Juan Pablo Remolina Schneider - Los signos del tiempo

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Los signos del tiempo familiariza al lector con el panorama político de la primera mitad de la década de 1930, que propició el fin de la Hegemonía Conservadora, a través de las caricaturas del artista antioqueño Ricardo Rendón Bravo (1894-1931) que aparecieron en el periódico El Tiempo durante ese periodo. También lo acerca un poco a la vida, obra y psicología de este enigmático caricaturista antioqueño, quien formó parte de varios círculos de intelectuales jóvenes de principios del siglo XX, para tener la oportunidad de viajar a través de las caricaturas de Rendón a los últimos meses de Gobierno del presidente conservador Miguel Abadía Méndez y de observar cómo se desarrolló la campaña electoral de 1930, mediante la cual se dio fin a un poco menos de medio siglo de presidentes conservadores a cargo del poder ejecutivo.

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La generación de Rendón pudo verter todas sus energías al arte, al estudio y a su consagración, gracias a la paz con la que se encontró Colombia desde el Gobierno de Rafael Reyes hasta su consolidación con el advenimiento del Gobierno republicano de Carlos E. Restrepo (1910-1914) y la consolidación del espíritu republicano en los posteriores gobiernos hasta llegar a la caída del conservatismo, en 1930. De haber continuado Colombia en la orgía guerrera del siglo XIX, no hubiera sido posible Rendón o ninguno de los dispositivos culturales y humanos que le permitieron emerger en el mundo artístico de su época.

A esa causa republicana que se abrió espacio en medio de los odios de partido se debieron las revistas Panida y Universidad y toda la gente allí reunida: León de Greiff, Germán Arciniegas, entre otros. Se debió también El Tiempo y la consolidación de El Espectador , y junto a estos la emergencia de un amplio número de periódicos y revistas que fueron configurando un ambiente propicio para la fabricación de artistas y de una nueva clase política. El espectro de los dispositivos para la ampliación de la opinión pública se disparó, y la colombiana fue convirtiéndose en la sociedad polifónica que no pudo serlo en el siglo XIX.

Los artistas de la década de 1910 que se trasladaron de Medellín a Bogotá impregnaron a la capital del frenesí del capitalismo de posguerra que emergía a toda prisa como queriendo recuperar el tiempo perdido. Por ello, se ve a Rendón como diseñador de célebres campañas de propaganda comercial: la de los cigarrillos (Pielroja y Pierrot) y bebidas azucaradas. Fue en esa Colombia variopinta y vocinglera en la que se movió el primer Ricardo Rendón.

Su arte cayó como anillo al dedo a la estrategia paciente y sin pausa, altiva y muy política que los epígonos del republicanismo convertido en liberal después de 1921 diseñaron para ir derribando, poco a poco, el vetusto edificio de la Hegemonía Conservadora. Todos los medios en los cuales se desplegó tenían entre ceja y ceja, entre ojos, carcomer las sólidas ruinas del viejo caserón.

Juan Pablo Remolina S. recrea para el mundo de hoy el mundo de Rendón. Nos participa de las evocaciones que sobre él han hecho sus propios contemporáneos: un Rendón cercano de todos los intelectuales, artistas y políticos incongruentes con el establecimiento de entonces, que frecuentaban los mismos lugares; siempre callado, metido en sus trajes negros, pero presente, meditabundo y contemplativo, rumiando y procesando para producir luego la síntesis del pensamiento de toda la sociedad que lo rodeaba. Todos se acostumbraron a su forma de ser y creían suficiente los contenidos de los trazos de su dibujo para hacerse a la idea que de él resultaron teniendo, pero nadie pudo llegar en vida a lo profundo de su corazón y de sus sentimientos y emociones. Tan solo sus empleadores lo sabían bohemio, conocían de las necesidades por las que pasaba con su familia, querían ayudarlo en la compra de vivienda, y él mismo era consciente de que su organismo, aunque joven, necesitaba restablecerse.

Del último Rendón, del Ricardo Rendón en el último año de su vida, trata el libro que Juan Pablo Remolina pone en nuestras manos. De la nueva Colombia que él ayudó a construir y que a lo mejor esperaba que cambiara velozmente. De su trabajo se reconoce con admiración su papel como demoledor y gran artífice de la caída de la hegemonía, pero poco sabíamos del artista que acompaña los meses últimos del Gobierno de Miguel Abadía Méndez y la celebración del derrumbe conservador: el Rendón que va del triunfo liberal en febrero de 1930 al Rendón que se quita la vida en octubre de 1931, en su mejor momento artístico y en el peor momento de su vida. Contaba 37 años, y el advenimiento del liberalismo que significaba el arribo de sus grandes amistades al poder le hubiera abierto las puertas de un futuro promisorio.

Remolina no deja de lado el suicidio, le interesa. Y para ello acude a Émile Durkheim, un clásico al respecto, que asocia crisis económica con suicidio. Es que resulta que, en su última etapa, cuando ya Abadía nada significaba, Rendón sigue paso a paso la crisis financiera mundial y su reflejo directo en Colombia. Caída la hegemonía, es posible que el diestro dibujante esperara más: un repentino cambio de todo.

De todas maneras, Rendón fue producto de la Hegemonía Conservadora; prácticamente fue ella su partera y su éxito a ella se debió. Superado el largo periodo conservador por el elenco de la nueva clase política en el poder, ¿podrían seguir sus caricaturas abriendo las ediciones de El Tiempo ? Ciertamente hubiera tenido que esperar un poco mientras el país enloquecía de nuevo, como en efecto ocurrió después de la República Liberal (1930-1946), fecha para la cual tendría 53 años y su pluma, sin duda, habría derrumbado la nueva hegemonía conservadora, la que va de 1946 a 1953, ¡quién sabe!

En el registro de su caricatura posterior a la victoria liberal se advierte a un Abadía Méndez preso de múltiples emociones. Las elecciones se habían efectuado muy temprano: 9 de febrero, y el país tuvo que esperar hasta el 7 de agosto de 1930 para la transmisión del mando a los liberales. Mientras tanto, múltiples crisis se sumaron a la gran crisis económica con un presidente al que ya nada le importaba. Se le veía perezoso, distante, ajeno, díscolo, resquebrajado, cavando su propia tumba, pues era prácticamente eso: un muerto en vida. El presidente electo, impaciente y preocupado, le propone un congreso extraordinario, y la displicencia del vencido presidente es captada en los trazos que Rendón venía puliendo de tiempo atrás, y que carga de tinta sus pinceles en la medida en que lo va reduciendo a su mero esqueleto. Por ello, Remolina no renuncia a bucear en la campaña electoral, no solo para seguir la punzante crítica de Rendón al régimen, sino también para mostrarnos la fortaleza de la caricatura como fuente histórica, de la caricatura y del caricaturista, y junto a todo esto indicar que a través del arte se puede estudiar la historia, analizarla y comprenderla.

César Augusto Ayala Diago Departamento de Historia Universidad Nacional de Colombia

INTRODUCCIÓN Un Ángel imprudente viajero atraído por el amor de lo - фото 4

INTRODUCCIÓN

Un Ángel imprudente viajero atraído por el amor de lo deforme y - фото 5

Un Ángel, imprudente viajero

atraído por el amor de lo deforme

y debatiéndose cual nadador

en lo hondo de densas pesadillas

Y en lucha, ¡ay lúgubre angustia!

contra un remolino gigantesco

que cantando va, como loco, y que

por las tinieblas piruetea;

un infeliz hechizado y que

mediante tanteos fútiles

busca la luz y la clave para

huir de una guarida de reptiles .

Charles Baudelaire, Las flores del mal

Ha sido destacado el papel que han desempeñado los medios de comunicación masiva y de construcción y divulgación de opinión pública (prensa, televisión y radio) dentro de las dinámicas políticas, tanto así que los partidos no han dudado en usarlos para la difusión de ideas sectarias o simplemente como medios para reflejar, de manera simbólica y sintetizada, una serie de principios y de discursos que se encuentran en su seno. Desde otra perspectiva, estos medios de construcción y propagación de la opinión pública se han manifestado, en muchos casos, como la extensión de la política, que por lo demás no se le puede escapar nunca de la mirada al investigador de las mentalidades.

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