MANUEL PAREJA Y ÓMAR BENÍTEZ
POR TIERRAS Y MARES
Comienzos del Opus Dei en Colombia
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2020 by MANUEL PAREJA Y ÓMAR BENÍTEZ
© 2020 by EDICIONES RIALP, S. A.
Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid
( www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5183-5
ISBN (versión digital): 978-84-321-5184-2
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR MANUEL PAREJA Y ÓMAR BENÍTEZ POR TIERRAS Y MARES Comienzos del Opus Dei en Colombia EDICIONES RIALP MADRID
CRÉDITOS © 2020 by MANUEL PAREJA Y ÓMAR BENÍTEZ © 2020 by EDICIONES RIALP, S. A. Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid ( www.rialp.com ) Realización ePub: produccioneditorial.com ISBN (versión impresa): 978-84-321-5183-5 ISBN (versión digital): 978-84-321-5184-2 No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org ) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
PRÓXIMO DESTINO: COLOMBIA
TAMBIÉN EN COLOMBIA
TEODORO RUIZ JUSUÉ
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EL MOMENTO DE PARTIR
BOGOTÁ
AIRES QUE CORRÍAN POR COLOMBIA
LA LLEGADA DE DON TEODORO
PRIMER ALOJAMIENTO Y PRIMEROS CONTACTOS
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UNA FECHA ESPECIAL
LA PREHISTORIA EN MANIZALES
EL PRESENTE QUE HACÍA SOÑAR
PRIMER ANIVERSARIO
A COMPLETAR LA FAMILIA
TEMA QUE NO DA TREGUA
MÁS MANOS PARA RECOGER LOS FRUTOS
LOS PRIMEROS FRUTOS
UNA MIRADA A LOS PIONEROS
UN PANORAMA PROMETEDOR
UNA EXCURSIÓN MUY ESPERADA
NAVIDADES COMO DIOS MANDA
CONVIVENCIA CAMPESTRE
SE CRECE LA FAMILIA
UN CURSO MUY PROMETEDOR
UN PROYECTO COMÚN
DESEMBARCO Y NUEVA CASA
DE TODO UN POCO
NUEVOS AIRES
PREPARATIVOS PARA LAS MUJERES
NUEVOS AIRES POLÍTICOS
SIGUE LA MARCHA
UNA VISITA MUY GRATA
MEDELLÍN
PRIMER CURSO ANUAL
UNA GRAN NOTICIA
EL DÍA A DÍA
CAMBIO DE CASA
HACIA, EN Y DESDE MOLINOVIEJO
ÚLTIMAS PIEDRAS DE LOS COMIENZOS
EXPEDICIÓN AL RÍO META
SUEÑOS DE EXPANSIÓN
EN TIERRA PAISA
DE NUEVO A LA CARGA
UN VACÍO A LLENAR
SE COMPLETA LA FAMILIA
ARCHIVO FOTOGRÁFICO
AUTORES
PRÓXIMO DESTINO: COLOMBIA
DURANTE SU VIAJE A COLOMBIA EN 1983, el primer sucesor de san Josemaría, el beato Álvaro del Portillo, afirmó que ya en 1939 había oído hablar al fundador de su devoción a Nuestra Señora de Chiquinquirá, Patrona de Colombia, y también referirse con enorme cariño a este país. «Miro el porvenir con mucho optimismo —decía el fundador en 1947—: veo ejércitos de hijos míos de todos los países, de todas las razas, de todas las lenguas Basta con que los primeros hagan lo que puedan —¡con alegría!— por corresponder, obedeciendo cada día con más empeño».
Por esos años, a mediados del siglo XX, el mundo observaba con una tensa expectativa el desarrollo de la llamada Guerra Fría. Tanto la Unión Soviética como Estado Unidos realizaban pruebas atómicas, haciendo explotar bombas y desarrollando tecnología bélica, en un pulso que tenía en vilo al mundo. Mientras tanto, san Josemaría también promovía una guerra, pero diferente, porque —según sus palabras, recogidas en unos apuntes tomados de una de sus meditaciones—, «nosotros estamos combatiendo una hermosísima guerra de amor y de paz: in hoc pulcherrimo caritatis bello! Tratamos de llevar a todos los hombres la caridad de Cristo, sin excepción de lenguas, ni de naciones, ni de circunstancias sociales».
Como siempre, la cabeza del fundador hervía con proyectos apostólicos. No le faltaban iniciativas, pero sí medios materiales, tiempo y gente. Sus planes, aunque realistas y concretos, tenían aspiración universal y metas, por el momento, inasequibles: «El mundo es muy grande —¡y muy pequeño!— y es preciso extender la labor de polo a polo», decía.
De la conciencia de la filiación divina, central en la espiritualidad de la Obra, se desprende el afán apostólico.
Se entiende, por tanto, que la aprobación pontificia recibida en 1950 constituyera, entre otras cosas, un estímulo para la labor en todo el mundo. Esta expansión reflejaba, además, el carisma original que había recibido san Josemaría: el Opus Dei no había nacido para resolver el problema de un país, o de un momento determinado de la historia. Era un mensaje universal, en el tiempo y en el espacio.
El trabajo apostólico, iniciado en la segunda mitad de los años cuarenta en Portugal, Gran Bretaña, Italia, Irlanda y Francia, alcanzaría pronto a otros países europeos. El viaje realizado a América por algunos miembros del Opus Dei en 1948, fue seguido por el comienzo de la labor en México, Estados Unidos, Chile y Argentina.
Eran tiempos de incomprensión, de construcción y de expansión. De incomprensión: la había habido ya en España casi desde los comienzos; de construcción: porque estaban en pleno desarrollo las obras de adecuación de Villa Tevere, la sede central de la Obra en Roma, y del Colegio Romano[1]; y de expansión: porque el afán de san Josemaría por llevar a Cristo a las almas, hasta los últimos rincones del mundo, no daba espera.
Por esos años, considerando cómo la Obra difundía por el mundo el buen olor de Cristo, san Josemaría daba gracias a Dios al oír lo que algunos, sorprendidos de la vitalidad del Opus Dei, decían: ¡Cómo corre la Obra! «No saben —comentaba el fundador— que yo me he esforzado todo lo posible porque no corriera; hemos tirado de las riendas a este caballo joven, para que no se pudiera encabritar»[2]. Por entonces, el Opus Dei, además de estar arraigado en España, estaba comenzando en varios países de Europa y de América.
TAMBIÉN EN COLOMBIA
San Josemaría preparó con su oración, con su sacrificio, pero también con su incansable actividad, el comienzo del trabajo apostólico en Colombia. De este empeño personal son prueba fehaciente las cartas que, dirigidas a diversos eclesiásticos, prepararon el camino a las personas que habrían de empezar la labor apostólica del Opus Dei en este país. Desde febrero de 1951, el fundador mantuvo una correspondencia con algunos sacerdotes colombianos que se habían interesado por el comienzo de la labor del Opus Dei en su país, con la Nunciatura y con el arzobispo de Bogotá monseñor Crisanto Luque. Siempre procuró contar con la conformidad de la autoridad eclesiástica para empezar en un país, en una ciudad, y Colombia no fue una excepción en este modo de obrar.
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