El sentido del olfato es receptivo a la propiedad sensible discreta del olor o del aroma, incluidas otras características asociadas como la acritud o la nocividad. Las sensaciones relacionadas con los olores se basan en el encuentro con partículas diminutas de la cosa sentida; estas se procesan en los cortex olfatorios (Goldstein, 2010, p. 364). Mientras tanto, las sensaciones relacionadas con el gusto —también basadas en pequeñas partículas de lo que se degusta— se reciben en el núcleo solitario (SN), situado en el tronco cerebral, y a continuación se transmiten al tálamo y se procesan en el lóbulo frontal del cerebro (Goldstein, 2010, pp. 368-367). El olor y el sabor están íntimamente interconectados.
La capacidad sensorial táctil o tacto es el sentido más penetrante y básico, y es común a todos los animales (Aquino, 1273/1981, I, 91.1 ad 3; Ashley, 2013b, p. 155; Goldstein, 2010; Kolb y Whishaw, 2009). Dado que esta capacidad sensorial se extiende a lo largo de todo el sistema nervioso, e incluye múltiples receptores en toda la piel, a veces se denomina también «sentido cutáneo» o «sistema cutáneo» (Goldstein, 2010, pp. 329 a 352). El sentido del tacto o hapsis (que implica sensaciones táctiles de presión y densidad) es solo una modalidad de este sistema multifacético, que también incluye la nociocepción (la sensación de dolor o de temperaturas incómodas) (Kolb y Whishaw, 2009, p. 213). El mismo sistema sensorial incluye asimismo el sentido propioceptivo de la persona, que implica la consciencia corporal general y la sensación de posición corporal en el espacio (Goldstein, 2010, p. 330). El tacto es único entre los cinco sentidos primarios, en el sentido de que responde a más de un tipo discreto de propiedades sensibles (por ejemplo, por medio del tacto percibimos tanto la presión como la temperatura) (Aquino, 1268/1994a, §384; Macdonald, 2007, p. 346). Las sensaciones táctiles se procesan en la corteza sensorial somática, situada en el lóbulo parietal del cerebro (Goldstein, 2010, p. 26; Ashley, 2013b, p. 155).
PERCEPCIONES DE ORDEN SUPERIOR O COGNICIONES
A continuación pasaremos del debate de la consideración de la sensación al tema de las percepciones. Las palabras «sensación» y «percepción» se utilizan a veces como sinónimos (véase, por ejemplo, Aquino, 1273/1981, I, 78.3 ad 3 y 91.1 ad 3; III Supp., 92.2 ad 7). Pero las dos palabras también pueden distinguirse. Las capacidades perceptivas de orden superior incluyen la capacidad sintética (consciencia básica o conocimiento), la imaginación, la memoria y una capacidad básica de evaluación. La capacidad sintética consiste en una capacidad perceptiva de orden superior que diferencia y clasifica las impresiones sensoriales individuales recibidas a través de los sentidos primarios y también aprehende cosas enteras, personas enteras, etc. La imaginación es una capacidad perceptiva que almacena estas impresiones (Aquino, 1266/2005c, q. 13). La memoria es una capacidad perceptiva que recuerda las impresiones almacenadas (Aquino, 1266/2005c, q. 13). Por último, la capacidad de evaluación elemental es una capacidad perceptiva que reconoce las cosas y personas individuales, y también las evalúa (por ejemplo, en términos de daño potencial o utilidad. Muchos animales tienen un tipo de capacidad similar) (Aquino, 1266/2005c, q. 13). Las capacidades perceptivas de orden superior procesan y evalúan los datos sensoriales que se reciben de los cinco sentidos primarios (Aquino, 1273/1981, I, 78.4; Ashley, 2013b, pp. 158-173). A continuación examinaremos cada una de estas capacidades perceptivas de orden superior. Al igual que en el caso anterior sobre el tratamiento de los sentidos primarios, también consideraremos brevemente las investigaciones actuales en neurociencia para complementar nuestra investigación filosófica.
Nuestra primera capacidad perceptiva de orden superior es la capacidad sintética, que incluye, a través de su funcionamiento, la consciencia del objeto percibido. Esta capacidad permite a las personas, y a numerosos animales, interactuar con un objeto en su plena totalidad, como podría ser un rostro humano, o un gato. Esta capacidad ha sido denominada «sentido común», ya que implica una receptividad primordial que es una especie de raíz común y fundamento de los cinco sentidos primarios (Aquino, 1268/1994a, §602; di Martino, 2008, p. 88; McLuhan, 2015, p. 9). La expresión «sentido común» no se utilizará aquí debido al significado diferente que esta frase tiene en el uso popular en inglés (Ashley, 2013b, pp. 166 y 167).
A diferencia de un sentido primario, la capacidad sintética no recibe impresiones individuales o discretas de un tipo particular de propiedad sensible (como las propiedades visuales solamente o las propiedades auditivas solamente). En realidad, la capacidad sintética es receptiva a todas las impresiones individuales que se originan en los cinco sentidos primarios (Aquino, 1273/1981, I, 1.3 ad 2, y 57.2; Aquino, 1268/1994a, §390; en relación con el 57.2, véase di Martino, 2008, p. 95). En este sentido, la capacidad sintética es receptiva a todo (Aristóteles, ca. 350 a. C. /2000b, 449a18). Cada uno de los sentidos primarios contribuye, mediante un tipo específico de sensación, a la capacidad sintética de compromiso y procesamiento ulterior (Aquino, 1269/2005b, pp. 156 y 157).
Una actividad significativa correspondiente a la capacidad sintética es diferenciar entre los diversos tipos de datos sensoriales que una persona encuentra (Aquino, 1268/1994a, §390, §§601-614; Aquino, 1266/2005c, q. 13; Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 426b14-427a16). Por ejemplo, la capacidad sintética es capaz de distinguir el brillo de la dulzura, o la sensación de calor de un olor desagradable. Esta actividad es neurológica, no intelectual, en el sentido de que implica una diferenciación de impresiones de sentido discretas, no la diferenciación de estructuras o patrones inteligibles (Aquino, 1268/1994a, §601). Esta actividad de diferenciación puede describirse como una especie de juicio perceptivo negativo o «afirmación» negativa (por ejemplo, lo que sucede cuando se prueba con un terrón de azúcar: «la dulzura del objeto difiere de su blancura») (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 426b22, 428a1; también Aquino, 1268/1994a, §604). Es importante subrayar que esta actividad de la capacidad sintética es preintelectual y prelingüística. El hecho de que las dos sensaciones necesiten ser diferenciadas indica que ambas, aunque sean sentidas a través de capacidades separadas, son captadas en un solo acto de percepción (Aquino, 1268/1994a, §604). Así pues, la capacidad sintética implica de alguna manera una consciencia multisensorial (Aristóteles, ca. 350 a. C./2000c, 426b22; también Aquino, 1268/1994a, §604). Dado que la función principal de esta capacidad es permitir a la persona percibir diversas propiedades sensibles de forma conjunta, su actividad principal se denomina sintética.
Esta capacidad implica la consciencia de un todo real, que a su vez estructura las propiedades sensoriales discretas como partes. Es, como algunos pensadores observan, un «sentido gestáltico» (de Haan, 2014, p. 404).
Existen formas idealistas y realistas de entender la actividad de la capacidad sintética. La perspectiva idealista interpreta la capacidad sintética como una estructura generada internamente, aplicada a la sensación. Este relato supone que las sensaciones diversas y separadas se sustentan en una estructura psicológica a priori originada, absoluta y enteramente, en el interior del que conoce (Kant, 1787/1996, I, Sección II, Libro I, Capítulo 2, Sección 2, §§15-20 [B129-146]; Libro II, Capítulo 1 [B176-177]).
La perspectiva realista que defiende el Meta-Modelo propone que la capacidad sintética responde a estructuras de sensación existentes en el objeto real, del que se es consciente. En otras palabras, la capacidad sintética no crea la estructura que permite su percepción. La estructura holística que fundamenta la capacidad sintética es en sí misma un objeto de percepción (Aquino, 1259/1954, 15.1 ad 3; Aquino, 1273/1981, I, 1.3 ad 2). En este sentido, la capacidad sintética es receptiva y pasiva, en relación con el todo sensible real que percibe (Aquino, 1268/1994a, §612). No obstante, una vez que la persona percibe la estructura holística de un objeto, esas estructuras se conservan como recuerdos y pueden ser recordadas para facilitar el reconocimiento de este o de objetos similares.
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