No, no puedo contener el hambre animal que posee mi persona. No puedo hacerlo con ella.
Reconozco sin vergüenza que ella me interesa más de lo normal. Me he percatado de ello con el correr de estas dos semanas, en las cuales nos cruzamos un par de veces en la entrada, saludos cordiales intercambiados a pesar que, a veces, ella lucía un poco más agobiada. En algunas ocasiones hemos cruzados un par de palabras, algunas referidas a la academia, otras sobre algún contexto en el cual nos veíamos envueltos en el momento y puede que se haya dado ciertas situaciones graciosas, más cuando nos reíamos de Aitor, quien vino a visitarme en dos ocasiones, y se quedaba viendo embelesado a las chicas cuando salían de clase.
Puedo decir que, por partes, me doy cuenta que ha dejado su descontento conmigo de lado, pero es difícil decirlo con certeza. Aline está demostrando ser alguien indescifrable y yo siento la necesidad de acercarme, de que me considere como alguien con quien comenzar a forjar una buena relación.
Pocos minutos después, Stefano decide que es hora de comenzar con la práctica de los pasos básicos y ordena que todos se agrupen con sus respectivas parejas. Me fijo en el profesor mientras explica, habla sobre la pasión que debe sobresalir tras
cada paso, cómo deben posicionarse al principio y la postura que debe poseer cada uno. Aclara que infiere mucho la vestimenta, por lo que en los futuros ensayos procurará conseguir algunos zapatos para las chicas.
Cuando me remuevo en mi lugar para seguir cómodo en la observación, él pide que solo queden cinco parejas en el centro del salón y el resto que tomen asiento en suelo para que puedan ir ensayando lo básico. Elige estrictamente las parejas, una de ellas es la que Aline conforma con Clément.
La música comienza, me llama potencialmente lo imponente que es el sonido y me encanta ver cómo Stefano la siente. Muestra cómo deben ser algunos pasos, los alumnos lo imitan y él corrige a un par, sin embargo se va mostrando satisfecho conforme pasan los minutos. De un momento a otro Aline me observa, al parecer pensando que yo no estoy prestándoles atención, y se ve incomodada por el hecho de que nuestras miradas se conectan por unos largos segundos; sonrío ante el hecho de que poco después sus mejillas se van cambiando de color, desde un ligero rosa hasta un rojizo más notorio.
Es una hora más tarde que el primer ensayo llega a su fin. Ahora ya me encuentro sentado en el suelo junto a los demás alumnos que no estaban practicando. Stef está satisfecho con su trabajo y lo demuestra aplaudiendo de manera efusiva al terminar.
—Los espero el próximo viernes —le dice cuando cuatro jóvenes que, por alguna razón, comienzan a retirarse sin antes saludarlo.
Me pongo de pie para acercarme a Stefano y saludarlo. Algunos, en ese trayecto, se despiden de mí y respondo de manera cortés y siempre con una sonrisa. Se nota que comienzan a tenerme más agrado y me gusta sentirme bien, es decir, llevamos más de veinte días conviviendo en el estudio y es hora de que se den cuenta que no soy el joven desalineado y despreocupado que creyeron que sería en un principio.
El profesor toma sus cosas y me observa feliz.
—¿Te ha gustado el primer ensayo? —pregunta.
—Me ha parecido de diez. Creo que haces maravillas.
—Hago lo que puedo —responde con humildad—. Que tengas buena noche, Ben.
—Igualmente —palmea mi hombro y pronto se encamina hacia la salida.
Coloco mis manos en la cadera mientras visualizo cómo los demás alumnos continúan saliendo hasta que, de pronto, percibo de reojo que alguien se acerca a mí. Al mirar hacia mi derecha me doy cuenta que se trata de una sonrojada y sudada Lana, ha sido parte de las parejas que ensayaron últimas.
—Sé que debo tener un aspecto realmente espantoso, pero no podía irme sin saludarte —dice al momento que se posiciona a mi lado.
—Luces adorable —respondo y me reprendo rápidamente, no comprendo por qué dije eso.
¿Quién se ve adorable estando sudado? Realmente nadie, pero mi intento por ser buena persona me cegó. Una fina risa sale de sus labios y la acompaño sutilmente. Ciertamente fue algo muy estúpido para decir.
—Luzco adorable de distintas formas —sin vacilar se acerca a mí y trago en seco.
—Puedo creerlo.
Para restar un poco la tensión que es completamente palpable en este momento, vuelvo a mirar a la puerta que está frente a mí y frunzo el ceño al ver que Aline está saliendo junto al profesor de urbana. No hay nada malo en ello, son pareja de baile y están saliendo mientras hablan de lo que fue la clase, sin embargo la mano de Clément en la cintura baja de Aline me incomoda.
—¿Me oíste? —pregunta Lana alzando la voz, la observo rápidamente y salgo de mi trance.
—Lo siento, no te escuché ¿Qué decías?
—Que si quieres podemos ir a comer algo en el bar que está a dos cuadras de aquí, claro, si no te molesta acompañarme —alterno la mirada entre ella y las personas que salen por completo del salón. Resoplo, se han ido juntos.
Vuelvo a mirar a Lana, quien sonríe a la espera. No veo por
qué me negaría, al fin y al cabo siento que merezco distraerme y no quiero estar solo en casa.
—Claro. Tengo que acomodar algunas cosas en la oficina, si me esperas podemos ir.
Obtengo una respuesta afirmativa de su parte y la sonrisa que esboza me demuestra lo conforme que está.
*
—¿Por qué me miras así? —pregunta con las mejillas un poco regordetas por el pequeño trozo de hamburguesa que ingirió.
—Me llama la atención como comes, es decir, pensé que todas se cuidaban estrictamente — respondo antes de darle un trago a mi Coca-Cola.
—Hago dietas todo el año, estos gustos me doy en ocasiones especiales y creo que la primera salida contigo lo amerita ¿No?
—Claro, siempre es memorable salir a comer con el hijo de los dueños de la academia donde practicas —ironizo y ella ríe—. Pero bueno, sacando este tema de la ocasión especial… ¿Te dedicas a algo más aparte de la danza?
Deja la hamburguesa sobre el cartón que la cubría anteriormente y toma un sorbo de su gaseosa antes de limpiar, sutilmente, las comisuras de sus labios.
—La realidad es que no, solo me dedico a la danza y es porque me encantaría ser profesora de afro o contemporánea —corre el mechón que cayó por su frente—. Ya hablé con los profesores de contemporánea y dicen que tengo futuro, ojalá sea cierto.
—Yo creo que sí puede ser cierto, digo, vi cómo te movías mientras practicabas tango y lo hacías bien.
—¿En serio? Gracias, eres adorable.
—¿Estás burlándote de lo que te dije?
—No, para nada, solo recalco que también eres adorable, lo cual hace que seamos dos seres adorables con ojos enigmáticos —la visualizo fijamente y luego recuerdo que el tema de los ojos era algo que hablamos la primera vez que coincidimos fuera de
la academia.
—Bueno, enigmática —río—. Será mejor que nos apresuremos a comer antes de que nos echen de aquí.
Le señalo el lugar y ríe sutilmente cuando ve que son pocas las personas que quedan. Ya son las doce de la noche, nos hemos distraído mucho hablando de cosas de la academia, lo cual me hizo pensar que quiere sacarme información porque se ha dedicado a preguntarme todo tipo de cosas, y el tiempo pasó al nivel de que terminamos haciendo nuestros pedidos muy tarde. Ahora solo nos queda devorarnos la comida con rapidez, si es que no queremos que cierren el bar antes de que podamos irnos.
*
Estaciono el carro frente a una hermosa casa moderna de un solo piso. Me doy cuenta que se trata de un terreno amplio, puesto que es grande y tiene un jardín precioso. Puedo apreciar que está pintada con tonos grisáceos claros y los ventanales grandes hacen verla como las construcciones que se muestran en internet.
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