Así pues si hacemos una analogía entre un país o una región y una “corporación” cuyos miembros son socios y empleados y su objetivo es aumentar el bienestar de todos ellos; no parece sensato pasarse el día despotricando ante propios y extraños sobre ellos mismos. Es como si los accionistas y empleados o miembros de ZARA, Mercadona, Iberia, Telefónica o los estudiantes de una universidad o escuela de negocios, se dedicaran a destacar lo negativo y ocultar lo positivo del grupo y/o de sus otros miembros. Precisamente, está demostrado que las que tienen mayor éxito son aquellas en las que sus miembros están orgullosos de formar parte del equipo y que lo manifiestan, siempre que tienen la ocasión, con entusiasmo y disfrutan poniendo en evidencia su pertenencia.
España ha sido siempre mucho mejor que la imagen que ha logrado proyectar. Las percepciones han estado y siguen estando por debajo de la “realidad real”. Somos los propios españoles los más derrotistas, es decir pesimistas en cualquier empeño con nosotros mismos. Lo corroboran estudios internacionales muy serios; España es una de los países más ingrato consigo mismo comparando con la imagen que tienen de nosotros en otros lugares. Y aun así también los extranjeros tienen una imagen de España bastante por debajo de lo que es el “producto” en la realidad real. Ya lo decía Nicolás Maquiavelo:” Pocos saben lo que somos; pero todos lo que parecemos”. Y lo que “parecemos” depende de nosotros y de nadie más.
¡Ese es el diagnóstico, nos hace falta el “médico” y el tratamiento!
No hay duda que España es uno de los países del grupo de los Top15 en base a valores objetivos (PIB, Inversión internacional, empresas globales, Export-Importación, etc.); pero nuestra imagen es percibida bastante más atrás de lo que nos merecemos, especialmente entre los líderes de opinión cuando hablan de nosotros desde la perspectiva empresarial.
Bastante trabajo tenemos si queremos mejorar esa situación para que nosotros mismos la compliquemos. Es claro que, lamentablemente, en nuestro país, por alguna razón inescrutable, no nos caemos bien a nosotros mismos y menospreciamos todo lo que tenga que ver con “España”; tanto los atributos valores y beneficios que la distinguen, como los símbolos que los representan. ¡Eso es lo primero que tenemos que corregir! De eso trata el Proyecto 1785.
Hay que aclarar primero que se trata de un problema muy complejo con muchas variables difíciles de controlar. Aunque es sorprendente ver con que facilidad “expertos” sin experiencia ofrecen análisis y respuestas aparentemente certeros, sobre algo tan complejo, con un reduccionismo conceptual y la temeridad intelectual de resumir el problema en unos rankings elaborados muchas veces con muestras, poco representativas, de individuos sin poder de decisión que no tienen ni idea del país sobre el que opinan. Los gobiernos y grandes empresas siguen financiando estudios que sirven solo a fines mediáticos, y no ayudan a tomar decisiones para mejorar la competitividad.
La referencia para recomendar o pedir algo o alguien es el ser ideal que cada uno construye en su mente y le asigna atributos, valores y beneficios que espera obtener. ¡Es la marca! Ese “Objeto, fenómeno o acción material que, por naturaleza o convención, representa o sustituye a otro” (Sic DRAE) Y la “marca-lugar” debe comenzar a construirse en “casa”. Tenemos que transformar 46 millones de derrotistas en 46 millones de optimistas convencidos.
Este es un asunto del que algunos nos ocupamos, y por el que nos preocupamos, desde hace años. Ya en Mayo 2006 publiqué en CINCO DIAS el artículo “Para el ‘Made in Spain’ hay que comenzar en casa”. Creo que fui de los primeros en ponerlo en evidencia; aunque me hicieron poco caso. Para mejorar una marca lugar lo primero es informar y motivar a los habitantes de los éxitos y avances propios para que se sientan orgullosos de ser parte integral de esa referencia. Hay que trabajar para seamos muchos más los “optimistas” que los “derrotistas”.
No se puede olvidar que, aplicada a un lugar o país, la marca es la imagen del lugar o país en la mente de sus propios ciudadanos y los de otros países. Si unos y otros la perciben con atributos atractivos, sustentados por valores positivos y la promesa de “beneficios” útiles para ellos, entonces aceptarán y promoverán lo que se les ofrece; inversión, talento, turismo, productos o servicios.
Y en un mundo global de competencia “despiadada” una marca país bien posicionada es clave para influir, competir y lograr el progreso de sus ciudadanos apalancado en su éxito internacional. Aquí está la gran debilidad de la “España” no hemos trabajado bien este asunto, ni dentro ni fuera. Lo certifica el informe del Reputation Institute en su informe Global Reptrak® 100 Report: España es uno de los países que más cae en el ranking de reputación cuando la valoración la hacen los propios españoles. Esta es la actitud a cambiar. Hay que transmutar a los españoles…
Puede que el Mariscal Ott Von Bismark tuviera razón cuando dijo “Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a si misma y todavía no lo ha conseguido”.
Es imprescindible que cambiemos de actitud, no sea que Von Bismark se haya equivocado y terminemos destruyéndonos a nosotros mismos… Seria mucho mejor que entre todos hiciéramos que la segunda parte de su frase fuera: “España…Lleva siglos queriendo mejorarse a si misma y lo ha conseguido”.
Los que participamos en el Proyecto 1785, estamos seguros que hay un gran número de españoles como nosotros, la mayoría, con muchas ganas de “salir de este armario”, para presumir de lo que somos y lucir los símbolos que nos representan.
Por eso en este libro hemos recogido, con la ayuda de unos cuantos “optimistas”, 1785 motivos para pensar “en positivo” sobre lo nuestro y sobre nosotros mismos.
Sintámonos orgullosos de ser españoles y dejémoslo claro dentro y fuera de España.
¡Que “España” gane o pierda lo tiene en su mano cada español! Como la Roja, cada crack haciendo su juego; pero todos en equipo…
Al final España somos todos; el resultado de un “estilo de vida” propio, inimitable y envidiado en muchas partes, incluso en Noruega...
Raúl Peralba (Alias: Ralph Whitestone)
www.positioning.ws/ www.thinkingheads.com
ESPAÑOLES POR EL MUNDO, HOY
César Vacchiano
Ingeniero y analista
En 1785, el rey Carlos III decidió que era preciso diferenciar la bandera que ondeaba en los buques españoles, por la frecuente confusión que se suscitaba con ingleses y franceses, dada la presencia común de una simbología de «cruces». Nuestra bandera nace así en 1785 y nos ampara en el mundo.
En 2014, en Trondheim, encontré un joven muy dinámico que gestionaba la actividad digital de una red de hoteles en Noruega. Llevaba una cinta en la muñeca con la bandera española y, tras las primeras palabras en inglés, descubierto el origen común, me explicó su aventura profesional y cómo había conseguido ser mejor considerado que en su propia tierra; estaba convencido de que ser español es un asset y, sin duda, le ayudaba a «vender».
Con frecuencia muchos de nosotros hemos percibido la preocupación de líderes empresariales y sociales sobre las percepciones que suscita nuestro país y el efecto que provocan en diferentes ámbitos, con repercusiones en la relación internacional. Lo español se configura como un concepto de interpretación subjetiva, abordado casi siempre con interés y pretensiones de mejora, que no ha sido contemplado como objeto de gestión para contextualizar una ambición: capitalizar un activo inmaterial, que pertenece a todos los ciudadanos y que puede actuar como palanca favorable en las relaciones que nos vinculan con el mundo, al que hemos ofrecido y ofrecemos personas, talento y bienes reconocidos, que han construido una reputación basada en evidencias.
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