Nota
Todos los reflejos que se mantienen a lo largo de la vida adulta tienen como finalidad la de proteger al cuerpo de posibles agresiones externas.
Subestadio 3: el descubrimiento de procedimientos (4-8 meses)
Los nuevos esquemas adquiridos en el subestadio anterior van a permitir la aparición de esquemas motores cada vez más complejos.
La principal característica de este periodo es que el niño comienza a ser capaz de descentrarse de su propio cuerpo y comienza a interesarse por el entorno que existe más allá de él. El bebé comienza a buscar el esquema motor que le posibilite manipular objetos externos, pero aún no hay causalidad o intención en sus movimientos.
Esta necesidad de experimentación con objetos externos no tiene por motivo único la satisfacción del deseo, sino que pretende la obtención de resultados que se escapan al campo reducido de su propio cuerpo. Es, por tanto, en este subestadio cuando por primera vez el individuo muestra la necesidad de relacionarse con el mundo externo. Se establece, así, una triada bebé-objeto-sujeto.
Cuando el niño interacciona con una persona mayor, hace gala de todo su repertorio conductual, y si el adulto responde (aunque sea casualmente) a alguna de estas conductas, con una respuesta que resulte satisfactoria para el niño, este no parará de repetirla. Entenderá que su acción es la causa directa de la respuesta del adulto, aunque no haya una correspondencia real. A esta estructura de efecto-causa que establece el niño la podemos considerar como la primera comprensión del fenómeno de causalidad. Hay que tener claro que esta causalidad no es real, ya que el niño cree que realmente su acción crea de manera irrevocable la respuesta del adulto, aunque en ocasiones no sea así.
También el bebé asocia a determinados objetos determinadas conductas motoras, es el llamado reconocimiento motor. De tal forma que, cada vez que el niño esté ante ese objeto realizará el mismo movimiento.
Por último, es importante señalar también como logro cognitivo de esta etapa, la aparición de la anticipación en la trayectoria de un objeto en movimiento, siempre que este no desaparezca del campo perceptivo del niño. En este estadio, lo que no se ve o deja de verse, no existe o deja de existir para él.
Subestadio 4: la conducta intencional (8-12 meses)
Como indica el nombre de este estadio, el logro que lo define es la aparición de las conductas intencionales. Otras dos grandes características asociadas a ésta son que el niño aumenta de forma exponencial su atención e interés por el mundo que le rodea y que aparecen las primeras coordinaciones instrumentales en la relación fin-medio.
Los esquemas motores que el niño va a reproducir ya no son solo ensayos al azar, sino que van a disponer de los medios necesarios para conseguir un fin propuesto. Aunque los esquemas de acción ya estaban presentes en las estructuras cognoscitivas del niño, lo que aparece ahora son esquemas de coordinación intencional.
También se produce una verdadera revolución en el campo del aprendizaje por imitación. Comienza en el niño, por ejemplo, la imitación de sonidos y gestos, aunque disten mucho del modelo real, pudiendo imitar en ausencia del modelo. Esto indica la existencia ya de una primitiva representación mental.
Ejemplo
Según los expertos nacemos sin saber imitar y, durante los primeros meses, a la vez que aprendemos nuevos comportamientos también aprendemos a imitar. A medida que crecemos, seguimos perfeccionando esta capacidad; imitamos más y mejor.
Subestadio 5: la exploración de nuevos medios (12-18 meses)
Se puede decir que es el último estadio puramente sensoriomotor, lo que no quiere decir que la experiencia motora y sensorial deje de servir al desarrollo cognitivo del niño, pero sí que deja de ser su única fuente de desarrollo.
En esta etapa, ya se dan las condiciones motoras necesarias para que el niño se convierta en un gran explorador del medio. El niño comienza a interesarse por las propiedades de los objetos, por lo que experimenta continuamente con ellos mediante procedimientos de ensayo y error. Aparece la búsqueda de nuevas experiencias, ya no se trata solo de repetir un patrón adquirido.
El niño pasa, pues, de un interés plenamente egocéntrico, que no va más allá de su cuerpo, a un interés por la realidad, a la que desea conocer.
Las relaciones causa-efecto que crea con los adultos cada vez están más ajustadas a la realidad y van perdiendo la dimensión mágica.
La permanencia del objeto aún está limitada a su ubicación en el campo perceptivo.
Las conductas de imitación se multiplican, cada vez las ajusta más al modelo real, aumentando, así, la evidencia de la aparición de la representación mental.
Subestadio 6: la representación mental (18-24 meses)
La representación mental es la adquisición más importante de este periodo y la que provoca su fin. El niño posee ya sus esquemas de acción interiorizados. Esto quiere decir que ya no tiene la necesidad de estar delante de los objetos para ensayar actuaciones sobre ellos. En estos momentos, a nivel de representación mental, el niño puede actuar sobre los objetos con distintos esquemas de acción y prever sus consecuencias.
Esto le permite minimizar su conducta de tanteo y ensayo-error, pudiendo progresivamente elegir de antemano el esquema de acción correcto para obtener la respuesta que espera.
Al acceder a la capacidad de representación mental, las posibilidades de experimentación con el medio se amplifican enormemente.
Al adquirir la representación, el niño logra también la permanencia del objeto, por lo que también es capaz de seguir su trayectoria, aunque éste se pierda del campo perceptivo.
Por último, la capacidad de representación ofrece al bebé el acceso a la función simbólica, que supone el punto más alto del desarrollo cognitivo en la etapa de desarrollo sensoriomotor del niño.
Queda patente que en los dos primeros años de vida del niño, cuando aún no existe de una forma desarrollada la capacidad simbólica de representación mental, todo el desarrollo de las estructuras cognitivas se produce en función de su evolución sensoriomotriz.
El hecho de que aparezca la representación mental no quiere decir que desaparezca la acción directa sobre la realidad. Esta no desaparece nunca. A lo largo de toda la vida, el individuo sigue construyendo esquemas mentales a partir de la percepción sensoriomotora que de la realidad tiene, aunque se vaya desarrollando paulatinamente la capacidad de construir estos esquemas sin un contacto directo con la realidad.
De hecho, la forma en la que se conceptualice a nivel mental la realidad va a depender en gran parte de cada individuo, de la percepción que sobre esta realidad tenga. Percepción que le vendrá dada por los sentidos.
El educador ha de conocer esta realidad y debe otorgarle la importancia que merece, teniendo siempre en cuenta en la planificación de su práctica educativa el gran potencial de la experimentación en el desarrollo cognitivo del niño y la consecuente adquisición de aprendizajes.
Aplicación práctica
Localice y justifique estas conductas en los distintos subestadios que para el periodo sensoriomotor estableció Jean Piaget:
Читать дальше