1 ...8 9 10 12 13 14 ...18 —Es correcto.
—Muy bien. Gracias. —Loman lo metió en la carpeta verde.
Luke sorbió el café.
—¿Y qué se les ha ocurrido?
Anders Loman se apoyó en la silla y miró a Luke con sus claros ojos azules, que brillaban como dos arándanos aún por madurar en contraste con la tez morena.
—¿Qué quiere decir?
—Pues que qué se les ha ocurrido en relación a lo que pudo pasar. ¿Cómo murieron?
Anders Loman se inclinó hacia Luke. Apoyó los codos en la mesa y juntó sus finos dedos. Soltó un largo suspiro.
—Todavía no tenemos los resultados de las autopsias, así que no podemos estar seguros. Pero si quiere saber cuál es mi hipótesis, se la diré con gusto.
Luke asintió.
—¿Se dio cuenta de que había un tarro con un polvo blanco al lado del ordenador del salón? —preguntó Loman.
Luke volvió a asentir.
—Se llama natrium phenobarbital y se conoce comúnmente como «fenobarbital» —continuó Loman—. Es un veneno que, en dosis muy pequeñas, solo es un somnífero. Pero un gramo es suficiente para matar a una persona. Actualmente lo usan los veterinarios para dormir a los animales. También lo emplean en una conocida clínica de eutanasia en Suiza. En el vaso que había al lado del tarro encontramos polvo mezclado con agua. Probablemente esa fue la causa de la muerte de Agnes Spandel. Hablé con los paramédicos que fueron al apartamento y dijeron que había restos de polvo en la boca de la niña. De la causa de la muerte de su padre no estamos seguros. Probablemente murió por ahorcamiento, pero lo sabremos con certeza en unos días, cuando el departamento forense de Lund nos mande el informe de la autopsia.
—¿Quiere decir que Viktor obligó a Agnes a tomar el veneno? —preguntó Luke.
—No creo que ella lo tomara voluntariamente —contestó Loman—. Se trata de una sustancia terriblemente amarga, y había una tableta de chocolate medio empezada al lado del vaso. Probablemente él le diera el chocolate cuando ella se bebió la mezcla. Agnes la derramó o escupió un poco. La policía científica ha encontrado restos del líquido en el suelo.
Luke negó con la cabeza. Loman lo miró, sorprendido.
—¿Usted no cree que ocurriera así?
—Es que no lo entiendo —dijo Luke—. Me cuesta muchísimo creer que Viktor pudiera hacer algo semejante. ¿Es fácil encontrar ese veneno? ¿Puede comprarlo cualquiera?
—No en Suecia, a no ser que seas un veterinario certificado —contestó Loman—. Mi teoría es que Viktor lo buscó por internet y lo compró en una página extranjera.
Luke se quedó en silencio un momento.
—¿Cuándo murió Viktor? —preguntó.
—Esto tampoco lo sabemos todavía —contestó Loman—. Pero nuestro forense hizo una estimación preliminar de la hora de la muerte alrededor de las ocho y media de la tarde del lunes. La niña murió después, como ya sabe. Usted estaba en el piso en ese momento.
—Media hora antes de que yo llamara al timbre —dijo Luke.
Loman asintió.
—Usted lo conocía bien, según tengo entendido —dijo Loman—. ¿Tiene idea de por qué haría algo tan drástico?
—Es totalmente incomprensible. Lo vi el sábado y estaba de muy buen humor, como siempre. Se encontraba bien.
Loman revolvió los papeles.
—Por lo que nos han dicho, Viktor Spandel había sufrido algunos episodios depresivos recientemente. El último fue cuando su mujer lo dejó en… —Loman cogió un documento y leyó—: 2001, hace tres años. —Volvió a levantar la vista—. Quizás esto lo explica todo. Puede que volviera a estar deprimido y decidiera quitarse la vida y vengarse de su exmujer llevándose a la niña con él. No sería la primera vez que ocurre algo así.
Sus ojos azules se clavaron en Luke. Él se reclinó en la silla e intentó digerir lo que acababa de oír. ¿Vengarse de Therese? ¿Podía ser esa la causa? Viktor se había quedado hecho polvo después de que ella lo dejara, pero era imposible que llegara hasta el punto de matar a Agnes. Viktor no. No era una persona amargada ni vengativa. Y, por encima de todo, nunca mataría a su propia hija.
—Es imposible que Viktor hiciera pasar por eso a su hija, ella era lo que más quería en el mundo.
Anders Loman se reclinó.
—Queremos creer que conocemos a los amigos —dijo—. Pero la gente no siempre nos muestra lo que piensa y siente en realidad. Ni siquiera nuestros amigos más íntimos. ¿Es posible que Viktor no quisiera parecer débil o que quisiera evitar que usted se preocupara? ¿Cuánto hacía que se conocían?
—Diez años —contestó Luke—. Incluso viví con Viktor y Agnes durante algunas temporadas, como hace tres años, la última vez que él pasó por una mala época.
—Entiendo lo terrible que debe parecerle esta hipótesis —dijo Loman—. Créame. Sé lo que se siente.
Anders Loman se inclinó hacia delante y apoyó sus manos en la mesa. Luke pudo apreciar que las tenía muy arrugadas y dedujo que era mayor de lo que parecía.
—Pero también había una especie de nota de suicidio en el piso. Estaba en el dormitorio. Encima de la almohada.
Luke lo miró fijamente. Se le erizó el vello de los brazos. Si Viktor había escrito una nota de suicidio, entonces podría ser que el inspector tuviera razón.
—¿Una especie de nota de suicidio? —preguntó con calma, como si le diera miedo saber más.
—Sí. Es críptica, pero claramente es una nota de suicidio. Usted lo conocía bien. ¿Sabe si Viktor creía en la reencarnación?
—¿Puedo ver la nota?
Anders Loman volvió a abrir la carpeta verde y empezó a pasar documentos. Sacó un trozo de papel metido en una bolsa de plástico y lo dejó enfrente de Luke, que lo cogió con cuidado. En el papel había escrita una sola frase:
Del nacimiento del cuerpo a la
tumba del cuerpo y luego
de nuevo al nacimiento.
El texto estaba escrito a ordenador. Luke leyó la frase varias veces. Tuvo que concentrarse para poder asimilar el significado de aquellas palabras. Estaba claro que tenía que ver con la reencarnación, y estaba escrito como un poema.
Viktor no era aficionado a la escritura, y mucho menos a la poesía. Lo único que escribía eran correos electrónicos de trabajo.
—Esto es absurdo —dijo Luke finalmente—. Hablábamos muchísimo sobre religión y Viktor era agnóstico, como yo, aunque yo nací en una familia judía. Me dijo que cuando era joven fue captado por una secta, pero al cabo de un tiempo logró escapar y durante muchos años se opuso firmemente a cualquier religión. Después del divorcio, relajó un poco su postura y terminó decidiendo que no le importaba si Dios existía o si había vida después de la muerte. Me dijo que ya lo descubriría cuando llegara el momento.
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