José Luis Borrero González - Operación Códice Áureo

Здесь есть возможность читать онлайн «José Luis Borrero González - Operación Códice Áureo» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Operación Códice Áureo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Operación Códice Áureo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Códice Áureo, manuscrito del siglo XI depositado en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, es una pieza de gran valor histórico, económico (por su caligrafía e iconografía en oro) y sentimental para Felipe II, por ser el regalo de su tía María de Hungría, gobernadora por entonces de los Países Bajos.El rey encarga a D. Benito Arias Montano localizarlo y traerlo a España. A partir de ese momento emergen los personajes Alonso Osorio de la Alameda y Fermín González Escudero, quienes desde sus lugares de nacimiento (Mijas y Baza) viven aventuras, persecuciones, amores y traiciones en su devenir por la Málaga y Sevilla del siglo XVI, donde coinciden con D. Miguel de Cervantes Saavedra, para viajar con los Tercios por el Camino Español desde Italia hacia Flandes.En un entramado de novela histórica, se imbrican aquellos viejos tiempos en una investigación policiaca actual, que apasionará al lector desde el primer renglón, hasta el inesperado desenlace. Beneficios íntegros destinados a Cruz Roja y Adipa Antequera.

Operación Códice Áureo — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Operación Códice Áureo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Sí, Aurelio, agradezco que trate de consolarme. Son muchos los años que nos conocemos, pero la responsabilidad es solo mía, de nadie más. Esa es una parte de mi trabajo. Por favor, lléveme a la biblioteca.

Las campanas del monasterio anunciaban con cuatro toques la hora. Los nueve guardias civiles —el sargento primero Juan Ramírez, jefe del equipo de Policía Judicial de El Escorial; el cabo primero Perea y los guardias Ríos (fotógrafo), Gustavo, José (técnicos en re­activos), Cristina, Villalobos, Vega y Julio (hábiles interrogadores, conocedores del entorno de la población)—, con puntualidad in­glesa, hacían entrada en el monasterio. El caso lo merecía, así que el sargento no dudó en desplazar al equipo al completo.

Ramírez, uno de los mejores investigadores con que contaba la Guardia Civil de la zona, destacaba por su manera de redactar las diligencias. Su habilidad era innata, lo traía en la sangre, solo que sus ganas de trabajar se circunscribían a las ocasiones en que veía las cosas claras. Sabía retirarse de un asunto cuando no iba a sacar nada, era sumamente práctico, no perdía el tiempo e iba a lo seguro. Más de uno del Cuerpo lo seguía en esa forma de pensar. Hábil interro­gador, sus preguntas, cuando convenía, eran claras y directas; cuando no, sabía cómo conducir hacia donde le interesaba.

El cabo primero Perea había visitado varias veces, acompañado de familiares, el monasterio de El Escorial y, cómo no, la famosa bi­blioteca. La sala era una especie de nave, un gran barco cargado de libros y belleza. Se sabía de memoria sus características. Sus dimen­siones impresionaban a cualquiera: cincuenta metros de fondo por nueve de ancho y diez de alto. Decorada con pinturas al fresco. Ima­ginaba que el Paraíso, si existía, debía estar ornamentado al menos de esa forma, simplemente preciosa. De la misma manera la veían sus paisanos, por los comentarios que hacían cuando la visitaban. Nadie se cansaba de dispensar elogios a las pinturas del techo, de los laterales... Era una constante en las visitas al monasterio, no en balde había nacido a escasos ocho kilómetros del monasterio.

Ellos, como profesionales de la indagación, tenían una vez más la oportunidad de apreciar tanta belleza. Esta vez lo harían solos, todo un privilegio. Se veían obligados a llevar a cabo un trabajo acorde con el lugar.

No hacía falta que exteriorizaran nada, se entendían con la mi­rada. Habían realizado inspecciones oculares de toda índole: de ca­dáveres, de accidentes, de siniestros... Esta iba a ser especial, su trabajo sería evaluado.

El sargento se dirigió a Deolinda:

—¿Cómo es que siguen permitiendo la entrada al público, como si no hubiera pasado nada? Habrán desaparecido huellas o indicios incriminatorios, todo estará contaminado. Nuestro trabajo perderá eficacia, un gran inconveniente.

Deolinda se ruborizó tanto que, sin duda, tuvo que notarlo el sar­gento Ramírez.

—Bueno, hemos limitado y protegido con cinta, impidiendo el acceso al armario estantería donde se encontraba. No hemos tenido en consideración el resto de la sala, no pensamos que fuera impor­tante preservar toda la biblioteca. Tendré que asumir también esa responsabilidad ya que he sido yo quien ha dado la orden de que se haga así, aunque he dejado, para que la barrera no sea rebasada, a dos bedeles. Debe entender que el monasterio es un lugar de visita diaria de cientos de personas; tampoco he querido asumir el escán­dalo que supondría cerrar la sala.

Cortándola y dando por zanjado el asunto, el sargento le dijo:

—Por favor, ordene que el público abandone la sala. No pode­mos trabajar así, hay que efectuar la inspección técnico-policial de manera minuciosa, para tratar de captar el más mínimo detalle —a la vez con la mirada indicaba a José, Cristina Julio, Vega y Villalobos que colaboraran en el desalojo.

Se disculpó con un «Lo siento, nunca nos ha pasado una cosa se­mejante; nadie nos dijo nada», y seguidamente, como si fuera un sar­gento del Ejército, tocó varias veces las palmas para llamar la atención a los bedeles de la sala y darles las correspondientes ins­trucciones para el desalojo.

—Indíqueme dónde se encontraba el objeto. Es un libro, según la denuncia.

Deolinda señaló dónde se encontraba el Códice Áureo. Su estado de ánimo iba bajando a medida que reconocía su error, al permitir el acceso de visitas, pensando que con ello se podría malograr la re­cuperación. Esto le generaba un sentimiento de culpa como nunca antes había tenido, por eso se atrevió a decir: —¿Me necesitan us­tedes para algo más?

—Sí, por favor, quédese, usted no estorba; además, es la persona indicada para darnos la información especializada que no consta en la denuncia —y sin esperar la respuesta continuó—: Según nos in­dica, se encontraba en esta vitrina.

—Sí.

—Ríos, haz fotos de todos los ángulos, con testigos métricos. Luego que te acompañe Cristina y os vais al exterior para comprobar a dónde dan las diferentes ventanas y puertas de la sala.

Mientras tanto, Perea anotaba en su bloc de notas que la sala es­taba dotada con dos cámaras de vigilancia, que captaban casi todos los ángulos, especialmente las vitrinas.

—¿Las imágenes se graban?

—No —respondió Deolinda—, solo permiten la visión del mo­mento. Se ha aprobado un presupuesto para instalar un circuito más moderno, con innumerables prestaciones, entre ellas la que usted ha mencionado. Estas cosas, lamentablemente, en los organismos ofi­ciales suelen ir muy lentas. Tal vez ahora con lo sucedido se den más prisa, pero, como siempre, es tarde.

—Sí, claro, ocurre como siempre, ya es tarde. ¡Pues vaya, eso y no tener nada es lo mismo! No obstante, habrá alguien pendiente de ellas, ¿no? —preguntó Perea.

—Sí, ¡por supuesto! Se ha contratado una empresa que se encarga de la seguridad del edificio, del arco de metales, de socorrer o auxiliar a los bedeles en caso de tener algún problema en las zonas de vigi­lancia. No sé si sabrán que el monasterio pertenece al Patrimonio Nacional y, por tanto, son ellos quienes custodian las dependencias y obras de arte que aquí se exponen, en evitación de actos vandálicos o delictivos sobre ellas, pues no todo el mundo valora las obras de arte. De noche, solo queda la vigilancia privada, situada en puntos de interés. Los vigilantes realizan recorridos cada hora más o menos y acceden con una llave que introducen en esa máquina, donde queda reflejada la hora y el vigilante que hace la ronda. También hay un vigilante que, en todo momento, controla las cámaras.

—¿Y está solo?

—Por regla general, sí; sin embargo, si tiene alguna necesidad, llama por radio y lo relevan. De cualquier manera, quien le puede dar toda la información es el encargado de la seguridad, el señor Pe­ñafiel. ¿Quieren que le pase aviso?

—Sí, por supuesto. Si es tan amable, dígale que a última hora de la tarde se pase por el cuartel, que hay que tomarle declaración. ¿Puede acompañarme alguien hasta el centro de cámaras?

—Cómo no —y se dirigió a un señor mayor de los que custodia­ban los armarios estanterías—. ¡Señor Gutiérrez!, ¿puede acompañar al cabo? —Enseguida respondió, dirigiéndose diligentemente a él: —Sígame.

El sargento le indicó a Gustavo que probara con los reactivos y viera qué podía sacar.

—La llave de la vitrina, ¿quién la tiene?

—Yo —respondió Deolinda—, la guardo colgada del cuello, en una cadena. —¿Puede abrirla?

—Sí, claro.

—No se aprecian señales de forzamiento de la cerradura. ¿Está segura de que lleva consigo la llave en todo momento?

Deolinda se ruborizó de nuevo.

—¡Por favor, si le he afirmado hace un momento que la tengo siempre en mi poder y el lugar donde la llevo!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Operación Códice Áureo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Operación Códice Áureo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Antonio Loarte González - El tesoro de los Padres
José Antonio Loarte González
María José Sorlózano González - Gestión de pedidos y stock. COML0309
María José Sorlózano González
José Luis Borrero González - El tesoro de Sohail
José Luis Borrero González
María José Sorlózano González - Optimización de la cadena logística. COML0210
María José Sorlózano González
María José Sorlózano González - Optimización de la cadena logística. COML0309
María José Sorlózano González
María José Sorlózano González - Optimización de la cadena logística. COML0209
María José Sorlózano González
José Luis Borrero González - Roa, el guerrillero de Antequera
José Luis Borrero González
Luis Alfredo González Monroy - Territorios de conocimiento ancestral
Luis Alfredo González Monroy
Luis Alfredo González Monroy - Currículo intercultural afrocolombiano
Luis Alfredo González Monroy
Отзывы о книге «Operación Códice Áureo»

Обсуждение, отзывы о книге «Operación Códice Áureo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x