1 ...7 8 9 11 12 13 ...43 Telemedicina y Telesalud durante la epidemia de COVID-19 en Chile: Guía de Buenas Prácticas y Recomendaciones. Disponible en: https://www.paho.org/ish/images/docs/covid-19-teleconsultas-es.pdf?ua=1

Lactancia materna: generalidades, técnica y dificultades frecuentes
Paola Andrea Rueda García
El consumo de leche humana debe ser el patrón normal de alimentación de todos los recién nacidos y lactantes menores de 6 meses, pues tiene todos los nutrientes que estos necesitan en las cantidades justas, se la digiere con facilidad y se la utiliza eficientemente. Tiene, además, factores bioactivos que fortalecen el sistema inmunológico, por lo que se considera como la primera vacuna del bebé, pues está demostrado que incrementa las posibilidades que tienen los niños para sobrevivir, principalmente en países en desarrollo o en familias de escasos recursos.
Son muchos y bien conocidos los riesgos de no amamantar, pero estos han sido poco divulgados, debido a presiones económicas, sociales y culturales. Los lactantes que no reciben leche materna tienen mayor probabilidad de sufrir infecciones respiratorias y gastrointestinales, así como de morir por cualquier causa, incluso por muerte súbita. Se ha descrito un aumento en la prevalencia de alergias respiratorias, alimentarias y cutáneas, así como en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, metabólicas e incluso leucemia y linfomas. Además, se ha observado que la actividad corporal y el desarrollo neurológico es más demorado y menos eficiente en los niños que son alimentados con sucedáneos, comparados con aquellos que sí han recibido leche materna. Cabe destacar que la protección que brinda la leche humana ante estas situaciones depende de la dosis.
En la madre también es muy claro el aumento de los riesgos para su salud cuando no amamanta a su hijo; puede presentar involución uterina más lenta, lo cual incrementa el riesgo de sangrado; demora en el retorno al peso previo; periodo intergenésico más corto, lo que lleva a mayor morbimortalidad materna y perinatal por complicaciones en embarazos subsecuentes, así como un aumento en la probabilidad de presentar patologías cardiacas, metabólicas y oncológicas durante su vida. Cuando la mujer no amamanta, aumenta el riesgo de presentar depresión posparto y de abandonar o maltratar a sus hijos, pues la lactancia favorece el vínculo entre la mamá y el bebé, debido al aumento en los niveles de oxitocina liberada y al mayor tiempo de contacto piel con piel. Este último, además, mejora la termorregulación del recién nacido, ahorrándole energía, disminuyendo la probabilidad de hipoglicemia neonatal y el estrés biológico y emocional en la mamá y en el bebé. De otro lado, los niños que son amamantados presentan mayor interacción social, y también las madres se aíslan menos, dado que pueden regresar más rápido a algunas de sus actividades cotidianas. Además, el bebé comparte con la madre el control de su alimentación, de modo que disminuye la probabilidad de sobrealimentación y la obesidad resultante; además, las madres están más seguras y contentas consigo mismas y con su papel maternal, pues pueden cumplirlo a cabalidad.
A pesar de la divulgación de este tema, sobre todo en los años recientes, las tasas de lactancia total y lactancia materna exclusiva (LME) se han mantenido por debajo de las metas propuestas por la Organización Mundial de la Salud: menos de la mitad de los menores de 6 meses en el mundo reciben LME, y, aunque los niveles globales de lactancia materna son relativamente altos durante el primer año de vida, solo la mitad de los niños todavía son amamantados a los 2 años.
En Colombia, la última Encuesta Nacional de la Situación Nutricional, ENSIN 2015 [1], de la cual se tienen resultados, conocida como Ensin 2010, generó una alarma respecto a la duración de la lactancia exclusiva y total: mostró una tendencia a la disminución en la LME, pasando de 2,2 meses en 2005 a 1,8 meses, con una duración total de 15 meses. Con esto es evidente la responsabilidad que los trabajadores de la salud tenemos en la promoción de este patrón normal de alimentación para el recién nacido. Es obligación del médico conocer en detalle la fisiología de la lactancia, la técnica de amamantamiento y las contraindicaciones reales y con sustento científico. El médico, y en particular el pediatra, debe estar capacitado para explicar cómo continuar la lactancia cuando la madre regresa al trabajo, y, sobre todo, debe conocer y divulgar los riesgos que corre un niño cuando no es alimentado al pecho, así como los beneficios económicos de la lactancia materna para la sociedad y las técnicas para la gestión y el apoyo a la díada.
Los obstáculos más frecuentes para el inicio y el mantenimiento de la lactancia materna se relacionan con una insuficiente educación prenatal, políticas y prácticas inadecuadas en las salas de maternidad, falta de seguimiento oportuno y apoyo competente, mala información y orientación por parte de profesionales de salud, escaso cumplimiento del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, regreso precoz al trabajo y poco apoyo familiar y social. Por tal razón, es fundamental que todos los trabajadores de la salud tengan adecuados conocimientos respecto al tema, promuevan la lactancia materna como un estilo de vida saludable, realicen consejería durante la gestación y hagan buen acompañamiento en el parto y el posparto, para fomentar el contacto inmediato y continuado piel con piel entre la madre y el recién nacido. Además, en cada encuentro con una madre lactante, el profesional de la salud debe revisar la técnica de amamantamiento y corregirla si hay fallas; escuchar las preocupaciones de la madre y su familia y aclarar las dudas que surjan; facilitar la continuación de la lactancia enseñando técnicas de extracción, conservación y administración de leche cuando la madre deba regresar al trabajo; y, por último, tener muy claro en qué momento es necesario remitir a un experto en lactancia.
Evaluación de la técnica adecuada para amamantar
Apoyo a la familia lactante
Es necesario favorecer una decisión informada sobre la manera adecuada de alimentar al recién nacido, explicándole a la familia los riesgos que acarrea la alimentación artificial. Esto implica darle confianza a la mujer sobre su capacidad de amamantar y empoderarla en su papel de madre. Además, permite el aprendizaje de la técnica al interactuar con otras familias lactantes, y favorece el intercambio de saberes.
El agarre del seno
La estrategia más efectiva para favorecer el agarre es el contacto continuo piel con piel en la primera hora posterior al nacimiento, ya sea que haya sido por vía vaginal o cesárea, y el alojamiento conjunto. Es fundamental permitir que el recién nacido se agarre del pecho tan pronto muestre señales de hambre, pues el llanto es un signo tardío. Se desaconseja el uso de pezoneras, chupos o tetinas, ya que pueden incrementar los problemas de agarre.
Revisar y mostrar la posición adecuada
La madre debe encontrarse cómoda y relajada, con la espalda apoyada sobre una superficie firme. El seno debe estar completamente descubierto y la madre debe sostenerlo colocando sus dedos en forma de C, con el pulgar en el cuadrante superior externo de la mama y el dedo índice en el cuadrante inferior externo, lejos de la areola y contra la reja costal. La madre debe sostener todo el cuerpo del bebé, bien pegado al suyo (“barriga con barriga”) y apuntar la nariz del bebé hacia su pezón, permitiendo una ligera extensión del cuello, luego estimularlo mediante el roce del labio superior con el pezón, para que él abra la boca en su máxima amplitud.
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