Sí, allí en aquel escenario de pesadilla era preferible salir a la superficie cuanto menos mejor. Hacía mucho tiempo que el Enemigo no emprendía una ofensiva de envergadura, que el Terror no avanzaba desde las sombras del norte para llevárselo todo por delante. Al igual que ocurría en el resto de Gran Bretaña ni tan siquiera los ataques mediante lluvias ciegas eran especialmente intensos desde hacía años. Pero aun así el temor prevalecía, recuerdos traumáticos de un pasado que muchos no conocieron porque todavía no habían nacido. La Gran Oscuridad estaba ahí para recordárselo permanentemente, indisoluble, opaca, extendiéndose en todas direcciones como si no tuviera principio ni fin. Aquel eterno manto de negras nubes resultaba más opresivo y asfixiante allí en el frente, tanto que muchos no podían soportarlo a pesar de que ya lo conocían bajo múltiples formas. Pero no aquella, aquella sencillamente parecía demasiado.
Esa sensación opresiva terminó dominando a todo el grupo una vez superaron el último control y penetraron en el perímetro de máxima seguridad del área militarizada de Edimburgo. Hasta el momento las identificaciones falsas habían cumplido con su labor, tal vez no las necesitaran por mucho más tiempo, ya que gracias a ellas no habían dejado de tomarles por miembros de las Brigadas de Salvación. El disfraz se completaba con el clásico peto y brazalete grises al uso entre todos los miembros del servicio. Era para felicitarse, pero en aquel momento nadie se mostraba alegre. Puede que fuera por la proximidad del golpe, la hora señalada se acercaba y la tensión iba en aumento, pues no dejaba de ser un trabajo extremadamente arriesgado. Puede que fuera porque el condenado contacto en la Cuarta División, un tipo que utilizaba el sobrenombre de Sergey y que Louis no veía desde hace años, estaba tardando mucho más de la cuenta en presentarse. Hacía horas que lo esperaban en el punto de encuentro convenido y seguían sin noticias de él. O simplemente puede que fuera la Oscuridad, se decía que al principio a todos les pasaba lo mismo.
Donna no dejaba de mirar al cielo, en su rostro se podía ver la angustia contenida. A pesar de lo que pudiera parecer no era una mujer que se asustara con facilidad, pero el asunto del reloj había ensombrecido su ánimo desde primera hora de la mañana. Louis se acercó a ella.
- Aquí es más compacto, como… como un muro - comentaba Donna con la vista todavía puesta en lo alto -. Más bien parece que te vayas a estrellar contra esas nubes si intentas atravesarlas.
- No deberías obsesionarte con esa mierda, muchos han perdido la cabeza al hacerlo - replicó él - ¿Qué más da que sean más compactas o menos? Sí de acuerdo, son las tres de la tarde y es como si fuera de noche, aquí siempre parece de noche y eso debe de ser muy deprimente. No es peor que en otras partes, llevamos toda la vida bajo esas nubes y estamos acostumbrados. Si te sientes intranquila es porque esto es el frente, el límite del mundo, y parece un lugar muy peligroso. Luego está lo de esta noche, sería un idiota si no reconociera que a mí también me pone nervioso, pero si permanecemos concentrados y cada uno hace lo que tiene que hacer todo saldrá bien. Eso es lo único que debe importarnos, olvídate del cielo.
- También me ponen nerviosa esos dos - confesó ella señalando a Ethan y Fergie, que permanecían más apartados -. Lo de esta mañana ya es agua pasada, pero ahora el uno no puede mantener el pico cerrado y el otro se caga encima cada dos por tres. Ya se ha metido ahí dentro para aliviarse un montón de veces.
Diciendo esto indicó la negra abertura que era uno de los accesos al edificio abandonado junto al que permanecían aguardando la llegada de Sergey. Aquella era prácticamente la única construcción de carácter no militar que todavía quedaba en pie y relativamente intacta en varios kilómetros a la redonda, un rascacielos de siniestra apariencia compuesto por dos bloques gemelos de treinta plantas que en el pasado estuvieron conectados por una pasarela a media altura, cuyos restos todavía resultaban visibles. La construcción se ubicaba en el sector más meridional de Edimburgo y, dada su singularidad, resultaba imposible confundirla con cualquier otra cosa. Por eso el contacto les había citado allí.
- ¡Mira, ha sido hablar del cagón y vuelve su problemilla! - indicó jocoso Louis, al ver que Ethan sentía otro repentino apretón y regresaba de nuevo al interior de uno de los bloques -. Se ha descompuesto nada más entrar en Edimburgo, tanto lamerme el culo para conseguir venir hasta aquí y llega la hora de la verdad y parece a punto de venirse abajo.
- ¡Oh sí, eso es fantástico Louis! - protestó Donna -. Ese bobo está cagado de miedo pero vamos a depender de él para sacar los putos chismes del complejo ¿No crees que es jugársela demasiado? Desde el principio se veía a la legua que no valía para esto.
- Tranquila, sé cómo canalizar ese miedo - contemporizó él -. Le haré saber que tiene mucho más que temer por lo que le haré si nos falla, que por lo que le harán los cabezas cuadradas si le pillan.
- No sé si colará, estos cabrones del frente tienen fama de ser una panda de jodidos salvajes. No me gustaría caer en sus manos.
- Pues dentro de unas horas estaremos en la boca del lobo, rodeados de ellos por todas partes.
- ¡Eso está muy bien, pero a mí me gustaría saber cuándo cojones se dignará en aparecer ese maldito ruso que dices que es amigo tuyo!
A Fergie se le veía especialmente nervioso, harto de esperar había decidido enfrentarse a Louis.
- ¡Que no es ruso capullo, utiliza un nombre falso para cubrirse las espaldas! - medió Rod - ¿Cuántas veces van a tener que repetírtelo?
- ¿Y eso qué más da? - replicaba el mulato -. Louis lo conoce, imagino yo que sabrá su verdadero nombre.
- Ya os dije que hace mucho que no lo veo, esto lo hemos organizado contactando de forma indirecta y los dos convenimos en mantener su identidad oculta hasta que todo haya pasado - explicaba el cabecilla del grupo -. Por seguridad, ya sabéis. Trabajé con él hace años, cuando todavía estaba en lo más bajo y no me había hecho un sitio. El caso es que lo cogieron y se vio obligado a alistarse para evitar una condena peor, fue una putada pero al menos ha servido para darnos esta oportunidad. Os repito que es un tío legal y por su parte no debemos temer nada.
- De verdad espero que tal y como dices no haya cambiado estando aquí - dijo Rod -. Hubiera sido mejor traer armas. Más vale tenerlas y no necesitarlas, que necesitarlas y no tenerlas.
- Ya sabes que eso habría sido demasiado arriesgado - replicaba Donna -. Los brigadistas no van armados, si en un registro nos las hubieran encontrado todo se habría ido a tomar por culo.
- Dirás lo que quieras, pero con un hierro en la mano yo me siento mucho más seguro - fanfarroneó Fergie, Donna lo miró con cierto desprecio y ni se dignó en contestarle -. Además, todo este asunto tiene algunas cosas raras. Tanto insistir en que tiene que ser esta misma noche, que no puede ser mañana ni pasado ¿No iban a estar los putos brigadistas haciendo inventario en esos almacenes durante quince días? Ese Sergey podría colarnos cualquier otra noche.
- Veo que la mierda que te metes ha dejado tu puto cerebro más atrofiado de lo que imaginaba, Fergie - se enfureció Rod -. No habrá más oportunidades aparte de esta noche hasta dentro de un año porque hoy es cuando entran los nuevos reemplazos. Los cabezas cuadradas más novatos tienen su primer día de curro en el complejo de la Cuarta División y los que van a ser sustituidos sólo piensan en lo poco que les queda para largarse. Será el mejor momento porque es cuando más descontrol hay. Unos que llegan, otros que se van y en medio de todo más de un centenar de brigadistas ayudando en los inventarios. Nadie sospechará cuando Sergey nos introduzca y, una vez dentro, tan sólo tiene que dejarnos en algún lugar cerca de la cámara del tesoro y hacer como si nos encomienda algún tipo de tarea.
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