—¿Por qué debería hacerlo? No necesito demostrarte nada. Esta habilidad no debe usarse para jugar, sino para cosas más importantes.
Piddle miró a su alrededor, a la docena de chicos y chicas que se habían congregado allí. Levantó las manos.
—Pero aquí hay unas cuantas personas, creo, que puede que duden de que tú, tu alma o como quieras llamarlo pueda abandonar tu cuerpo. Quizás duden incluso de la existencia del alma. Esta es tu oportunidad para convencernos. Venga, Peter, ve y compruébalo. Luego yo llamaré a mi madre y veremos si tienes razón.
Peter se echó para atrás y se acomodó en el sofá de piel marrón, se acercó la taza a la boca y le dio un sorbo a su té antes de contestar.
—Así que no crees que tengamos alma. ¿Piensas que simplemente somos trozos de carne que satisfacen sus necesidades primarias durante unos cuantos años y luego nos entierran y nos convertimos en polvo?
Dejó la taza en la mesa y muchos sonrieron. Jenny ya había oído esos argumentos antes. Le gustaban.
Piddle no se rindió.
—No cambies de tema, Peter. Ve ahora para que podamos comprobarlo. Si aciertas la ropa que lleva mi madre, te prometo que me inscribiré en la iglesia y empezaré a trabajar mañana mismo —dijo Piddle mientras levantaba la mano como si estuviera haciendo un juramento.
Los seguidores devotos de la cienciología firmaban un contrato mediante el que se comprometían a trabajar para la iglesia las tardes y los fines de semana durante dos años y medio. A cambio, tenían acceso a determinadas terapias y cursos gratis.
—No te esfuerces. —Peter levantó un poco la voz—. No voy a hacerlo. No jugamos con estas cosas, ya te lo he dicho.
Jenny empezó a dudar. Aquello era un poco extraño. En realidad, Peter tenía una oportunidad perfecta para hacer callar a Piddle de una vez por todas y convencer a quienes todavía mostraban reticencias. ¿Por qué no lo hacía? Peter estaba a punto de terminar aquel debate en una posición subordinada muy poco natural: Jenny nunca lo había visto perder una discusión. Y seguro que ella no era la única que estaba pensando eso. La duda se coló en su interior. ¿Era posible que en realidad Peter no pudiera abandonar su cuerpo?
—Supongo que comprendes que eso no suena especialmente creíble —continuó Piddle—. Aseguras que has alcanzado un determinado estado, ¿cómo lo has llamado?
—TO. Thetán operante. El tercer nivel.
—Exacto. Eso significa que puedes abandonar tu cuerpo, lo que te permite hacer ciertas cosas. ¿O solamente puedes mirar? ¿Puedes o no hacer otras cosas?
—Recuperas habilidades que te permiten impactar en lo que llamamos MEST [1] sin depender de tu cuerpo. Recuperarlas es el término correcto, ya que son habilidades que teníamos en el pasado. Incluso los materialistas como tú, Piddle. —Peter miró alrededor y sonrió. La sonrisa le fue devuelta.
Piddle rio por lo bajo.
—¡Qué inteligente era Hubbard! ¿Qué chaval de diez años no ha soñado con ser invisible para dedicarse a hacerles trastadas a los demás? Hubbard robó ideas del budismo y del hinduismo para crear su propia pócima, y luego la formuló de manera que pareciera científica. Se inventó unos cuantos ejercicios y dijo: «¡ Voilà , una nueva religión!». Su objetivo era convertirse en un Superman invisible que lucha contra el mal. Y con el tiempo, su cuenta bancaria fue creciendo más y más. Porque Hubbard era un escritor de ciencia-ficción fracasado. Escribía tan mal que no conseguía ganarse la vida con la literatura. Por eso, en lugar de seguir escribiendo, decidió fundar una religión. Es la mejor manera de hacerse rico. Él mismo lo dijo.
Jenny pensó que se notaba que Piddle había venido preparado. La historia sobre Hubbard y el dinero no era nueva para ella. Pero sabía que Peter tenía buenas respuestas en la recámara. Escuchar aquella discusión era como mirar un combate de boxeo.
Peter se inclinó sobre la mesa, sacó un cigarrillo del paquete y lo encendió con calma. Ahora tenía a Piddle en su terreno, y Jenny lo sabía. Ya había sido testigo de esa misma polémica en otras ocasiones.
—L. Ron Hubbard escribió cuarenta libros sobre cienciología. También nos dejó un volumen de diecisiete mil setecientas páginas sobre técnicas y procesos terapéuticos, y un volumen adicional de once mil ochocientas páginas sobre cómo dirigir una organización de cienciología. Impartió más de cinco mil conferencias y trabajó más horas que un reloj durante treinta años. ¿De verdad crees que una persona que solo quisiera hacerse rica invertiría tanto tiempo en un negocio? ¡Ni siquiera tuvo tiempo de disfrutar del dinero, por el amor de Dios! Habría sido mucho más fácil vender el producto de cualquier otro.
—Lo que tú digas —contestó Piddle—. Está claro que crees que es un genio, y ya veo que no eres el único que lo piensa. Pero yo solo quiero una prueba. Dame una evidencia de que puedes abandonar tu cuerpo y te seguiré en cuerpo y alma.
—Hay muchísimas evidencias —respondió Peter—. El Instituto de Investigación de Stanford, en California, ha analizado algunas habilidades de los TO que pueden abandonar su cuerpo. Un tipo, Ingo Swann, les demostró que era capaz de ver lo que ocurría en otros lugares, y dejó a los científicos completamente perplejos. Las evidencias se suceden experimento tras experimento. El gobierno de Estados Unidos está invirtiendo millones de dólares en investigación porque cree que los rusos nos llevan la delantera. Los thetanes operantes de Rusia han desarrollado métodos para modificar bombas atómicas y mísiles a una gran distancia.
—Quiero ver los informes de esos experimentos —dijo Piddle.
Peter volvió a reclinarse en el sofá y soltó una bocanada de humo como quien no quiere la cosa.
—Son estudios confidenciales —dijo mientras apagaba el cigarrillo—. ¿Y sabes qué? Incluso si esta misma noche pudiera mostrarte la información, estoy seguro de que no te rendirías, porque ya has tomado tu decisión. No crees en ello y solo aceptas lo que sostiene tu forma de ver las cosas. Es completamente natural. A esto se le llama «sesgo de confirmación». Nosotros, los cienciólogos, respetamos la libertad de opinión. Tú puedes pensar como quieras. A mí lo que me importa es que las cosas funcionen y que la gente se sienta bien, que todo el mundo pueda crecer y evolucionar hasta convertirse en una persona libre y librepensadora que alcance su máximo potencial.
Читать дальше