Si alguien tiene el deseo de hablar, la necesidad de hablar, entonces estará listo para hablar aunque no estén ustedes en el cuarto. Su mente preparará lo que va a decir a pesar de que no haya nadie presente. Cuando acumule suficiente material, se verá impelido a hablar.
Para mí esto no es verdad. Estoy completamente vacío. Si surge una pregunta y me hacen hablar, sólo entonces hablaré. Por eso es difícil escribir. Escribir es fácil para aquellos que están llenos.
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¿Por qué no escribe su autobiografía?
También se puede preguntar eso: ¿por qué no escribo mi autobiografía? Podría parecer muy interesante, pero hablando sinceramente, después del autoconocimiento no hay autobiografía. Todas las autobiografías son egobiografías. Lo que llamamos una autobiografía no es una historia del alma. En la medida en la que no conozcas qué es el alma, lo que escribas será una egobiografía.
Es interesante notar que no han escrito sus autobiografías ni Jesús, ni Krishna, ni Buda. No la dijeron ni la escribieron. Para aquellos que se han llegado a conocer, no ha sido posible hablar o escribir de sí mismos, porque después de saber, la persona cambia en algo tan sin forma que lo que llamas los hechos de la vida —hechos como la fecha de nacimiento, la fecha en que sucedió un evento particular— se disuelven. Lo que sucede es que todos estos hechos dejan de tener significado. El despertar de un alma es tan cataclísmica que después de que ocurre, cuando uno abre los ojos, encuentra que todo está perdido. No queda nada; no queda nadie para hablar de lo que sucedió.
Después de que uno ha conocido su propia alma, una autobiografía parece como una versión onírica de sí mismo. Es como si uno estuviera escribiendo el relato de sus sueños: “Un día vio este sueño, el siguiente día otro sueño, y el día después un tercero”. Una autobiografía como ésta no tiene más valor que una fantasía o un cuento de hadas.
Por eso es difícil escribir para una persona iluminada. Al despertar y estar consciente, encuentra que nada merece ser escrito. Todo ha sido un sueño. Permanece el asunto de la experiencia de volverse consciente, pero lo que es conocido a través de la experiencia no pude ser escrito.
Esto es así porque al reducir tal experiencia a palabras la hace ver insípida y absurda. Aún así, siempre hay el intento de hablar de la experiencia de diferentes maneras y mediante métodos diferentes.
Toda mi vida iré diciendo lo que pasó. No hay nada más que decir excepto esto. Pero esto tampoco puede ser escrito. Tan pronto como se escribe, se siente que no vale la pena hablar de eso. ¿Qué hay ahí para escribirse? Uno podría escribir: “He tenido una experiencia del alma. Estoy lleno de gozo y de paz”. Parece absurdo, meras palabras.
Buda, Mahavira y Cristo fueron contando toda su vida, de diferentes formas, lo que conocieron. Nunca llegaron a cansarse. Siempre sintieron que todavía faltaba algo; entonces hablaron nuevamente de diferente manera. Nunca se acaba. Buda y Mahavira podrían terminar, pero permanece incompleto lo que tenían que decir.
El problema tiene dos caras: lo que puede decirse parece como un sueño y sólo parece valer la pena decir lo que no puede decirse. Siempre permanece acechando la mente la sensación de que no es útil decir lo que me ha sucedido. Mi propósito es guiarlos en el sendero que podría llevarlos a la experiencia misma. Sólo entonces podrán, algún día, entender lo que me pasó a mí. Antes de eso no lo pueden entender, y decirles directamente lo que me pasó no tiene ningún objeto. No pienso que lleguen a creer lo que digo. ¿Y de qué me sirve hacerlos recelosos? Sería dañino. La mejor manera es llevarlos por ese sendero, a esa loma desde la cual pueden ser empujados a donde algún día ustedes mismos puedan tener la experiencia. Ese día serán capaces de confiar. Sabrán la forma en la que sucede esto. No existe otra manera de confiar.
La gente se preguntaba en los tiempos de la muerte de Buda: “¿Adónde iremos después de la muerte?”. ¿Qué respondió Buda? Él dijo: “ No he estado en parte alguna, entonces ¿adónde puedo ir después de la muerte? Nunca me he ido a parte alguna y nunca he estado en parte alguna”. Todavía, después de esto, la gente le preguntaba adónde se iría. Pero él había dicho la verdad, porque el significado de la budeidad es la ausencia de lugar. En ese sentido, uno está en ninguna parte, entonces no surge el asunto de estar en alguna parte.
Si pueden estar quietos y en silencio, ¿que más queda excepto la respiración? Sólo permanece la respiración; nada más. Permanece la respiración como el aire dentro de una burbuja. Si logran estar en silencio al menos una vez por algunos minutos, entonces se darán cuenta que cuando no hay pensamientos no hay nada, sólo la respiración. La inhalación y exhalación son nada más que la entrada y la salida del aire en una burbuja o en un globo. Entonces Buda dijo: “ Fui solamente una burbuja; ¿dónde estaba yo? La burbuja se ha reventado y ustedes me preguntan: ‘¿Dónde se ha ido?’”. Si alguien como Buda sabe que es como una burbuja, ¿cómo pude escribir su autobiografía o decirnos algo sobre su experiencia? Cualquier cosa que dijera sería mal entendida.
Hay un santo en Japón llamado Lin Chi. Un día, Lin Chi ordenó que se removieran todos los ídolos de Buda. Nunca ha existido un hombre como él. Tan sólo poco antes había adorado a esos mismos ídolos de Bud; ahora estaba ordenando que los removieran. Alguien se levantó y le preguntó: “¿Estás en tus cabales? ¿Sabes lo que estás diciendo?”.
Lin Chi contestó: “Mientras estaba pensando que yo era, creía que Buda era. Pero cuando yo mismo no estoy ahí, cuando sólo soy una burbuja, entonces entiendo que alguien como Buda no pudo haber estado ahí”.
En la tarde, Lin Chi estaba otra vez adorando a Buda. Nuevamente le preguntó la gente qué estaba haciendo. Les dijo: “Fui ayudado por el no-ser de Buda a mi propio no-ser. Por eso le he estado dando las gracias. Ha sido un agradecimiento de una burbuja a otra, nada más”. Pero estas declaraciones pueden no ser propiamente entendidas. La gente pensó que algo estaba mal con este hombre y que había ido en contra de Buda.
La autobiografía no sobrevive. Hablando en profundidad, el alma en sí no sobrevive. Hasta ahora sólo entendemos que el ego no sobrevive. Por miles de años nos han dicho que cuando uno logra el propio conocimiento el ego no sobrevive. Pero para ponerlo correctamente, el alma misma no sobrevive.
El entender esto lo llena a uno de miedo. Por eso es que no podemos entender a Buda. Él dijo: “El alma tampoco sobrevive; nos volvemos no-alma”. Resulta muy difícil entender a Buda en este mundo.
Mahavira sólo habló de la muerte del ego; tan sólo eso podía ser entendido. No es que Mahavira no supiera que hasta el alma no sobrevive, pero tomaba en cuenta nuestro entendimiento limitado. Entonces sólo hablaba de abandonar el ego, sabiendo que alma de disolvería automáticamente.
Por primera vez, Buda hizo una declaración que había sido un secreto. También lo sabían los Upanishads, Mahavira también lo sabía, que al final el alma no sobrevive porque es una proyección del ego. Pero Buda reveló un secreto que había sido celosamente guardado por mucho tiempo. Eso creo dificultades. Empezaron la pelea aquellos mismos que creían que el ego no sobrevivía. Si el alma tampoco sobrevive, dijeron, entonces todo es inútil. ¿Dónde estamos?
Buda tenía razón. Entonces ¿cómo podría haber una autobiografía? Todo es como una secuencia de un sueño, como los colores del arcoíris que se forman en una burbuja. Los colores mueren cuando se revienta la burbuja. Éste es un resultado muy obvio.
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