JORGE GARCÍA TANUS
Los Hijos de Mil Budas
El ocaso de una iluminación
García Tanus, Jorge
Los hijos de Mil Budas : El ocaso de una iluminación / Jorge García Tanus. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-2424-9
1. Ensayo. I. Título.
CDD A864
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com info@autoresdeargentina.com
1 Introducción
2 I PARTE Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27
3 II PARTE Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6
1 Table of Contents
Para mis amigos...
del pasado, del presente y del futuro.
Hamilton Garciarena Temis es un abogado medianamente próspero de la ciudad de Buenos Aires, que en su juventud había conocido las enseñanzas budistas del Sutra del Loto e ingresado a una de las organizaciones que las promueve, la Bukkyo Kai, un hecho que significó una gran contienda espiritual y la vida secular en el ámbito de la abogacía, lo que derivó en un profundo y dramático cambio de perspectiva hacia los valores religiosos en general, luego de veinticinco años de práctica y pertenencia a aquella membresía religiosa.
A sus jóvenes veintiún años trabajaba como cadete haciendo tareas de trámites y fotocopias en una prestigiosa clínica cardiovascular y dudaba entre seguir la carrera de derecho, de la que ya había aprobado el curso básico para el ingreso; la de periodista, por su afición a la lectura y a los documentales biográficos y de investigación; o alguna otra ligada a la administración que le permita conservar el trabajo y tener con qué ayudar a sus padres que no gozaban de una buena situación económica.
En esa clínica, una compañera de la administración, a raíz del espíritu de búsqueda y curiosidad del joven, le transmitió las enseñanzas budistas de un monje del siglo XIII, llamado Nanjo “El Gran Sabio” y de la organización laica que las promovía a través de la práctica religiosa, reuniones y demás actividades, la Bukkyo Kai.
En un principio, Hamilton era reacio a participar de todo aquello que traiga consigo su intervención en algún “evento masivo”.
Al advertir esta limitación, esa compañera de trabajo comenzó a facilitarle diversas obras del presidente de la organización a nivel mundial y de su sede en el Japón, el maestro Takeru Yamamoto, con quien el joven experimentó una gran identificación intelectual y espiritual, que lo llevó naturalmente a querer interiorizarse más en sus obras.
Por esos días, el material al que accedía eran discursos y disertaciones del propio Yamamoto, ya que por esos tiempos llegaban traducciones de unos breves discursos en reuniones, notas, ensayos y diálogos con diversas personalidades, entre ellos Nelson Mandela (1918– 2013), a quien Hamilton admiraba profundamente y había leído de él diversas biografías, además de la de Mahatma Gandhi (1869–1948); la de Juan Domingo Perón (1894–1974), entre otras personalidades de la historia argentina y mundial.
Por su identificación con las obras de Yamamoto, al cabo de un año decide ingresar a la Bukkyo Kai de la Argentina, en mayo de 1993, luego de la única visita de este al país.
Transcurren sus primeros años de práctica y luego de graduarse de abogado –en 1998– viaja al Japón y tiene dos nuevos encuentros con quien ya en ese tiempo consideraba su mentor.
Allí comienza un derrotero en la vida espiritual y profesional del joven, que luego de un par de décadas tomaría ribetes dramáticos, al poner fin a una trama de contradicciones, intrigas, ocultamientos y actitudes subrepticias, que como miembro de la organización budista conocía, pero más que nada presenció como uno de los abogados de la institución y fiel colaborador durante varios años.
Así fue como gradualmente comenzó a tomar conciencia de que los valores religiosos que ciertas personas muy cercanas a él pregonaban no tenían nada que ver con la realidad.
Esos hechos se enmarcan en el período en el cual –como miembro de la entidad y ya ejerciendo su rol de abogado– asistió en diversas cuestiones que involucraban a la institución y a algunos de sus directivos.
Ello en paralelo con sus actividades religiosas habituales, las que –por diversos motivos– debieron sufrir interrupciones en medio de numerosos conflictos internos, generalmente vinculados a disputas por la conducción de la organización y en particular por las acciones para tomar con respecto a un grupo religioso opositor.
Tanto esas disputas como las suscitadas en relación con las actividades de miembros denominados “disidentes”, en verdad ocultaban otras motivaciones y ambiciones personales de los protagonistas que se embarcaban en tales luchas intestinas, generalmente vinculadas al propósito de tomar el control de una organización que reportaba algunos privilegios y –sobre todo– grandes dividendos.
Si bien Hamilton Garciarena se graduó como abogado en la Universidad de Buenos Aires en ese año, un breve tiempo antes comenzó a intervenir en diversas gestiones institucionales de la Bukkyo, aun sin ser un profesional recibido, todas bajo la conducción de directivos de la entidad y de responsables coordinadores de los grupos juveniles.
Ya con cierta experiencia en el ámbito profesional, desde 2008 y hasta 2018, ocupando las filas de los coordinadores de grupos de capacitación en la fe de la Bukkyo Kai de Argentina, se desempeñó como apoderado legal de la entidad.
Su arribo a tal función se debió a la apertura de diversos frentes judiciales que ameritaban una dedicación permanente o más bien la de un asesor interno, que por sus condiciones de miembro, creyente y abogado de confianza de diversos líderes de la organización, Hamilton Garciarena cubría perfectamente.
Pero lo más curioso es que su asesoramiento ya no estaba solamente dirigido con la cuestión relacionada con ese grupo opositor, sino con innumerables conflictos derivados de dimisiones internas generadas por los principales líderes de Bukkyo Kai de Argentina, que la dejaron al borde de un colapso institucional.
Luego de algunos años de enfrentamientos internos que se fueron desencadenando uno tras otro y que confluyeron en una total judicialización y –cuando él creía que esos conflictos se verían disipados o más bien habían llegado a su fin– se produjo un acontecimiento que generó en Hamilton una verdadera crisis existencial y de valores, principalmente experimentada durante el transcurso y luego de un proceso judicial en particular, que le reveló la existencia de una gran mentira sostenida durante casi tres décadas, con todo lo que ello conlleva.
Luego de varios años de desempeñarse con un éxito más que aceptable y creyendo que los embates legales contra la entidad, al menos los más urgentes y atendibles ya habían concluido, llega a él una causa que a primera vista era la más sencilla de afrontar y resolver favorablemente, la cual estaba dirigida contra uno de los más importantes directivos y referentes de esas disputas y al que Hamilton consideraba su amigo personal y todo un referente, y más bien su principal antecesor.
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