1 ...7 8 9 11 12 13 ...16 1 Secretario general de la ONU.
2 Secretario general de la UA.
3 Secretario general de la OTAN.
4 Representante de la UE.
5 Secretario general del CARICOM.
O teniendo en cuenta la antigüedad en el cargo de cada uno de los máximos representantes de las organizaciones según necesidades organizativas. La elección de una u otra forma de establecer las precedencias estará fuertemente influenciada por la costumbre de lo que se haya venido haciendo en anteriores ocasiones.
Por encima del criterio anterior está la prevalencia del que preside –que suele ser anfitrión– frente a los que asisten como invitados. Pero este tema lo trataremos con más profundidad en el apartado reservado a la presidencia.
Pongámonos ahora en el caso de la ordenación de países dentro de las organizaciones internacionales de las que venimos hablando. Como no podía ser de otra manera, no existe un criterio común y único para el establecimiento de precedencias en las organizaciones internacionales por muchas razones.
Llegado a este punto debería considerarse, como el mejor criterio de ordenación, el orden alfabético del nombre de los países. Si lo que se pretende es mantener a los países en el mismo plano de importancia, en busca de un equilibrio entre los mismos, ni la posición económica, ni la capacidad de influencia internacional parecen razones acertadas para establecer precedencias. De hecho, la mayoría de organizaciones internacionales ordena a las naciones integrantes conforme al orden alfabético del nombre oficial del país en el idioma inglés. Este es el caso, de la ONU y la OTAN.
La Unión Europea es un caso peculiar de ordenación alfabética dado que la precedencia se establece por el orden alfabético del nombre del país en su idioma oficial. Así, Alemania no es Germany sino Deutschland y Grecia es Hellasy no Greece, por ejemplo.
A los efectos anteriores, parece que la ISO 3166-1 alfa-3[25] podría ser la norma aceptada para la ordenación internacional de los países tomada alfabéticamente.
Finalizaremos este apartado afirmando que la precedencia en los actos oficiales sitúa espacialmente a cada cual donde le corresponde, por encima de gustos y vanidades personales, procedencia social o género. No hay práctica más democrática y que explicite mejor sus valores que el establecimiento de precedencias por cuanto, siendo todos iguales, la precedencia solo indica preferencia en el lugar en razón de responsabilidades concedidas en las urnas.
Para el buen orden y funcionamiento de cualquier acto y la presentación de la actividad política o empresarial a la sociedad, es absolutamente necesario el establecimiento de normas protocolarias y, por lo tanto, de la determinación de precedencias.
5.6. Los himnos nacionales
El himno nacional es uno de los elementos simbólicos más destacados en el protocolo oficial. La mayoría de las naciones comienzan sus actos oficiales al son de las notas musicales de su himno, que vienen a resumir e identificar el sentimiento común de una nación.
La interpretación del himno nacional[26] de cualquier nación merece ser oída con el máximo respeto y en posición personal de decoro, que tanto en hombres como en mujeres suele caracterizarse por situarse en pie, tener los pies reunidos y los brazos naturalmente caídos a los costados. En algunos países, cuando se interpreta el himno, los nacionales se llevan la mano derecha al corazón en señal de respeto.
La mayoría de los himnos tienen, no solo música, sino una letra que viene a destacar los valores nacionales. Así, por ejemplo, ocurre con el himno nacional mexicano, también denominado Mexicanos al grito de guerra, o con el himno de los Estados Unidos de América, The Star-Spangled Banner. En España, por ejemplo, el himno nacional no tiene letra oficial.
Los himnos nacionales se utilizan, en muchos casos, para rendir honores. La duración de su interpretación viene a determinar la importancia de la persona en cuyo honor se interpreta. Así, poniendo por ejemplo al Reino Unido, se recibe a la Reina con la totalidad del himno británico God Save the King, mientras que al Príncipe de Gales solo con sus seis primeros compases. Algo parecido ocurre con el himno de España, que se interpreta en su versión completa cuando se rinden honores a S. M. el Rey, y en versión breve, por ejemplo, cuando se trata del presidente del Gobierno.
Son varios los factores que deben tenerse en cuenta en la interpretación de los himnos nacionales. El más importante es, obviamente, que el himno sea el legalmente vigente.
El Presidente y Vicepresidente de EE. UU., junto a sus esposas, escuchan la interpretación del himno nacional de forma respetuosa en la Casa Blanca. (© Fotografía: www.efe.com)
Han sido sonoros –nunca mejor aplicado el calificativo– los casos en que los miembros de una nación son recibidos con himnos del pasado, que no son los oficiales de su país, o con otros que pertenecen a terceros países. Ello es debido bien a que los himnos son reproducidos mecánicamente a través de la megafonía sin comprobar su vigencia y, además, sin consultar a un músico profesional o partituras legales, o bien a la poca profesionalidad del organizador, que se limita a reproducir lo que en las búsquedas en la web se le presenta.
Lo más sencillo y efectivo para evitar errores colosales es solicitar a la embajada del país en la nación anfitriona que proporcione el himno oficial en formato digital. Aun así, es necesario asegurarse de que el técnico de sonido no se equivoca. Las consecuencias de la interpretación errónea de un himno nacional pueden colocar al borde del abismo al responsable de protocolo o, en el mejor de los casos, poner en evidencia su falta de profesionalidad.
Sirva como ejemplo de equivocaciones, con consecuencias absolutamente negativas para los organizadores, los dos casos que se detallan a continuación.
El día 26 de julio del año 2009 se entregaba, en Los Campos Elíseos de París, el trofeo de ganador del Tour de Francia al ciclista español Alberto Contador. Un fallo del técnico de sonido hizo sonar el himno nacional de Dinamarca en lugar del himno nacional de España. Los programas informáticos ordenan alfabéticamente los nombres de los ficheros y, en francés, Dinamarca y España están muy cerca, con lo que el técnico de sonido se equivocó, por unos pocos milímetros, y seleccionó el himno equivocado, con el consiguiente ridículo para la organización y sorpresa del ganador que, aun escuchando un himno diferente al suyo, mantuvo el respeto y la compostura debidos. Para compensar el desaguisado, la desastrosa organización puso el himno nacional de España cuando se entregaba un premio a un equipo de Kazajistán. Los titulares de los periódicos se cebaron al día siguiente por la “cutre organización[27]”.
Otro sonoro caso, con consecuencias de protesta diplomática, ocurrió, también, en la final de la Copa Davis que se celebraba en Australia en noviembre de 2003 y en la que participaba España. En la ceremonia de inauguración sonó el himno español de Riego, que había sido cambiado hacía décadas y es considerado un himno republicano, cuando España era y es una Monarquía Constitucional. Las consecuencias en aquel momento fueron la protesta formal del Secretario de Estado de Deporte Español y la consecuente disculpa de las autoridades australianas. Las palabras textuales del secretario de Estado español fueron: “La delegación española ha sido objeto de una ofensa y también la nación española. La protesta irá más allá de lo que es la competición deportiva y exigiremos a la Federación Internacional que abra una investigación oficial para saber cómo se ha llegado a esta situación, una ofensa intolerable en una final de tanta trascendencia deportiva[28]”. Lo anterior da idea de la importancia que tienen para los nacionales la correcta interpretación de su himno nacional y las graves consecuencias que implica no mantener bajo control hasta el más mínimo detalle de la organización de un acto.
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