Hoy, en tiempos de familias ensambladas, también es necesario realizar un contacto semanal en la que los adultos con prudencia y equilibrio, alejados de sus tareas laborales, compartan con los niños y jóvenes sus vivencias y enfoques de la vida.
Es bueno en estos momentos limitar o suprimir lo tecnológico buscando un real contacto personal. Es triste ver como muchos encuentros son desperdiciados al estar sólo puesta la atención en celulares o televisión.
Que jamás empañe una reunión familiar una discusión política. Por respeto a los demás, habrá que saber callar o buscar otros temas que no sean conflictivos para así conservar el objeto de la reunión familiar, que es el crecimiento en afecto, amor y solidaridad.
Si estamos buscando evitar la violencia y el salvajismo en la sociedad, debemos en familia y en comunidad, promover encuentros creativos, de crecimiento humano, de despertar de valores, de señalar las necesidades de la solidaridad, la honestidad y el respeto por el otro.
Seguramente esos encuentros no serán la única solución para enseñarnos a vivir en paz en la familia y en la sociedad, pero será un aporte que cada padre o madre responsable puede hacer en bien propio, de sus hijos y de su país. La cantidad de actitudes positivas va reestructurando a la sociedad toda, que es la suma del aporte de los individuos. La responsabilidad básica está en los padres y madres de familia, y estos encuentros semanales son la ocasión de una enseñanza de valores que no es posible desperdiciar.
¡No pretendamos sacarnos de encima la enseñanza y educación de nuestros hijos atribuyéndosela al Estado o a los maestros!
La primera obligación y devoción por la educación de ellos es de papá y mamá. Sí! Digo: “devoción” “por la educación de ellos” pues lo hacemos con el amor de querer hacerlos buenos hijos, buenos ciudadanos, buenos padres y madres, buenos seres humanos en todo sentido.
Consubstanciados con ello, ese encuentro semanal con primos, tíos y abuelos puede ser de importante ayuda para la integración y formación de todos.
Ahora nos toca no teorizar, sino que conscientes de lo que puede hacer nuestro esfuerzo educativo, realizar con entusiasmo y contribuir a ese encuentro familiar semanal, que con el tiempo dará seguramente abundantes frutos.
Que aquella tradición, hoy renovada conscientemente por padres y madres jóvenes comprometidos, nos dé el impulso necesario para lograr una familia unida y una Patria sin grietas, ni odios, ni salvajismos inhumanos.
¡Es posible lograrlo!
Colaboración de Alejandro Bruno de ENTREJO BAR y Juli Genta
Reflexiono y medito
a) ¿Soy consciente de la importancia de la familia en la formación de niños y jóvenes?
b) ¿Contribuyo y participo de encuentros familiares que favorezcan el crecimiento interior de niños y jóvenes?
c) ¿Siembro y estimulo en ellos semillas de solidaridad, equilibrio y amor por los demás?
d) ¿.................................................?
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