Daniel Sánchez Centellas - Pobres conquistadores

Здесь есть возможность читать онлайн «Daniel Sánchez Centellas - Pobres conquistadores» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Pobres conquistadores: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pobres conquistadores»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Como si de una epopeya se tratara, supeditada al modo en que cada pueblo concibe su propia cultura, «Pobres conquistadores» narra las aventuras y desventuras de los hermanos Tuoran, miembros de la tripulación de Eretrin, durante su periplo a lejanas tierras. Una vez allí, el amor, la lealtad y el instinto de supervivencia condicionarán el cumplimiento no solo de su palabra, sino también la de todos aquellos que les acompañan.

Pobres conquistadores — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pobres conquistadores», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—No hace falta decir que esta reunión es secreta y resolveremos un asunto importante en muy poco tiempo. —Miró a sus interlocutores y algunos de ellos llevaban escrito en la cara: «yo no sé de qué va esto». Entonces, expuso lo que se iba a hacer:

—Os introduciré a todos en el tema que nos va a ocupar: nuestra velocidad es buena pero insuficiente y si eso ocurre durante más tiempo llegaremos a los hitos del viaje con retraso, eso significa que las provisiones escasearán en tal caso. —Hizo una parada enfática para que todos asimilasen la importancia de la velocidad y prosiguió—: ¿Qué hace que no vayamos a una velocidad óptima? El sobrepeso. ¿Qué llevamos de sobrepeso? Parte de la carga de los militares. ¿Cuál es la solución? Deshacernos de lo que no sea imprescindible de esa carga. Eso se debe hacer y no hay discusión alguna. Es una orden. Lo que vamos a discutir es cuándo y cómo. —El segundo de abordo, que se llamaba Urtrul Guouran, levantó la mano para exponer su objeción. Alekt le dio la palabra:

—¿Se ha pensado en las consecuencias y represalias?

—Sí, y por eso se retendrá el resto de sus armas, para que no las tomen y precisamente no tomen represalias —respondió con rapidez su oficial. Pero este le replicó:

—Entonces es un motín, y ya nos podremos despedir de volver a Eretrin o a cualquier puerto del imperio. —Alekt no era ignorante ante esa posibilidad pero no quería arriesgarse a perder la corriente que existe antes de la isla Fink, la última antes de repostar en el mar ignoto. Si se demoraban en repostar un solo día entonces nada más que sus propias velas y un tiempo desconocido les llevarían a alguna parte. La alternativa podría ser desde ser arrastrados por una tempestad, caer en la calma chicha en no se sabe dónde o agotar las provisiones dando vueltas. La decisión era prácticamente forzosa y así lo declaró:

—Debemos llevar esta expedición por nosotros mismos si queremos llegar vivos a alguna parte. —Entonces el exesclavo negro, sin pedir palabra, irrumpió en la conversación con todo el sentido común de su pueblo:

—¿Quién nos dice que vayamos a alguna parte? Todos sabemos que nos dirigimos cada vez más al Este y no se sabe nada de allí. El maese Gotert ha hecho bien en traer soldados fuertes porque si de nosotros dependiese, muchos de los marineros levados tomaríamos el barco para volver a la libertad. Maese Alekt, eres comprensivo y bondadoso, eso lo hemos sabido fácilmente, pero estáis loco y nos lleváis a la muerte. Si te confieso esto es porque a alguien que confíe en mí no puedo mentirle ni ocultarle la verdad.

Todos se quedaron de piedra ante las revelaciones de Banala. Y Alekt, aunque dolido, sabía que tenía razón y no iba a perder el tiempo en explicárselo ahora mismo. Veía que lo que tenía que hacer es coger las cosas por la rienda y torcer todo hacia su provecho. Le respondió con justicia pero con energía, y sabiendo cómo eran los siliguchos, terció así con su interlocutor:

—Agradezco tu sinceridad, compañero, pero esto va a seguir su camino. Si he confiado en ti y tú has confiado en mí al decirme esto, que yo sepa, es porque en vuestro pueblo es costumbre que mantengáis cierta lealtad con aquellos que son sinceros. —Con la mirada Alekt le arrancó un asentimiento al hombre de color—. Tú debes y vas a confiar en mí porque mi travesía no es una locura, es un trabajo de muchos años que nos da exactitud a la hora de hacer este viaje. Hoy acatarás mis órdenes y si al final no se cumple lo dicho, harás lo que corresponda. —De nuevo, con los ojos fijados en los suyos, volvió a hacerle asentir—. Por otra parte, y sin ánimo de desconsiderar lo que has dicho, hoy has sido convocado aquí por tu fuerza y tus habilidades y no por tu opinión. —El hombretón no tuvo más que añadir y la conversación prosiguió.

A este y al otro le fueron asignadas diferentes tareas para dar ese golpe de mano. A Trucano le tocó una parte interesante: tenía que llamar a los tres soldados de guardia para engatusarlos en una trampa. Era el único subalterno que conocía la lengua rigani tan bien como la nalausiana. Trucano no hizo otra cosa que asentir. A Nástil se le encomendó despertar a todos los fieles a la familia y a los contratados de confianza. El administrador, que era un strooliano que conocía bien las formas del imperio, no había dicho palabra alguna, pero sin embargo su viscoso sudor iba en aumento hasta resultar al menos peculiar para los reunidos, en realidad su ansiedad iba a más y ya no pudo más, saltando con un grito:

—¡Vamos a morir destripados en cuanto volvamos a Eretrin! Esto es una locura. El emperador jamás admitirá… —Entonces Alekt le puso la mano en la boca para hacerle callar. Y le dijo:

—No pronunciéis la palabra motín, maese Sokert ta Munder, pero a la par, os ruego que nunca más consideréis este plan como una locura. Si no gritáis, explicaré por qué nadie va a ser juzgado ni ejecutado. —Aquel hombre gordo y asustadizo hizo un gesto tranquilo indicando que estaría callado. Entonces al quitarle la mano, Alekt se explicaría—: Como capitán no creo que tuviese que explicar nada a nadie, mis órdenes deberían ser acatadas e incluso a vos debería castigaros por vuestro comportamiento. Pero sabed lo siguiente, que sin embargo es obvio: todos los presentes somos demasiado importantes o imprescindibles para esta expedición. Observad, ¿qué sentido tiene encarcelar en medio de la travesía al capitán, los oficiales, al administrador Sokert ta Munder, al mejor intérprete, al encargado de los mensajes y al que conoce la otra rama de las lenguas del mundo conocido además de ser el hombre más fuerte de toda la expedición? —Acabó señalando a Banala. Levantó la mano el segundo oficial nocturno, con aire resignado pero dispuesto, se le dio el turno y preguntó:

—Se supone que en la Clan Tuoran están haciendo lo mismo, ¿no es cierto?

—Por supuesto Emendel y espero que hayan resuelto la cuestión ya, mañana deberíamos recibir la respuesta —contestó Alekt.

—¿Por qué mañana? ¿Por qué esperar a que esto se pueda llegar a saber y se malogre? Deberíamos empezar ahora mismo. Podemos mandar el mensaje nocturno a Clan Tuoran ahora mismo para sincronizarnos. —Alekt por fin recibió una respuesta como era debido, se ilusionó casi hasta lanzar vítores, orgulloso de semejante oficial. Pero prefirió mantener el registro bajo de su voz, a pesar de sus ademanes de exaltación y expresó todo su apoyo con mesura:

—Bravo, Emendel, bravo. Lo pondremos en marcha esta misma noche. Pero antes dejadme tener en cuenta un pequeño detalle. —Entonces se dirigió a Trucano y le hizo un ademán para que le acompañase fuera de la sala. Trucano se levantó sorprendido por una preocupación inesperada. Una vez fuera en el estrecho pasillo, el capitán le habló así:

—Trucano, eres el único de esta sala que va a escribir correo para que sea recogido en la isla Fink. —Trucano se quedó aún más sorprendido hasta notar un punto de miedo en el trato que le dispensaría su patrón. Pero a pesar de su expresión, Alekt, tras un silencio enfático, prosiguió—: Sí, compañero, yo sé más de lo que parece y al mismo tiempo hago parecer que no sé nada. Cuando digo que controlo la situación, lo digo de verdad, porque estoy en mi barco y en mi elemento: el mar.

—Confiamos en vos, patrón —terció el joven ebanista a modo de señal de lealtad.

—No lo dudo, por eso, sintiéndolo mucho, me vas a dejar leer la carta que estás escribiendo a tu mujer —dijo gravemente el capitán.

—Señor, no, por favor —contestó suplicante Trucano. Pero Alekt no dijo nada, solo tendió la mano esperando el pergamino. En contra de su naturaleza rebelde, Trucano obedeció la orden, haciendo algo que jamás hubiese permitido antes. El capitán abrió el pergamino y mirándolo de soslayo le dijo:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Pobres conquistadores»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pobres conquistadores» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Daniela Dittel - Nick
Daniela Dittel
Daniel Espartaco Sánchez - Ceremonia
Daniel Espartaco Sánchez
Pedro Calderón de la Barca - El mejor padre de pobres
Pedro Calderón de la Barca
Joan Martínez Alier - El ecologismo de los pobres
Joan Martínez Alier
Frederick A. Kirkpatrick - Los conquistadores españoles
Frederick A. Kirkpatrick
Daniel Sánchez Centellas - Los cuentos absurrealistas
Daniel Sánchez Centellas
Juani Sánchez Serrano-Sánchez - En verde te pienso, en naranja te deseo
Juani Sánchez Serrano-Sánchez
Daniel Sánchez Centellas - Cruzatiempos
Daniel Sánchez Centellas
José Ángel Mañas - Conquistadores de lo imposible
José Ángel Mañas
Danilo Clementoni - Nous Sommes De Retour
Danilo Clementoni
Отзывы о книге «Pobres conquistadores»

Обсуждение, отзывы о книге «Pobres conquistadores» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x