Katherine Applegate - La única

Здесь есть возможность читать онлайн «Katherine Applegate - La única» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La única: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La única»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Al principio, la misión de Byx era descubrir si había más miembros de su especie o si estaba destinada a convertirse en una superviviente, la última dairne con vida.Aunque Byx encontró otros dairnes como ella e hizo nuevos amigos y aliados, pronto se dio cuenta de que no sólo los dairnes estaban en peligro de extinción, sino que todos, animales y humanos, corrían el mismo riesgo. En esta última aventura, y con el mundo ante una amenaza sin precedentes, Byx habrá de reunir a criaturas de todas las especies para liderar una revolución.La conclusión de la trilogía La superviviente nos ofrece una vez más una historia fantástica y llena de acción con un entorno único y personajes fascinantes.

La única — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La única», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Volteé sobre mi silla para ver una vez más el pequeño lago. Tras de mí, el polvo flotaba sobre el ejército que venía marchando. Uno de los soldados arrojó una piedra a las plácidas aguas. La piedra se perdió en la oscuridad casi sin alterar la superficie.

5

La víspera

Poco antes del mediodía llegamos a la villa fortificada que según supimos por - фото 10

Poco antes del mediodía llegamos a la villa fortificada que, según supimos por un granjero con el cual nos cruzamos, se llamaba Callumweir. Mientras más nos acercábamos, menos impresionante parecía. Las murallas no superaban por mucho a un humano alto. Gambler las hubiera podido cruzar de un solo salto.

Kharu fue a parlamentar con el alcalde del lugar, un hombre alto, de cabello muy claro, a quien llamaban Tarang el Pálido, y me llevó con ella para que le dijera si lo que hablaban era verdad. Regresamos luego de media hora, con permiso para que nuestras tropas acamparan junto a la villa. Cuando los habitantes se enteraron de nuestra misión, veintitrés de ellos se ofrecieron como voluntarios para unirse al Ejército de la Paz, incluido el propio Tarang, que renunció a la alcaldía y se alistó en el campamento cargando un hacha doble.

Levantamos las tiendas, colocamos los sacos de dormir, excavamos letrinas, y atendimos a los caballos… una rutina tediosa que se nos había convertido en hábito. Kharu había mandado una cuadrilla de avanzada al bosque para talar troncos para una especie de empalizada rústica, una barrera circular de estacas con la punta afilada para bloquear el paso de intrusos. Construirla resultó ser un trabajo colosal que nos tomó más allá del atardecer, pero Kharu insistió en que todos los campamentos deberían estar fortificados para poderse defender. Si nos atacaban, no sería tan fácil que nos invadieran. Y cuando siguiéramos adelante, la empalizada permanecería allí para que la aprovecharan los habitantes del lugar.

Esa noche me detuve frente a la tienda de Maxyn, que compartía con Renzo y Perro. Estaba a solas, acomodado en una cobija junto a un cabo de vela que daba una luz titilante. A su lado, en el piso, había una muleta de madera. Maxyn había resultado malherido cuando lo capturaron unos hombres del Murdano, y todavía se estaba recuperando de sus heridas.

Nos tocamos las narices.

—¿Cómo te sientes, Maxyn?

—Mejor cada día, Byx.

Lo miré. Sus ojos eran más oscuros que los míos, y sus hombros eran más anchos. Tenía el pelo del color de la paja y orejas largas y sedosas. Éramos diferentes en muchas formas, como se podrá suponer de cualquier par de individuos de una especie.

Aun así, Maxyn era mi espejo. Cuando lo miraba, me veía. Tan pocos dairnes había en el mundo que yo sentía una pequeña conmoción de familiaridad cada vez que nos encontrábamos.

—Me estás mirando fijamente otra vez, Byx.

—Perdón —me disculpé, avergonzada—. Es que cuando te veo, es como verme en un espejo.

—¿Y eso es malo?

—No, ¡claro que no! Pero me hace recordar lo solos que estamos. Me refiero a nosotros, los dairnes.

—Cuando yo te veo, siento alivio —dijo él—, y también alegría.

Sonreí.

—¿Cómo va tu pata? —señalé su miembro derecho, entablillado con una férula polvorienta.

—Bueno, no es que vaya a poder lanzarme a la batalla muy pronto, pero voy mejorando —cambió de posición con una mueca de dolor—. ¿Te sientes preparada para mañana? Ojalá pudiera ir contigo.

Durante la cena, Kharu explicó detalles de mi misión a sus consejeros más cercanos. Al igual que yo, Tobble y Renzo estaban resueltos a hacer todo lo que pudieran. Y también al igual que yo, se sentían extremadamente nerviosos al pensar en esta visita al reino de los natites. No era normal que especies que respiran aire pasen mucho tiempo en las profundidades del mar.

—Los natites me producen escalofríos —dijo Maxyn al fin—. Son las criaturas más extrañas que haya visto. A excepción tal vez de los terramantes.

Los terramantes son criaturas semejantes a insectos, con cabeza triangular y unas mandíbulas para masticar y triturar. Los natites tienen diversas formas y tamaños, pero todos respiran agua a través de múltiples agallas. Su cabeza tiene forma de proa de barco, y además tienen tentáculos, piernas y brazos, dedos palmeados y largos pies que terminan en aletas.

—Sé lo que quieres decir —contesté, tratando de no pensar en el viaje que me esperaba, en el que vería muchísimos natites—. Aunque creo que los terramantes dan más miedo. ¡Con esas patas espinosas y esos ojos bulbosos! Me recuerdan a las arañas asesinas que solíamos encontrar bajo las piedras cuando era pequeña. ¡Sólo que mil veces más grandes! —suspiré—. Al menos los natites me resultan remotamente familiares. Algo así como mitad humanos y mitad peces.

Maxyn asintió.

—¿Partirás a primera hora de la mañana?

—El embajador de los natites se encontrará con nosotros, Renzo, Tobble y yo, en una curva del río no muy lejos de aquí. Kharu nos presentará y luego… ¿quién sabe?

—Todo va a salir bien —dijo Maxyn con un guiño, y su seguridad me hizo sentir un poco mejor.

Hablamos otro rato, y después me dirigí a la tienda que compartía con Tobble. Técnicamente, era también la tienda de Gambler, pero él prefería quedarse afuera, al acecho en la periferia del campamento. Los felivets son nocturnos por naturaleza y, aunque Gambler trataba de adaptarse a nuestras marchas diurnas, le costaba trabajo reprimir su instinto de recorrer el terreno en las noches.

No dormí bien y me desperté antes del amanecer, sorprendida al no oír los ronquidos típicos de Tobble, como un serrucho que va y viene. Estaba completamente despierto, mirando a lo alto de la tienda, con las garras aferradas a su raída cobija verde.

—¿Tobble? —pregunté—. ¿Te encuentras bien?

Se enderezó con las orejas temblando y una sonrisa forzada en la cara.

—Por supuesto que estoy bien. Me siento como nuevo. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Porque estás a punto de hacer un viaje submarino a un palacio lleno de gente que es parte pez.

Tobble soltó una risita.

—Me da gusto que vayamos juntos, Byx.

—Jamás pensaría en hacerlo de otra manera.

Cuando Tobble y yo salimos de la tienda, cargados con nuestros pesados bultos, Kharu, Renzo y Perro estaban ya aguardándonos. Los cocineros habían preparado un enorme caldero de té, que nos servimos en tazones con un cucharón.

—Quiero repetirlo de nuevo para que quede bien claro —dijo Kharu—. Los natites son casi desconocidos para nosotros. No sabemos qué querrán. Pero si vamos a detener esta guerra entre Nedarra y Dreylanda, podrían resultarnos tremendamente útiles.

—¿En verdad crees que los natites podrían impedir el movimiento naval de Nedarra? —preguntó Tobble.

—Ningún barco navega por el mar sin permiso de los natites —explicó ella—, es por eso que… —miró directamente a Renzo—, que deben comportarse mejor que nunca.

Renzo dio unas palmaditas en la cabeza de Perro.

—Entonces, nada de robar a menos que esté absolutamente seguro de salir impune, ¿es así?

—Las primeras cuatro palabras que dijiste son suficientes. Lo demás sobra.

—Bien —Renzo hizo una mueca de desesperación—. ¿Por qué me envías si ni siquiera puedo embolsarme unas cuantas baratijas?

—Porque, a pesar de las apariencias, y de todo lo que puedas decir, no eres tonto, Renzo, y me parece que Byx puede sacar provecho de tus consejos.

—Además, tú eres el único lo suficientemente grande para cargar el escudo —dijo Gambler, que llegó a paso lento para unirse a nosotros.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La única»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La única» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La única»

Обсуждение, отзывы о книге «La única» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x