Manuel Fernández Juncos - Antología portorriqueña - Prosa y verso
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Manuel Fernández Juncos
Antología portorriqueña: Prosa y verso
Á LOS NIÑOS
Este libro fué compuesto expresamente para vosotros. Contiene noticias acerca de la vida y méritos de escritores y poetas portorriqueños ya difuntos, y muestras de sus trabajos científicos y literarios.
En general esos trabajos no fueron hechos para niños, y tratan sobre ideas y sentimientos que no se comprenden bien á vuestra edad; pero así y todo debéis leerlos y recordar con respeto los nombres de sus autores. Ellos impulsaron el movimiento político y educativo de esta sociedad en el siglo anterior, y á ellos debe Puerto Rico gran parte de la cultura que actualmente disfruta.
Pensad en el esfuerzo que han tenido que hacer para llegar á la altura de inteligencia y de sabiduría á que llegaron, en una sociedad menos propicia que la de hoy para los estudios, y en lucha con las instituciones nada expansivas del régimen colonial. No tuvieron como vosotros la gran ventaja de la escuela moderna, ni había siquiera, cuando ellos estudiaban, la cuarta parte de las escuelas que tiene hoy Puerto Rico. Y á pesar de todas esas dificultades lograron ilustrar su nombre y honrar á su país, realizando muchos de ellos este milagro con el solo esfuerzo de un resorte oculto que poseen desde niños todos los hombres. Este resorte, con el cual pueden obtenerse victorias admirables y realizarse las más grandes acciones, es la voluntad. Los autores de las obras contenidas en este libro, fueron ante todo hombres de estudio, hombres de acción, hombres de voluntad.
Vosotros podéis llegar á donde llegaron ellos. Quizá podáis subir más todavía; pero, aun cuando alcancéis esta gloria, admirad y respetad siempre á los precursores, que para ser lo que fueron han luchado mucho más que vosotros. Pregonad sus méritos antes de señalar sus deficiencias.
Un sabio historiador ha dicho que las nuevas generaciones parecen más grandes y lucidas, porque están sobre los hombros de las generaciones anteriores. Con esto quiso dar á entender que la cultura social no es obra única de la generación que la posee, sino producto de herencias y de acumulaciones sucesivas.
Más felices vosotros que vuestros antecesores, os halláis en posesión de una cultura adquirida por ellos con grandes dificultades. Éllos os han allanado el camino para nuevas y más espléndidas jornadas, y ahora se os ensancha el horizonte, como invitándoos á continuar en vuestro avance victorioso.
Estudiad con atención los trabajos contenidos en este libro, y tenedlos como señal ó punto de partida para medir los progresos que vayáis realizando.
– "Hasta aquí llegaron nuestros abuelos – diréis; – veremos hasta donde, con mejores medios, logramos llegar nosotros."
Y seguid, niños, seguid adelante, siempre adelante; de modo que cada nuevo día que llegue halle en vosotros un nuevo progreso, una moral más pura, una dirección más acertada y más firme de la voluntad.
Manuel Fernández Juncos.ROMÁN BALDORIOTY DE CASTRO
Entre el grupo de escritores y educadores portorriqueños que dieron impulso y dirección al movimiento intelectual de Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XIX, se distinguió notablemente don Román Baldorioty de Castro, por la extensión y solidez de sus conocimientos, por la nobleza de su carácter, y por sus profundas convicciones de liberal y reformador.
Nació el día 14 de Marzo de 1822, en al caserío de Guaynabo, que perteneció después al distrito municipal de Bayamón. Aunque sus padres no eran ricos, en vista de las buenas disposiciones mentales que el muchacho había demostrado en la escuela primaria, decidieron enviarle á San Juan, para que asistiera á las cátedras del Seminario, y aprovechase á la vez unas lecciones de Química y Física, que daba gratuitamente el Padre Rufo Manuel Fernández. Estudió Román con tan buen éxito, que llegó á ser el discípulo predilecto del Padre Rufo; y cuando este ilustre educador fué enviado á España con cuatro jóvenes portorriqueños, para hacer de ellos cuatro Profesores de Ciencias, que se dedicaran luego á la instrucción de la juventud, uno de los favorecidos fué Baldorioty de Castro.
Estudió en Madrid con verdadero entusiasmo, hasta obtener en la Universidad el título de Licenciado en Ciencias Físico-Matemáticas, y el de Regente de 1ª clase, que equivalía entonces al Doctorado. Luego ingresó en la Escuela Central de Artes y Manufacturas, de París, en donde amplió y dió aplicación, más práctica á sus conocimientos.
Cuando volvió á Puerto Rico, ansioso de comunicar á sus jóvenes paisanos los conocimientos que había adquirido, se encontró con la triste noticia de que el Gobierno había decretado que no se estableciese el Colegio Central, del que Baldorioty de Castro había de ser Profesor. Algunos años más tarde desempeñó una cátedra de Náutica, sostenida por la Junta de Comercio y Fomento, y muchos alumnos de ella fueron excelentes pilotos. Algunos de los que todavía dirigen barcos de navegación trasatlántica ó recorren el mar de las Antillas, cursaron sus estudios técnicos en la cátedra de Baldorioty de Castro.
En 1867 fué nombrado Baldorioty por el gobierno de Puerto Rico, para que le representara en la Exposición Universal de París, celebrada en aquel mismo año, y la Memoria que aquél escribió acerca del magnífico Certamen forma un interesante libro, al cual pertenece el artículo América , inserto en esta Antología.
Elegido diputado por Puerto Rico á las Cortes Constituyentes españolas de 1869, expuso allí con noble entereza las aspiraciones políticas de sus paisanos; abogó briosamente por la abolición de la esclavitud, y cuando se puso á votación la forma de gobierno y la elección del príncipe Amadeo para rey de España, Baldorioty declaró que sus principios políticos, y el convencimiento de que aquella monarquía traería de nuevo la guerra civil, le impedían autorizarla con su voto.
La sinceridad y la energía de sus discursos en defensa de Puerto Rico, llamaron la atención de aquel famoso Congreso, en donde culminaba la elocuencia española. "Es innegable – decía – que Puerto Rico está en plena paz, y que no hay razón para continuar confiscándole sus derechos. Esta confiscación es contraria á la justicia, como lo son siempre las confiscaciones arbitrarias, hechas en nombre de la fuerza. ¡Los pueblos exterminadores no son jamás menos desgraciados que los pueblos exterminados!..
"Puerto Rico tiene hambre y sed de justicia, aunque se mantiene en paz, y aquí reclaman sus representantes, dentro de la legalidad, los derechos de aquel país. Andando el tiempo, si la suerte nos es adversa, si por una fatalidad inconstrastable perdemos la esperanza y continuamos de nuevo bajo la injusta reprobación de 1837, ¡ah! entonces, yo no creo en las ventajas de un pugilato desigual é imposible, pero temo su desgracia, porque los pueblos, como los individuos, cuando pierden el último rayo de luz de la esperanza, ó se degradan ó se suicidan."
Terminada su labor en las Cortes Constituyentes, volvió Baldorioty á su país, con ánimo de dedicarse á la enseñanza. Trató de fundar en Mayagüez una Escuela Filotécnica , aprovechando la expansión que se había dado á las leyes sobre enseñanza, durante el breve período de la República; pero la reacción política que sobrevino en 1874 le impidió poner en práctica su proyecto. Emigró entonces á Santo Domingo, y allí fundó el Colegio Antillano y fué Profesor en el Central.
Algún tiempo después regresó Baldorioty de Castro á Puerto Rico, y aquí se dedicó al periodismo, en defensa de las ideas liberales. Había publicado antes con buen éxito un periódico titulado El Derecho , dedicado á la propagación de la ciencia política, social y económica, y en 1880 empezó una formidable campaña política en La Crónica , de Ponce. Dos años después, como resultado de aquélla, formuló en dicha ciudad las bases del partido autonomista portorriqueño, del cual fué proclamado Presidente.
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