Mirta Henault fue la única expositora con una impresión diferente al resto:
Entre 1955 o 56 me prestaron El segundo sexo. Supongo que habrá sido alguien de la izquierda. Así, llegó a mis manos. En ese entonces yo militaba en un grupo trotskista llamado Partido Obrero Revolucionario. En el grupo se debatía la revolución permanente, trotskismo versus estalinismo y sobre todo en el terreno político-gremial el entrismo en el peronismo como movimiento de masas. Esas eran las discusiones que se daban. No otras. Una vez como una actitud muy osada se planteó la represión sexual del proletariado. En realidad, tengo que confesar que El segundo sexo no me produjo el impacto que le produjo a mis compañeras. Igual armábamos reuniones para discutirlo. Yo me identificaba más con Virginia Woolf. Incluso, no recuerdo haber escrito alguna reseña sobre la aparición de esta obra en el semanario Palabra Obrera del partido, de gran difusión en la clase trabajadora, en el cual yo era una colaboradora permanente. Eso me había fogueado con la pluma, no cabe duda. Además, había estudiado periodismo. A El segundo sexo tampoco los grandes diarios lo tuvieron en cuenta. En efecto, lo ignoraron porque el tema de la mujer no tenía relevancia alguna. Lo mismo pasó con la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, por más que ella fuese feminista también lo omitió justamente por el compromiso que tenía Simone de Beauvoir con la izquierda. Aunque pasó desapercibo tanto para la militancia como para el periodismo, hay que reconocer que en aquellos años había una alta participación de las mujeres en los sindicatos y en los grupos de izquierda, por más que ninguna llegaba a la dirección. Por ejemplo, yo misma fui delegada del gremio metalúrgico y después del textil. Era oradora en asambleas y actos públicos. Si bien no había salido de Buenos Aires, me topé con un texto pionero de la psicoanalista y feminista marxista británica Juliet Mitchell, Women: The Longest Revolution (Las mujeres: la revolución más larga), de 1966. Este escrito clave del movimiento feminista europeo me dio la posibilidad de pensar la lucha de las mujeres por fuera del marxismo. Me cambió mi mirada ideológica y mi pensamiento político. Yo tenía muchas cuentas pendientes con las ideas revolucionarias y ella ponía el dedo en la llaga con sus duras críticas a la misoginia de las izquierdas. Entonces yo me hice feminista, así a secas; de la noche a la mañana, pero sin olvidar las luchas contra la explotación social. Podría decir que me encontraba entre lo viejo y lo nuevo. Por supuesto, ya estaba preparada para ese cambio de paradigma. Fui fruto de esos nuevos vientos, no creo ser una excepción.
Pertenezco a una generación que desafiaba la búsqueda de un mundo diferente que derribase los muros de las jerarquías y las desigualdades. En efecto, ese recorrido lo hicieron también muchas mujeres de izquierdas europeas y estadounidenses. Lo cierto fue que me despedí de todos mis compañeros del grupo y me volqué de lleno al nuevo activismo con mi entrada a la agrupación UFA, fundada en Buenos Aries, en 1970. “Hablan primero de la revolución, y luego de nuestros problemas. La mayor revolución que se está produciendo hoy no es en absoluto la del proletariado: es la de las mujeres”, sostenía Simone de Beauvoir dentro de su entorno. Por último, agradezco por haberme hecho recordar un periodo potente de mi vida, a partir de este homenaje a El segundo sexo.
Así, cerró aquel homenaje llevado a cabo en la Biblioteca Popular José Ingenieros. Esta biblia del feminismo fue obse- quiada y agasajada por una concurrencia sumamente heterogénea y amena, conforme a un espacio libertario. Tal ocasión sirvió para remediar una deuda pendiente con Simone de Beauvoir.
Jornadas de homenaje a Simone de Beauvoir en el cincuentenario de El segundo sexo
Un número significativo de investigadoras y académicas llevaron a cabo un evento recordatorio con notorias intervenciones y una amplia concurrencia. Así, el 5 y 6 de agosto de 1999 organizaron las Jornadas de Homenaje a Simone de Beauvoir en el Cincuentenario de El segundo sexo desde el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEG), cuya dirección estaba a cargo de la doctora Dora Barrancos, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El Comité organizador lo constituyó: Nora Domínguez, Marcela Nari (1965-2000), Margarita Roulet y María Gabriela Mizraje. Esta actividad fue auspiciada por el Centro Franco Argentino de Altos Estudios (CFA) de la Universidad de Buenos Aires, Editorial Sudamericana, Museo Notarial Argentino y por la Fundación Bartolomé Hidalgo para la Literatura Rioplatense. Las jornadas estuvieron conformadas por cinco mesas: Historia y política; Autobiografía y subjetividad; Lecturas de El segundo sexo; Cuerpo y compromiso y Discusiones filosóficas, una conferencia de Sylvie Chaperon, “Le Deuxième Sexe: 50 ans de lecture et de débats en France”. También se realizó la presentación del libro El segundo sexo, publicado por Editorial Sudamericana y una mesa testimonial. Para alojar este ciclo, abrió sus puertas el Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas. Al frente de la gestión se encontraba la licenciada María Inés Rodríguez Aguilar.
En aquellas jornadas se presentaron veintiún ponencias en total, de las cuales se pudieron recuperar once para ser publicadas en este libro. Algunas de ellas se editaron más adelante en otros espacios académicos y sus autorxs no consideraron oportuno volverlo hacer mientras que otrxs desistieron por falta de tiempo. Pese al paso de los años, estos textos recuperan una fuente inagotable de historias, memorias, enseñanzas e inspiraciones que replican experiencias movimientísticas y personales de décadas anteriores, tanto locales como internacionales. Es volver la mirada a la acción política y teórica de nuestrxs antecesorxs feministas. En consecuencia, el trabajo de la memoria no se agota en recapitular los recuerdos, requiere de una interpelación a los archivos para que emerja a la superficie un resultado regido por las tonalidades propias de los acontecimientos históricos y sus protagonistas. A la vez, permiten complejizar las narrativas acerca de las historias de los activismos feministas en sus intervenciones públicas como en sus producciones teóricas, filosóficas, epistemológicas, éticas y políticas.
Mesa 1. Historia y política
No se nace feminista, se llega a serlo
Lecturas y recuerdos de Simone de Beauvoir en Argentina, 1950 y 1990
Marcela María Alejandra Nari2
En París, 1949, Simone de Beauvoir publicaba los dos tomos de El segundo sexo, habiendo anticipado ya algunos capítulos en Les Temps Modernes. Muy poco tiempo después debió haber sido leído en Argentina. En francés, primero; luego, antes de la caída del gobierno peronista, en castellano, a través de la traducción de Pablo Palant para la editorial Psique, distribuida por Siglo Veinte (1954). El escándalo que produjo en París no puede haberse producido en Buenos Aires. Sin embargo, desde hoy, puede presentirse una trama un tanto difusa y sinuosa de un debate latente y esquivo. Esta trama es precisamente la que buscamos reconstituir a través de lo publicado en la revistas culturales y literarias más representativas de la década de 1950 y de los recuerdos de quienes vivieron, leyeron y discutieron por aquellos años a Simone de Beauvoir, la “naturaleza” de los sexos y la política sexual.
Si se miran algunas de las publicaciones de los cincuenta y los sesenta resulta evidente cierta difusión de la obra y de la figura de Simone de Beauvoir entre determinados círculos políticos, literarios, intelectuales.3 También se adviene la existencia, aunque en los márgenes, de un campo de discusión acerca de los sexos, su “naturaleza” o su “carácter”, su entidad y sus funciones sociales. Campo que, sin duda, no era nuevo. Novedosas eran sin embargo algunas de las posiciones.4 ¿Activó la lectura de El segundo sexo este debate? También podemos invertir la pregunta y pensar cómo estos debates estimularon la lectura de un libro como El segundo sexo.
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