilla está desapareciendo, e incluso la magnífica capa; la gente está perdiendo algo de su encanto de sencillez naïve, y por supuesto están abandonando sus costumbres hospitalarias. Aunque una vez finalizado mi viaje tengo que apuntar que yo encontré a la gente, educada, amigable, hospitalaria, fiable y si mi experiencia se puede tomar como ejemplo, diré que la honestidad y la limpieza e incluso la laboriosidad ya son más características de los españoles que la cortesía” ****13.
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