Las reacciones al libro fueron múltiples. Recibí retroalimentación de muchos de mis lectores. Por ejemplo, el amigo Fernando Ferrán me llamó un domingo bien temprano para decirme que le había encantado el libro. Me confesó que inició su lectura con cierta aprehensión, pero mientras leía, más se entusiasmaba. Antonio Avelino fue otro de los que se comunicó conmigo para decirme que estaba embebido leyendo el libro. Me dijo que conocía los artículos, y que le había encantado la forma en que había organizado el tema.
Esta obra, Volviendo al Caribe, se basa principalmente en los artículos correspondientes a los años 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019 de la columna “Temas sobre el Caribe”. Agregué otros trabajos que escribí durante estos años. Trabajar en estas nuevas reflexiones evidencia ¡una vez más! la complejidad del mundo caribeño. Cada isla sumergida en el corazón del Caribe y cada país tocado por el hermoso e inmenso mar, tiene su historia, sus secretos y su propio mundo. En el Caribe hay unidad, pero también mucha diversidad. Esta realidad se podrá apreciar a lo largo de las páginas de este libro.
Como podrá apreciarse en su lectura, en este libro hay historia, mucha historia, pero también hay muchas reflexiones sobre el presente y el futuro del Caribe insular y del Gran Caribe. La realidad es que nuestra media isla es caribeña, pero los dominicanos no hemos tomado total conciencia de nuestra “caribeñidad”. Estamos en posición difícil. Somos grandes, casi inmensos para cualquiera de las diminutas islas que conforman el Caribe insular. Para ellas somos una especie de monstruo marino voraz que puede comerse los peces pequeños.
La diversidad de temas abordados y la cantidad de obras leídas y sistematizadas demuestra, sin duda, que la autora quiere comprender el Caribe desde todas sus vertientes y temporalidades. Aunque soy fundamentalmente historiadora, soy también una ciudadana que tiene preocupaciones, pues ansía, desea y tiene la esperanza de que nuestro país haga conciencia de su condición de país caribeño, aunque muchos no nos quieran, pero que, sobre todo, que sus gobernantes abandonen sus intereses particulares y luchemos juntos por un futuro común, que leguemos a nuestros hijos y nietos una sociedad mejor.
Al inicio solo existía el nombre del Centro de Estudios Caribeños de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Iniciamos nuestro trayecto desarrollando un programa muy especial e importante para el país: Relaciones Haití - República Dominicana. Entre los años 2013 y 2016 hicimos tres encuentros de estudiantes haitianos y dominicanos de nuestra universidad, e invitamos a otros estudiantes haitianos de otras universidades. En el último encuentro tuvimos el privilegio de contar con la presencia del famoso cineasta haitiano Arnold Antonin, quien presentó su laureado documental sobre el terremoto del año 2010. También realizamos un importante seminario sobre la Migración Haitiana a la República Dominicana, en el que participaron importantes figuras de ambos países, entre ellos el muy recordado Guy Alexander, uno de los embajadores más icónicos de la República de Haití en la República Dominicana. Un curso de mucha demanda fue el que hicimos con la participación maravillosa de Rachel Doucet, “Historia de Haití”. Otra actividad que generó mucho interés fue el encuentro: “Una isla. Dos naciones. Un futuro”, en el que participaron Silvio Torres Saillant y Jean Marie Théodat. Este evento se realizó en un momento muy crucial, pues en nuestro país las fuerzas de la ultraderecha habían arreciado su discurso anti-haitiano y estaban en desacuerdo con la política llevada a cabo por la institución de la Organización de Naciones Unidas de Ayuda a los Refugiados (ACNUR). Gracias a Dios todo salió bien y el evento constituyó un verdadero espacio de reflexión. Estas actividades pudieron efectuarse gracias al apoyo moral y financiero de la Fundación Friedrich Ebert, Stephanie Hanke, y de ACNUR, en la persona de Gonzalo Vargas Llosa.
Un evento internacional que llevamos a cabo en 2016, conjuntamente con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-RD), fue el titulado “Integración Caribeña. ¿Mito o realidad?”, en el que participaron representantes de Haití, Trinidad y Tobago, Cuba, Puerto Rico, Jamaica y Martinica. Este debate fue muy interesante y nos permitió ampliar los lazos de amistad con universidades caribeñas insulares. Contamos con la ayuda financiera de la Unión Europea, a través de la Dirección General de Cooperación Multilateral (DIGECOM). Fue un magnífico evento en el que se manifestó el drama de las islas-países insulares en su largo camino hacia la integración.
En agosto de 2017, meses después de la firma del histórico acuerdo entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el comandante en jefe de Cuba, el presidente Fidel Castro, realizamos un evento conjuntamente con la Cátedra Norman Girvan de la Universidad de La Habana, para analizar el impacto de este acuerdo en la vida económica, política y social de Cuba. El evento fue un éxito de asistencia, pero lamentablemente al ganar Donald Trump la presidencia, el acuerdo se fue a pique y Cuba vive hoy una dramática situación económica en donde prima el desabastecimiento.
A lo largo de estos años de intenso trabajo, siempre soñamos con tener nuestras propias cátedras. Habíamos escuchado de la Cátedra de Estudios Caribeños Juan Bosch que tienen varias universidades en América Latina. También que la Universidad de La Habana tiene la Cátedra Norman Girvan de Estudios del Caribe. Entonces, ¿por qué nuestra PUCMM no tenía su propia cátedra? Comencé a buscar consenso interno sobre dos cosas: la necesidad de que nuestra institución tuviera su cátedra y que estuviera dedicada a Frank Moya Pons. Fue fácil. El consenso era arrollador.
Antes de escribir el documento que se presentaría al Consejo Académico, conversé con el amigo historiador Frank Moya porque quería que estuviera de acuerdo con el proyecto. Lo hicimos y aceptó de buen agrado la distinción. Elaboramos el documento que se presentaría al Consejo Académico. Fue discutido y aprobado por unanimidad.
Así, en noviembre de 2016 se instauró con todo el protocolo académico posible la Cátedra de Estudios Caribeños Frank Moya Pons. Un gran grupo de profesores de carrera académica de la PUCMM desfilaron con sus trajes académicos acompañados de las autoridades académicas: el rector, los vicerrectores y los decanos. Fue una mañana maravillosa. Frank Moya ofreció una excelente conferencia sobre la definición del Caribe. En el año 2017 invitamos a Anthony Maingot, quien ofreció una disertación sobre los riesgos de la región. En 2018 el invitado fue el historiador Alfonso Múnera, diplomático e historiador, ex secretario general de la Asociación de Estados del Caribe, quien hizo una reflexión sobre las características del Caribe y el futuro de la región.
En junio de este año reinstauramos la Cátedra de Cultura Caribeña Carlos Dobal Márquez. Esta cátedra se había iniciado hacía casi veinte años, pero con las prisas y las inmediateces se había olvidado. Antes de morir, el profesor Dobal me pidió que la rescatara. Se lo prometí. Cumplí mi promesa. Hice todos los aprestos y finalmente el rector, padre Alfredo de la Cruz Baldera, aprobó la solicitud. Decidimos reinstaurarla en Santiago, pues el profesor hizo su vida allí. Invitamos al amigo historiador Pedro Luis San Miguel, puertorriqueño, para que nos disertara. Había conocido al profesor Dobal y había sido profesor visitante en Santiago por los años 90. Su impresionante conferencia hizo un balance acerca de las diversas interpretaciones sobre el Caribe. Al año siguiente, 2019, vino al país la investigadora del Instituto Mora de México, Laura Muñoz. Estas cátedras han podido mantenerse gracias al apoyo decidido del Banco Popular Dominicano, y muy especialmente de nuestro amigo José Mármol por creer en este proyecto.
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