Jesús Albarrán - El legajo de la casa vieja

Здесь есть возможность читать онлайн «Jesús Albarrán - El legajo de la casa vieja» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El legajo de la casa vieja: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El legajo de la casa vieja»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una circunstancia es un factor externo que afecta a una persona en concreto o un conjunto de ellas.
Esta novela narra como las circunstancias acaecidas en un momento, afectan y determinan la vida de quien las sufre o las experimenta y podemos vernos obligados a aceptar situaciones y adoptar decisiones que, de otra forma, no hubiesen sucedido o no se hubiesen tomado. Cuando irrumpen inesperadamente condicionan todo. También el futuro. Es, como en la novela se describe, «como un vilano arrastrado por el viento que, hasta que no amaina, no le permite caer al suelo para germinar».
También describe como la bondad, virtud que se opone a la crueldad humana, tan común en los momentos en los que la historia se desarrolla, se impone y al final, trae sus frutos en beneficio de quien actúa con esa actitud de hacer el bien.
Esta es una novela que pretende ser de lectura fácil y amena. Es casi de aventuras, por el momento en el que se desarrolla y el personaje vive.
Está escrita en primera persona, permitiendo así al lector imbuirse en la historia como propia.

El legajo de la casa vieja — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El legajo de la casa vieja», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¡No os quedéis quietos! —nos gritó Adánez—. ¡Sé que os importa tres narices todo esto, pero tenéis que hacer entender que estáis con ellos! No hace falta que entréis al cuartel, pero que os vean correr hacia él… y gritad… ¡Gritad con fuerza…! ¡Insultad, como hacen los demás!

—¡Parece que ahora ya disparan menos! —continuó—. ¡Vamos! ¡Vais sin armas, no os expongáis! ¡Entrad, pero quedaos al margen de todo! Si nos perdemos, en cuanto esto se calme un poco nos vemos junto al monumento a Cervantes, en el centro de la plaza de España.

Cuando los asaltantes entraron en el patio del cuartel, los refugiados y los defensores salían asustados con los brazos en alto, con actitud de rendición. De nada les valió. A medida que iban saliendo al patio, los iban asesinando. Mataron a más de trescientos. El patio quedó sembrado de cadáveres.

En esos primeros momentos, a todo al que encontraban con un fusil en las dependencias del cuartel, o llevaba uniforme militar del Ejército, o suponían que era de los que se habían encerrado voluntariamente en el cuartel y resistieron, era ejecutado en el acto; sin más contemplaciones. En algún caso vi cómo a un muchacho que no portaba fusil le hacían quitarse la camisa para ver si tenía el hombro derecho irritado por el golpeteo producido por el retroceso del fusil al disparar. Si era así, era una prueba definitiva y le descerrajaban un tiro allí mismo, sin más. Observando el descontrol y la impunidad con la que se actuaba, estoy seguro de que también alguno de los asaltantes, por llevar un fusil en la mano, fue confundido y pagó con su vida.

El general Fanjul, que dijeron que había sido el que promovió el encierro y organizado la defensa, debió de pensar que las tropas del general Mola, que avanzaban hacia Madrid, entrarían de inmediato y llegarían a tiempo. Se equivocaba. También fue herido por un disparo de la artillería y posteriormente apresado.

—A ese ya no le salva nadie —dijo un asaltante—. Seguro que le fusilarán.

Algunos oficiales de los allí encerrados se rindieron. A unos cuantos los mataron en el acto; otros, sabiéndose vencidos, se reunieron en un despacho y se pegaron un tiro.

Muchos de los encerrados en el cuartel aprovecharon la confusión. Desarmados y vestidos de paisano, consiguieron mezclarse con los asaltantes y escabullirse. Menudo caos había.

Los asaltantes entraron a saco en las dependencias del cuartel y se apoderaron de cuanto les interesó: armas y enseres, fusiles arrebatados a los soldados caídos, pistolas, bayonetas, incluso cartucheras y cascos. Todo lo que les apetecía o quisieron. Vi salir a uno vestido con el atuendo clásico de un miliciano, correajes, pistola al cinto y botas altas, con una máquina de escribir; otro portaba una caja metálica que me pareció una caja fuerte; y hasta vi a un hombre, ya entrado en años, que se llevaba una caja de puros. Vamos, un saqueo en toda regla.

La mayoría de los fusiles y cerrojos almacenados en el cuartel, codiciados por el pueblo y cuya entrega había sido ordenada por el Gobierno, fueron requisados por los guardias de asalto para ser trasladados a algún lugar más seguro y poder armar a las milicias que se estaban formando.

Yo entré en el cuartel empujado por el tropel. Me quedé cerca de la puerta que daba entrada al patio. Permanecí pegado a la pared, sorteando el gentío que pugnaba por formar parte activa de ese ajuste de cuentas. Tenían que matar a alguno o, al menos, eso era lo que a voces pedían:

—¡Matemos a estos traidores! ¡Muerte a los fascistas!

Fue espantoso. El patio estaba lleno de cadáveres. A veces volvían a disparar a los caídos en el suelo, por si alguno permanecía con vida. Yo no podía soportar ese espectáculo macabro.

Algunos asaltantes también habían sido abatidos desde las ventanas del cuartel y quedaron tirados en la rampa de entrada y en los jardines adyacentes, sin que el resto les hiciese mucho caso. Algunos de los heridos del exterior fueron atendidos por un grupo de mujeres y transportados no sé a dónde, con unas improvisadas camillas. La hoja de una puerta, en algún caso, valió para ello. Otros, arrastrados o asidos entre dos, los sacaban de allí. Oí las sirenas de algunas ambulancias que acudían al macabro escenario.

Me asustaba ver lo que el odio podría hacer si la situación bélica continuaba. No quería ni pensarlo.

Ya había pasado un buen rato desde que irrumpieron en el recinto y los asaltantes se extendieron por todas las dependencias buscando más víctimas para satisfacer su cólera. Yo me quedé parado un rato a la entrada, antes de llegar al patio; sin moverme. No quería ver más el resultado de ese odio desbocado.

Había perdido de vista a mis amigos. Aún se oía algún tiro en el interior. Temía por ellos.

«¡Otro tiro más!», pensaba yo: «Ojalá mis amigos estén a salvo».

Salí de aquel siniestro lugar escabulléndome como pude y me dirigí al punto de encuentro convenido en la plaza de España. Fui andando despacio, a pequeños tramos; parándome a cada momento y, como haciéndome el despistado, miraba a un lado y a otro oteando la situación. Poco a poco descendí la rampa del cuartel para acercarme a donde habíamos quedado en encontrarnos.

Allí estaba ya mi amigo Gabino y poco después llegó Adánez.

—¡Hola, chicos! —saludó Adánez al llegar—. Menos mal que estáis a salvo.

—¡Asustados! —fue la única y agitada respuesta que pude darle.

—¡Vámonos! ¡Salgamos de aquí! —aconsejó Gabino, y preguntó—: ¿Por dónde vamos que sea más seguro?

—Por donde haya más gente —respondió Adánez—. Así pasaremos más desapercibidos. Iremos desde la Gran Vía hacia el barrio Salamanca. Tenemos que ver a mi padre para que nos ayude.

Coches con las siglas burdamente pintadas de la CNT y de la FAI, seguramente requisados a sus propietarios, circulaban en todas direcciones haciendo sonar las bocinas: banderas desplegadas por las ventanillas. Puños en alto. Sirenas de ambulancias y camionetas circulando; algunas en dirección al Cuartel de la Montaña para recoger muertos y heridos de la horrible masacre que había tenido lugar hacía unos momentos.

Algún tiro aún se oía. Gabino y yo estábamos muy asustados, pero lo que nos dijo Adánez, lo de ver a su padre para que nos ayudase, nos dio esperanzas. Nos marchamos de allí.

La gente circulaba por la calle; muchos ya con armas, otros buscándolas y preguntando dónde conseguirlas a los que ya las portaban.

Apresurados, nos dirigimos hacia la Gran Vía.

Grupos de hombres y mujeres pertrechados, armados y gritando nos atropellaron subiendo hacia la plaza de Callao.

—¡Vamos!, ¡recoged vuestro fusil y venid a defender España! ¡Muerte a los fascistas traidores! —nos gritaron.

Nos echamos a un lado dejándolos pasar y, para que no nos percibiesen ajenos a sus intenciones, gritamos levantando el puño:

—¡Viva la República!

Otros bajaban la calle, seguramente movidos por una morbosa curiosidad de ver la masacre del Cuartel de la Montaña.

El tránsito de hombres, algunas mujeres, también pertrechadas, y vehículos de todo tipo era grande.

—¿Os habéis dado cuenta? —dijo Gabino cuando ya estábamos en la Gran Vía—. ¡Todo el mundo ya va armado! He oído antes, entre la gente que estaba alrededor del cuartel, que el jefe del Gobierno, un tal Casares Quiroga, había dicho que de entregar armas al pueblo, nada; y que fusilaría a todo aquel que lo hiciese; y, sin embargo…

—¡Ya!; ¡sí, sí! —dijo Adánez—. Pero ese presidente del que hablas dimitió ayer. Hoy ya hay uno nuevo, un tal José Giral; y este nuevo ha ordenado armar a las milicias obreras; es decir, a todo el que quiera. Claro, que mañana puede haber otro que diga lo contrario… ¡Menudo desconcierto hay!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El legajo de la casa vieja»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El legajo de la casa vieja» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Rosa Montero
Lucia Bolsani - Vico - Il Conte
Lucia Bolsani
libcat.ru: книга без обложки
Alvaro Cepdeda
Julio de la Vega-Hazas - Las parábolas de Jesús de Nazaret
Julio de la Vega-Hazas
Pedro Jesús Carbonell Peñalver - Iluminación oculta
Pedro Jesús Carbonell Peñalver
Madre Andromeda de Jesús - Jesús de Nazaret
Madre Andromeda de Jesús
Santiago Vizcaíno - Casa Tomada
Santiago Vizcaíno
Jo Leigh - Noriu jo viso
Jo Leigh
Отзывы о книге «El legajo de la casa vieja»

Обсуждение, отзывы о книге «El legajo de la casa vieja» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x