Juan Domingo Argüelles - ¡No valga la redundancia!

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Lo que nos toca escuchar (y soportar) todos los días: «Yo mismo». El «mutuo diálogo». Lo que tienes que leer «antes de morir». Lo «bastante frecuente». Lo «actualmente en vigor». Las «falsas mentiras» de las «grandes multitudes». El «robo ilegal» de «productos orgánicos». «Repetir lo mismo», así sea un «rumor no confirmado». ras el catálogo de errores en el uso común del español que Juan Domingo Argüelles elaboró en
Las malas lenguas, este nuevo volumen continúa su recorrido por las expresiones que el descuido, la insistencia en calcar formas de otras lenguas, la pandemia de la corrección política y la simple ignorancia de las palabras y sus significados han sembrado en los medios informativos, las redes sociales e incluso libros de toda índole.Como señala el autor en su prólogo,
¡No valga la redundancia! « va dirigido a unos pocos millares de personas a quienes el cuidado del idioma les interesa, sea porque es su ámbito profesional o bien su gozo, además de su prodigioso instrumento de comunicación». En esta ocasión, se concentra en «los sinsentidos y redundancias, los pleonasmos y ultracorrecciones» que leemos y escuchamos todos los días. Con mordaz sentido del humor y un espíritu tan crítico como didáctico, este libro es a la vez una obra de consulta y un divertido recordatorio de lo que ocurre cuando olvidamos, ignoramos o desdeñamos la precisión en el lenguaje.

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proclítico. ADJETIVO. Dicho de una palabra átona, especialmente de un pronombre personal: que se pronuncia formando grupo acentual con la palabra tónica que la sigue, como en se lo dices, se volvió.

pronombre. SUSTANTIVO MASCULINO. (Del latín pronōmen.) Clase de palabras cuyos elementos hacen las veces del sustantivo o del sintagma nominal y que se emplean para referirse a las personas, los animales o las cosas sin nombrarlos. Ejemplo: “ésta”, en la frase “entre todas las redundancias, ésta es la peor”.

rebuznancia. SUSTANTIVO FEMENINO. (De “rebuznar”: “dar rebuznos”.) Redundancia, pero a lo bestia.

redundancia. SUSTANTIVO FEMENINO. (Del latín redundantia.) Uso vicioso de la lengua. Repetición innecesaria o excesiva de una palabra o concepto, sin aportar nada al sentido de lo expresado y que, por el contrario, demuestra ignorancia en el significado del concepto principal.

semántica. SUSTANTIVO FEMENINO. (Del griego sēmantikós: significativo.) Significado de una unidad lingüística.

sinalefa. SUSTANTIVO FEMENINO. (Del latín tardío synaloepha, y éste del griego synaloiphé: confundir, mezclar.) Unión en una única sílaba de dos o más vocales contiguas, pertenecientes a una misma palabra o a palabras diferentes, como en “caleidoscopio” o en “mutuo interés”.

sinónimo. ADJETIVO Y SUSTANTIVO. (Del latín synonŷmus, y éste del griego synónymos.) Dicho de una palabra o de una expresión: que, respecto de otra, tiene el mismo significado o muy parecido, como “desbarre” y “dislate”.

sinsentido. SUSTANTIVO MASCULINO. Cosa absurda y que no tiene explicación.

solecismo. SUSTANTIVO MASCULINO. (Del latín soloecismus, y éste del griego soloikismós.) Falta de sintaxis; error cometido contra las normas de algún idioma.

subjuntivo. ADJETIVO Y SUSTANTIVO. (Del latín subiunctīvus.) Modo verbal empleado para expresar la acción como dudosa, posible, deseada o necesaria, como en “que yo cante”, “que tú corras”, “que él salte”.

sufijo. ADJETIVO Y SUSTANTIVO. (Del latín suffixus: fijar por debajo.) Dicho de un afijo: que va pospuesto a la base léxica, como en “adverbial”, “gramatical”, “nominal”, “mamarrachada”.

superlativo. ADJETIVO Y SUSTANTIVO. (Del latín superlatīvus.) En gramática, el que expresa una cualidad en alto grado; por ejemplo, dice María Moliner, el superlativo absoluto de cansado es cansadísimo.

sustantivo. SUSTANTIVO MASCULINO. Nombre. Ejemplo: “disparate”, en la frase “lo que está diciendo es un disparate”.

tautología. SUSTANTIVO FEMENINO. (Del griego tautología.) Acumulación innecesaria e inútil de una palabra o expresión a otra cuyo significado ya se aportó desde el primer término de la enunciación, como en “justicia justa y recta”. Redundancia, repetición. A decir de María Moliner, “significa lo mismo que ‘pleonasmo’, pero se emplea con significado más despectivo”. También: “frase en que se comete tautología, y, en lógica, proposición verdadera independientemente del valor de su contenido”, como en “el triángulo tiene tres ángulos”, “los solteros son las personas no casadas”, “Dios existe o no existe”.

tautológico. ADJETIVO. Perteneciente o relativo a la tautología, o que la incluye.

tilde (acento ortográfico). SUSTANTIVO FEMENINO. Acento. Signo ortográfico español (´) para marcar el relieve en el sonido de una sílaba o para diferenciar monosílabos homófonos, como en “baúl”, “Raúl”, “mí” y “té”.

tónico. ADJETIVO. Que tiene acento prosódico, como en “ángel”, “camino”, “murciélago”.

ultracorrección. SUSTANTIVO FEMENINO. Deformación de una palabra por equivocado prurito de corrección, según el modelo de otras, como en “inflacción” en vez del correcto “inflación”, por influjo de “transacción”.

verbo. SUSTANTIVO MASCULINO. (Del latín verbum: palabra.) Clase de palabras cuyos elementos pueden tener variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto, como “disparatar” y “desbarrar”: yo disparato, tú disparatas, él disparata, nosotros disparatamos, ustedes disparatan, ellos disparatan; yo desbarré, tú desbarraste, él desbarró, nosotros desbarramos, ustedes desbarraron, ellos desbarraron.

verbo auxiliar. El que se usa para formar los tiempos de otros verbos, como “ser”, “estar” y “haber”. Ejemplos: “Estar disparatando todo el tiempo”, “Haber desbarrado ayer”.

verbo impersonal. El que se emplea generalmente en tercera persona del singular de todos los tiempos y modos, simples y compuestos, y en infinitivo y gerundio, sin referencia ninguna a sujeto léxico elíptico o expreso. Ejemplo: “Había muchos disparates en su texto”.

verbo intransitivo. El que se construye sin complemento directo y cuya acción realizada por el sujeto no recae sobre un objeto o persona, como “nacer”, “morir”, “correr”, “ir”, “yacer”. Ejemplo: “Ese camino va hasta el pueblo”.

verbo irregular. El que sufre variaciones en la raíz, en las terminaciones o en ambas, como “acertar”, “coger” y “contar”. Ejemplos: “Yo acierto, ellos acertaron”; “yo cojo, ellos cogieron”; “yo cuento, ustedes contaron”.

verbo pronominal. Aquel en el que el infinitivo termina con el pronombre reflexivo “se”, como “amarse”, “equivocarse”, “peinarse”. Ejemplo: “Se equivocó y, después, volvió a equivocarse”.

verbo reflexivo. Aquel en el que la acción del sujeto recae sobre él mismo, y en su conjugación se incluye al menos, invariablemente, un pronombre reflexivo (me, te, se, lo, los, la, las, le, les, nos). Ejemplo: “Se tornó (o tornose) cada vez más huraño”.

verbo regular. Aquel en el que la raíz permanece invariable y toma las terminaciones de los verbos modelo. Ejemplo: Yo canto, tú cantas, él canta, nosotros cantamos, ustedes cantan, ellos cantan.

verbo transitivo. El que se construye con complemento directo y cuya acción realizada por el sujeto recae sobre otra persona o cosa, como “amar”, “decir”, “leer”, “escribir”, “cantar”. Ejemplos: “Jorge leyó un libro horrible”, “Agustín Lara componía y cantaba boleros”, “Rosy ama a sus hijos”.

zarandaja. SUSTANTIVO FEMENINO COLOQUIAL. Cosa menuda, sin valor, o de importancia muy secundaria.

zoquete. SUSTANTIVO MASCULINO COLOQUIAL. Persona tarda en comprender.

SIGLAS Y DENOMINACIONES ABREVIADAS DE OBRAS E INSTITUCIONES

AML. Academia Mexicana de la Lengua.

Clave. Clave. Diccionario de uso del español actual.

DBM. Diccionario breve de mexicanismos.

DEUM. Diccionario del español usual en México, de El Colegio de México.

DGA. Diccionario general de americanismos.

DM. Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua.

DRAE. Diccionario [de la lengua española], de la Real Academia Española. (También “diccionario académico”.)

DUE. Diccionario de uso del español, de María Moliner.

Panhispánico. Diccionario panhispánico de dudas.

RAE. Real Academia Española.

A

1. abajo, ¿abajo del subsuelo?, bajo, ¿bajo el subsuelo?, debajo, ¿debajo del subsuelo?, subsuelo

Muchas personas ignoran que el prefijo “sub-” (del latín sub-) significa, en su primera acepción, “bajo” o “debajo de”, como en los adjetivos o sustantivos “subcostal” (“que está debajo de las costillas”), “submarino” (“que está o se efectúa debajo de la superficie del mar”) y “subsuelo” (“que está debajo del suelo” o “debajo de la superficie terrestre”), entre otros muchos. Esta ignorancia lleva a las expresiones redundantes “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo”, que es como decir, barbáricamente, “debajo del suelo de abajo”. Y hasta conduce a una gracejada: ¿Qué hay debajo del subsuelo? ¡Pues más subsuelo, compadre! Veamos por qué. El sustantivo masculino “subsuelo” tiene las siguientes acepciones en el diccionario académico: “Terreno que está debajo de la capa labrantía o laborable o, en general, debajo de una capa de tierra” y “parte profunda del terreno a la cual no llegan los aprovechamientos superficiales de los predios y en donde las leyes consideran estatuido el dominio público, facultando a la autoridad gubernamental para otorgar concesiones mineras”. María Moliner coincide con ambas acepciones en el DUE, en tanto que, en el Clave, diccionario de uso del español actual, sus redactores prefieren la sencillez y precisión y definen el sustantivo “subsuelo” como la “capa del terreno que está debajo de una capa de la superficie terrestre”, y nos dan un ejemplo: El subsuelo de esta región es rico en carbón. También hay subsuelos ricos en petróleo, metales, piedras preciosas, etcétera. Sabemos que el adjetivo “bajo” (también “debajo”), del latín bassus, significa “dicho de una cosa: que está en lugar inferior respecto de otras de la misma especie o naturaleza” (DRAE). Queda claro, entonces, que el “subsuelo” ocupa un lugar inferior (por debajo, como lo indica el prefijo “sub-”) en relación con el “suelo” (del latín solum), sustantivo masculino cuyo significado es “superficie terrestre”. Ejemplo: El trigo se desarrolla muy bien en suelos arcillosos. Lo que está debajo del “suelo”, esto es, de la superficie terrestre, es el “subsuelo” que, con el prefijo “sub-” ya indica, de manera explícita, esa característica de inferioridad. Por ello las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” son redundantes, siendo lo correcto “en el subsuelo”. Se puede argumentar que ciertas capas de la esfera terrestre son, por supuesto, más profundas que otras luego de la “corteza” (los “mantos” superiores e inferiores, la “zona de transición” y los “núcleos”), pero si para ellas tenemos denominaciones técnicas o científicas, basta con mencionarlas y punto, pues todas forman parte del “subsuelo”. Para efectos incluso técnicos, en términos geológicos, la “corteza terrestre” es la “capa sólida externa de la Tierra” (DRAE), y debajo de la “corteza terrestre” está el “subsuelo”. Prácticamente, todas las veces que alguien utiliza las expresiones “abajo del subsuelo”, “bajo el subsuelo” y “debajo del subsuelo” no se refiere al núcleo de la esfera terrestre, sino simplemente a la capa o las capas que, debajo de la “corteza terrestre” no constituyen otra cosa más que el “subsuelo”. Por ello, insistimos y concluimos, tendrían que decir y escribir, con corrección, sin redundancia, “en el subsuelo” y punto.

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