¿Cómo es la grandiosa meta a la que queremos consagrar todas las fuerzas de nuestra vida? La Santísima Virgen quiere utilizarnos a todos como instrumentos para crear un mundo nuevo, es decir, para llevar el mundo actual a una ribera de tiempos nuevos.
Entonces entendemos qué importante es que, en este mes, repitamos siempre de nuevo la idea: hoja de rosa por hoja de rosa. Es decir, confianza por confianza.
Hemos dicho que la alianza de amor es un intercambio de corazones. Y podemos agregar: la alianza de amor es también, al mismo tiempo, un intercambio de bienes.
Y este mes, la Santísima Virgen nos ofrece de su corazón el bien de la confianza, y nosotros le regalamos la confianza de nuestra parte.
San Bernardo nos ha transmitido una frase muy hermosa. Él ve a la Santísima Virgen como la gran estrella del mar y dice: nuestra vida hoy en día es como la vida de un timonel, de un marinero en el mar proceloso. Y realmente, hoy tenemos borrasca tras borrasca, todo es tormenta tras tormenta. San Bernardo enumera después en qué dificultades pueden encontrarse un barco y sus pasajeros. (Y repite una y otra vez:)
«Respice stellam, voca Mariam»: Mira la Estrella, invoca con confianza a María 30. Suena hermosísimo: Respice stellam, voca Mariam.
Entonces, cuando pienso en dificultades interiores —quisiera estar con el mundo, disfrutar, y hacerlo como el mundo que me rodea— y siento que tengo que llevar una vida santa, cristiana, ¿quién me ayudará en esas tormentas? Mira la Estrella, invoca a María.
Cuando estoy inseguro acerca de cuál ha de ser mi vocación, de qué haré en el futuro, de cómo cumpliré las intenciones de Dios para con mi vida, la respuesta es siempre la misma: mira la Estrella, invoca a la Santísima Virgen.
Y cuando no sé cómo he de educar a mis hijos, cuando estoy angustiado pensando qué será de ellos cuando sean arrastrados a la tormenta del mar, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
O cuando no sé cómo seguir en la lucha existencial de la vida, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
Para expresar lo mismo, nosotros solemos decir: Mater perfectam habebit curam.
Así podríamos enumerar todas las dificultades de nuestra vida. Y siempre lo mismo: ¿dónde está la Estrella del mar?
Y cuando vemos cómo del otro lado el Bolchevismo avanza triunfalmente por el mundo y notamos que los católicos no sabemos qué hacer, siempre lo mismo: respice stellam, voca Mariam.
En nuestra Familia 31se reza una oración sumamente sencilla y hermosa. Dice así:
En tu poder
y en tu bondad
fundo mi vida;
en ellos espero
confiando como niño.
Madre Admirable,
en ti y en tu Hijo
en toda circunstancia
creo y confío
ciegamente.
Amén.
De ese modo queremos tener presente durante este mes la hoja de nuestra rosa. Si lo hacemos, la renovación de la alianza que hoy realizamos se tornará en una bendición sin fin para nosotros, para nuestros hijos y nuestros nietos.
1Plática en el santuario.
2En su primera consagración, celebrada el 2 de febrero de 1956, los matrimonios recibieron como símbolo de su alianza una rosa. Véase tomo 1 y siguientes. El P. Kentenich interpretó en los encuentros subsiguientes los diferentes elementos del símbolo.
3Sí, hija mía.
4Véase Lc 1,46-55.
5Lc 1, 49.
6Lc 1, 46.
7El P. Kentenich ha hecho una aportación importante en la formulación de un principio mariológico fundamental que contiene todas las diferentes afirmaciones sobre María, las fundamenta e integra. En la Semana de Octubre de 1950, él formuló ese principio de la siguiente manera: María «es, por oficio, la digna compañera y colaboradora permanente de Cristo, Cabeza de todo el mundo y de la Iglesia, en toda la obra de la salvación» (edición pro manuscripto de 1993). Del conjunto de la obra de salvación forma parte como primer paso la encarnación de Dios. Según el designio divino, la encarnación se dio gracias a la cooperación de María, que en libertad y amor dijo sí a los planes de Dios y, de ese modo, se convirtió en Madre de Dios. Así, su condición de madre es su primer y fundamental servicio como compañera y colaboradora de Cristo —pero no el único—. A partir de ese momento, María coopera ininterrumpidamente en la redención objetiva y subjetiva. La formulación del P. Kentenich según la cual María es la «colaboradora permanente del Señor en toda la obra de salvación» expresa frente a la caracterización de María como «Madre de Dios» una determinación mayor y más amplia.
8Véase Lc 1,5s.
9Véase Sal 104,32; 144,5.
10Lc 1,54.
11Lc 1,50.
12Véase Lc 1,55.
13En este punto se interrumpe brevemente la grabación. La frase ha sido completada en base a apuntes.
14Véase Lc 1,26-38.
15Lc 1,33.
16Véase Lc 2,1-20.
17Véase Mt 2,16-18.
18La Santísima Virgen.
19Véase Jn 19,25.
20Véase la encíclica Mystici Corporis, del 29-6-1943, n. 19.
21Véase Sermones de Scripturis 169,11.
22En el ribete bordado que, a modo de delgado antependium, se coloca en el borde del altar de los santuarios de Schoenstatt suele aparecer la frase: «Nada sin ti – Nada sin nosotros».
23Así como Dios, en la historia de salvación, da una y otra vez a determinadas personas y comunidades una misión especial, así ha entregado una misión original también a los miembros de la Familia de Schoenstatt. Cuando en ese contexto se habla de una misión especial debe entenderse siempre en sentido afirmativo, no exclusivo.
24Véase Schoenstatt, Primera Acta de Fundación, n. 5.
25La Santísima Virgen.
26En la fe y en la experiencia de vida de la Iglesia, la participación de María en el plan de salvación concreto de Dios supera de forma incomparable el de todos los otros santos. Como testimonios escriturísticos para fundamentar la doctrina de la cooperación de la Santísima Virgen en la salvación de los hombres se mencionan en la tradición patrística y en las enseñanzas pontificias más recientes el Protoevangelio (Gn 3,15) y la frase pronunciada por Cristo en la cruz («Ahí tienes a tu madre», Jn 19,27). Por su sí a la maternidad divina, su comunión de sufrimiento y de voluntad con Cristo, la participación en el sufrimiento al pie de la cruz y su intercesión pidiendo el Espíritu Santo, María ha merecido de alguna manera la dignidad de ser también distribuidora de todas las gracias que Jesús nos ha obtenido por su muerte. La cooperación de María se da en dependencia de la mediación de Cristo, la única necesaria, y esa cooperación sólo es posible en base a los merecimientos de Cristo. Pero la Santísima Virgen ha entrado de una forma totalmente personal en la mediación única entre Dios y los hombres, en la mediación del Dios hecho hombre, Jesucristo. Véase Eva Selbald, «Fürbitte», en: Marienlexikon, ed. R. Bäumer y L. Scheffczyck, t. 2, St. Ottilien 1989, 549-558.
27La expresión «voz y voto en el consejo de la Trinidad» aparece de continuo en los textos del P. Kentenich para caracterizar el puesto especial de María. Véase Paul Vautier, Maria, die Erzieherin, Vallendar-Schoenstatt 1981, 73ss.
28Por ejemplo, en la oración «Dios te salve, Reina y Madre de misericordia», la Salve.
29La Madre cuidará perfectamente.
30Sermones in laudibus virginis Mariae, Homilía 2 super «Missus est», n. 17.
31La Familia de Schoenstatt.
25 de marzo de 1956
ESQUEMA
LA ALIANZA DE AMOR COMO CONSAGRACIÓN DE FAMILIA
La alianza de amor de hoy tiene un carácter singular y único
Por vez primera, toda una familia se regala a la Santísima Virgen
La Santísima Virgen contempla hoy con mirada cálida a esta familia
Sobre el significado de una consagración de familia como ésta nos ilustra la Sagrada Escritura. De allí destacamos tres visitas
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