Y fíjense en la escena de la anunciación 14: ¡qué difícil fue esa situación! La Santísima Virgen quería permanecer virgen. Pero, ahora, tenía que ser madre. ¿Cómo puede ser eso?, pregunta ella, ¿cómo puede ser eso? ¿Qué respuesta recibe? No te preocupes, Dios es omnipotente. Y ella dice su sí. ¿No eran éstas situaciones difíciles?
Situaciones difíciles después de la escena de la anunciación. Se afirma en el anuncio: «su reino no tendrá fin» 15.Ha de ser el rey del mundo. ¿Y cómo nace? En un establo 16. Y, por su causa, se desata la persecución de los niños 18. Y él, el rey del mundo, huye de un rey de este mundo, se convierte en un ser sin patria, tiene que partir a tierra extraña 18. ¿Son situaciones difíciles? Por supuesto. Pero ella 19confía. A eso hace referencia la nervadura en esta hoja.
Después, ve sufrir y morir al Señor. ¿Y éste ha de ser el rey redentor del mundo? Pero ella está erguida al pie de la cruz. ¿Qué significa todo esto? Una confianza heroica en las situaciones más difíciles. Como ven, ésta es la hoja que la Santísima Virgen nos da el día de hoy.
Por último vemos en esta hoja los numerosos dientes del borde. ¿Qué indican esos dientes? Indican la elevada meta que Dios persigue con la Santísima Virgen. ¿Qué tarea tiene ella en el tiempo? ¿Cuál es su misión? El Redentor no quiere salvar el mundo sin ella. Ella tiene que ser corredentora, la colaboradora del Señor en toda la obra de salvación.
La Santísima Virgen asume esta grandiosa meta y, en las situaciones difíciles, cree, confía. ¡Confianza por confianza! La Santísima Virgen nos regala esa confianza, esa confianza heroica en las situaciones más difíciles, (frente a) la grandiosa meta, (esa confianza) que ella demostró tan espléndidamente.
Pero la confianza de la Santísima Virgen tiene también otro lado: se dirige también a nosotros.
Para que entendamos la magnitud de su confianza haré referencia a una gran ley del orden de la salvación: Dios es omnipotente, el Salvador es omnipotente, pero ambos son «impotentes», es decir, no pueden hacer nada sin nosotros. El Dios omnipotente, el Hijo de Dios omnipotente se ha hecho pequeño, desvalido frente a nosotros. Es un misterio verdaderamente tremendo, como dice Pío XII 20. Y san Agustín nos advierte: Dios ha creado el mundo sin nosotros, pero no quiere redimirlo sin nosotros 21.
La Santísima Virgen está también bajo esa misma ley. Ella tiene la gran tarea de ayudar a salvar el tiempo actual, a colocarlo a los pies del Señor. Y ella depende de nuestra colaboración. Por eso leemos también: nada sin la Santísima Virgen, pero también nada sin nosotros 22.
Preguntamos, pues, nuevamente: ¿cómo es la confianza que la Santísima Virgen deposita en nosotros? Aquí tenemos que investigar, una vez más:
primero, los fundamentos de su confianza,
segundo, el grado de su confianza en nosotros,
y tercero, el límite.
El fundamento es nuestro poder y nuestra bondad. ¿Qué quiere decir esto?
También nosotros tenemos un poder en el Reino de Dios. Cada uno de nosotros lo tiene. Todo cristiano tiene un poder porque Dios, en su «impotencia», se ha hecho en cierto sentido dependiente de nuestra «omnipotencia». Y esto vale especialmente de nosotros, los hijos de Schoenstatt, porque gozamos de una elección especial y tenemos una misión especial 23.Si ella nos ha invitado a sellar una alianza de amor consigo, es que tiene una confianza ilimitada en nosotros. ¿En qué confía ella? En nuestro poder. ¡Tendríamos que tomar mucho más consciencia del poder que representamos en el Reino de Dios!
Pero ella deposita su confianza también en nuestra bondad, en nuestra misericordia. Basta que leamos nuevamente el Acta de Fundación. ¡Háganlo, por favor! Entonces entenderán qué disposición de espíritu tiene que animarnos a todos.
En primer lugar, es la disposición de espíritu para actuar de forma libre y voluntaria. Allí está expresado con gran claridad 24: la meta que persigo con Schoenstatt es tan grande que no puedo exigirla como una obligación. Dependo de vuestra acción libre y voluntaria. Por eso os pido y os suplico. ¿Con qué espera contar, pues, la Santísima Virgen? Con nuestra decisión libre y voluntaria.
¿Con qué espera contar, en segundo lugar? Con nuestra magnanimidad. ¿Y qué quiere hacer ella de nosotros? Lo hemos escuchado a menudo: quiere hacer de nosotros santos, santos de la vida diaria.
¿Cuál es, por último, el tercer punto con el que espera contar? Nuestra determinación. ¿Qué meta persigue la Santísima Virgen con nosotros? Por nuestra aspiración a la santidad quiere dejarse mover a establecerse en este lugar y a renovar desde aquí el mundo de hoy.
Por tanto, ¿en qué basa ella su confianza? Ella nos da una vez más la verde hoja de rosa. Confía en nuestro poder, confía, segundo, en nuestra bondad y, tercero, en nuestra fidelidad, en que seremos fieles a ella en todas las situaciones, también en las más difíciles.
¿Y no está ella también hoy en una situación difícil? Si quiere engendrar nuevamente a los hombres en Cristo, tiene que vencer al demonio. Y el demonio celebra hoy sus triunfos por todas partes en el mundo. Percibimos cómo el bolchevismo avanza victorioso por el mundo. Hablando humanamente, la Santísima Virgen es «impotente» frente a ello. ¿Qué significa impotente? Que ella no puede realizar hoy su tarea sin la cooperación humana. Y qué pocos seres humanos se le ofrecen para ayudar a redimir el mundo. Entendemos, pues, que el grado de su confianza sea magnánimo. Ella confía en que, en su difícil situación, le ayudaremos a salvar el mundo.
Y si pensamos ahora en las hojas con tantos dientes en el borde, que nos recuerdan la gran meta, nos preguntamos: ¿cuál es la meta que ella 25persigue con Schoenstatt? Ella quiere llevar el mundo y la Iglesia a una ribera de tiempos nuevos.
Así es, pues, la hoja con la compleja nervadura y los muchos dientes en el borde. Ésta es la confianza que la Santísima Virgen nos regala hoy.
¿Y qué hacemos nosotros? Nosotros tomamos nuestra hoja y se la regalamos y consagramos a la Santísima Virgen. También aquí: hoja de rosa por hoja de rosa, confianza por confianza.
En efecto, también aquí preguntamos: ¿dónde reside el fundamento de nuestra confianza en la Santísima Virgen? ¿En qué grado confiamos en la Santísima Virgen? Y ¿qué meta persigue ella con nosotros?
Ahora puedo ser breve: confiamos en el poder, en la bondad y en la fidelidad de la Madre Tres Veces Admirable.
Basamos nuestra confianza en su poder. Para nosotros, católicos, es evidente: la Santísima Virgen es la «omnipotencia suplicante» 26. Ella lo puede todo. No hay gracia alguna sin ella. Ella tiene voz y voto en el seno, en el consejo de la Trinidad 27.Nosotros confiamos en su poder, en su «omnipotencia».
Confiamos en su bondad. Como Dios la hizo madre de los hombres, le ha dado también un corazón maternal. ¿Qué significa eso? Como es la percepción y el sentimiento de una madre para con el hijo de sus entrañas, así son los sentimientos de la Santísima Virgen para con nosotros. Ella es la bondad y misericordia personificadas. Por eso, el pueblo cristiano la llama sin más como la Madre de Misericordia 28, más aún, la misericordia personificada.
Y como una madre es fiel, así también la Santísima Virgen es fiel a sus hijos.
Como ven, éste es el pensamiento que vive en nuestra Familia de Schoenstatt: Mater perfectam habebit curam 29. Es decir: en todas las situaciones, por difíciles que sean, la Santísima Virgen es poderosa, la Santísima Virgen es bondadosa, la Santísima Virgen es fiel.
¡Y por difíciles que sean las situaciones! ¡Oh, ya sabemos qué difícil es hoy hasta vivir cristianamente! Y nosotros no queremos vivir sólo cristianamente, sino que queremos ser santos. ¿Quién ha de ayudarnos? Aquí lo decimos: hoja de rosa por hoja de rosa, confianza por confianza.
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