Mervyn Maxwell - Apocalipsis

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El Apocalipsis de Juan comentado de una manera amena, profunda y fundamentada. Este maravilloso libro anticipa desde los días de Juan, su autor, la historia de la iglesia cristiana, así como aspectos significativos de la historia de la humanidad, y su desenlace dramático, pero que tiene un final dichoso para los hombres de bien y buena voluntad. A lo largo de esta obra, el lector descubrirá que la profecía no solo anticipa el futuro, sino también revela claramente a Dios y su infinito cuidado por nosotros.

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Los versículos del Antiguo Testamento, tal como los conocemos en la actualidad, son obra de una cantidad de rabinos judíos, conocidos como masoretas , expertos en el arte de copiar manuscritos. La familia de masoretas de Ben Asher dividió el Antiguo Testamento en 23.100 versículos alrededor del año 900 d.C.

Los versículos del Nuevo Testamento, una modificación de varios sistemas previos, es obra de Robert Stephens. En 1551, Stephens estaba preparando una concordancia para el Nuevo Testamento impreso en griego y en latín, y necesitaba una forma precisa para que sus lectores pudieran encontrar en el Nuevo Testamento los textos mencionados en su concordancia. Su hijo dice que dividió y numeró los versículos mientras viajaba de París a Lyon, lo que nos explicaría por qué algunos de los versículos están divididos en forma tan extraña.

Pero ¿qué podemos decir acerca de los capítulos? La fundación de la Universidad de París en el año 1100 dio como resultado un despertar del estudio de las Escrituras. Se hicieron y se vendieron numerosas copias de la versión católica de las Escrituras en latín, para hacer frente a la demanda. Más adelante, para facilitar el estudio de las Escrituras en ese momento, Stephen Langton, siendo profesor de la Universidad de París, dividió las Escrituras en los capítulos que encontramos no solo en el Apocalipsis, sino en todos los demás libros que la componen.

Stephen Langton era inglés. Al salir de París, llegó a ser arzobispo de Canterbury, que ayudó a obligar al rey Juan a firmar la Magna Carta en Runnymede en 1215. Falleció en 1228.

El Apocalipsis fue escrito alrededor del año 95 d.C. De modo que la división en capítulos que encontramos en las versiones actuales no llegó a existir sino unos 1.100 años después de que fuera escrito. Los versículos actuales recién aparecieron más de 1.450 años después de que el libro fue compuesto.36

23 Juan, el apóstol, no dice en realidad que él estuvo presente cuando Juan Bautista predicaba, pero podemos deducir con claridad de que se trataba del discípulo mencionado, sin nombrarlo. (Véase Juan 1:35 al 40.) La humildad era una de las características de este hombre. Verifique cómo evitó nombrarse a si mismo en relación con la Última Cena, el juicio de Cristo y la resurrección. (Véase Juan 13:23, 18:15 y 20:2 al 5.)

24 Tácito, Anales , 15.44.2-8.

25 Dio Cassius, Epítome , 67.14. Véase Donald McFayden, “The Occasion of the Domitianic Persecution”, The American Journal of Theology 24 (enero de 1920), pp.46-66.

26 Ibíd.

27 Tertuliano, On Prescription Against Heretics , p. 36; ANF t. 3, p. 260 (Ante-Nicene Fathers). Nos preguntamos cómo se pudo evitar que el aceite se incendiara, circunstancia que Tertuliano no habría dejado de mencionar, si hubiera ocurrido. Tal vez el aceite solo fue calentado hasta una temperatura letal. En todo caso, recordamos que Dios libró a los amigos de Daniel de un horno de fuego. (Véase Daniel 3.)

28Para muchos de los comentarios que haremos en el consiguiente estudio del Apocalipsis, agradezco especialmente a Kenneth A. Strand, Interpreting the Book of Revelation , edición corregida y aumentada (Naples, Florida: Ann Arbor Publishers, Inc., 1970, 1972, 1976, 1979). Me he apartado de Strand en solo unos pocos detalles.

29R. H. Charles, A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John , 2 tomos, The International Critical Commentary (Edinburgo, T. y T. Clark, 1920), t. 1, cxvii-clix, páginas especiales cxlii-cxliv.

30El Canon Muratorio aparece en varias obras, como en Daniel J. Theron, Evidence of Tradition (Grand Rapids, Míchigan: Baker Book House, 1958), pp. 106-113. Afirma que Juan escribió su Evangelio con la ayuda de otros discípulos que lo revisaron. En las páginas 32 y 33, Theron presenta, además, una fuente anónima que afirma que Papías de Hierápolis “escribió el evangelio correctamente mientras Juan lo dictaba”.

31Justino, Dialogue with Trypho, a Jew [Diálogo con Trifón, el judío] p. 81; ANF t. 1, p. 240.

32Ireneo, Against Heresies , 3.3.4; ANF t. 1, p. 416.

33Ireneo, ibíd. , 4.20.11, 5.30.3; ANF T. 1, pp. 491, 558-560.

34Clemente de Alejandría, Who is the Rich Man That Shall be Saved? , p. 42; ANF t. 2, p. 603.

35Hipólito, Christ and Antichrist , p. 36; ANF t. 5, p. 211.

36Véase, por ejemplo, F. F. Bruce, The Books and the Parchments , 3a edición revisada (Londres: Pickering & Inglis, Ltd., 1963), pp. 120, 121; Ira Maurice Price, revisión de William A. Irwin y Alien P. Wikgren, The Ancestry of our English Bible (Nueva York: Harper y Row, 1956), pp. 184, 185, 203; E. Nestle, “Bible Text”, sección III, The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge (reimpresión de 1963), t. 2, pp. 113-115.

Apocalipsis 1

La revelación de Jesucristo

Introducción

La primera declaración que encontramos en el último libro de las Escrituras lo denomina: “Revelación de Jesucristo”.

Es una revelación . El libro no es algo “oculto” o un “misterio”, como alguna gente lo ha supuesto. La palabra griega original es apokalupsis , de la cual deriva la nuestra, apocalipsis. Lisa y llanamente, esa palabra significa “descorrer el velo”, “descubrir”, una “revelación”.

Mucha gente relaciona la palabra apocalipsis con cataclismos o desastres, con un holocausto nuclear, por ejemplo, o con una Tercera Guerra Mundial. Pero en las Escrituras, el Apocalipsis es una revelación de Jesucristo . El Apocalipsis nos provee de los entretelones de lo que Jesús ha estado haciendo, está haciendo ahora y hará en el futuro, en favor de los seres humanos. ¿Cómo consiguió el apocalipsis esa fatídica connotación? Del hecho de que nos habla vívidamente de los desastres humanos. Pero los menciona, en primer lugar, para revelar que en todos ellos Dios está obrando para liberar a todos los que creen en él. Dios se interesa por nosotros.

Apocalipsis 1:1 nos dice que Dios dio esta revelación a Jesús, quien la envió por medio de su ángel a su siervo Juan. Este la escribió (vers. 2), y pronunció una bendición (vers. 3) sobre las personas que “leen” la Revelación, presumiblemente, en voz alta, y sobre los que “escuchan” esa lectura y están dispuestos a “guardar” lo que dice. El versículo 10 añade que Juan estaba “en éxtasis” (en “Espíritu”, RVR) cuando le sobrevino la revelación.

El ángel era sin duda Gabriel, ese gran ser amigable que dio a Daniel la notable profecía de los capítulos 8 y 9 de su libro, y que visitó a la bienaventurada Virgen María para anunciarle el nacimiento de Jesús. (Véase Daniel 8:16; 9:21; Lucas 1:26.)

La mención de la persona que lee la revelación en alta voz nos recuerda el hecho de que antes de la invención de la imprenta, cuando los libros eran escasos y mucha gente no sabía leer, era costumbre leer largas porciones de las Escrituras en voz alta en las reuniones religiosas. Jesús las leyó en voz alta en Nazaret (véase Luc. 4:16-20), y la costumbre prosiguió en todas las congregaciones judías en los tiempos del Nuevo Testamento (véase Hech. 15:21). Todavía está en vigencia en muchas iglesias cristianas.

De manera que hay una cadena de comunicación: De Dios a Jesús; por el ministerio de un ángel a Juan, en éxtasis (en el Espíritu), y al lector y al oyente obediente.

La Trinidad y el ángel supremo de la profecía estaban preocupados en revelarnos a cada uno de nosotros algo de vasta importancia acerca de nuestro Señor.

“A su siervo Juan”. Cuando Juan se sentó con Jesús en el Monte de los Olivos para escuchar el Sermón Profético esa tarde a la luz de la luna (véanse las páginas 14 y 15), probablemente era muy joven, como Daniel también lo era cuando fue llevado en cautiverio a Babilonia. Tal como Daniel cuando terminó de escribir su libro, Juan, cuando termina de escribir las Escrituras, es un hombre muy anciano, y cautivo, además. (Véase la página 54.)

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