1 ...7 8 9 11 12 13 ...18 48 Punto Final Año V, Nº 129, Martes 27 de abril de 1971: «Allí estaba Ignacio Pujadas, de una población obrera de Viña del Mar que por años ha laborado junto a los trabajadores de la región. Es el hombre que para Semana Santa hace revivir el Vía Crucis con obreros tan auténticos como Jesucristo. Para este sacerdote español, el que murió en la cruz fue un revolucionario más que luchó por la liberación del pueblo. También estaban Santiago Thijsen y Renato Giavio, quienes junto con los dirigentes de la Población La Victoria en julio del año pasado se tomaron el policlínico, cansados de la mala atención a los enfermos y de la falta de elementos para dar el mínimo de salud que un trabajador necesita. Estos son los curas que han dicho abiertamente que nada cambiará en Chile hasta que los medios de producción realmente lleguen a poder de los trabajadores».
3. 1971: del Grupo de los 80 a la oficina de los Cristianos por el Socialismo
La dinámica del encuentro de los 80 y de la jornada genera nuevas actividades durante el año 1971 y lleva a cohesionar de manera más vinculante la colaboración dentro del Grupo. Como lo hemos dicho, no se trabaja en la fundación de una iglesia «alternativa» ni de un magisterio paralelo, sino en una «renovación» dentro de la Iglesia Católica a partir de aquellos sectores que se comprometen por cambios sociales fundamentales:
(…) Constatamos una renovación en la Iglesia Latinoamericana que ha llevado a sectores significativos de ella a comprometerse con el proceso de liberación. Esto está permitiendo depurar el cristianismo de elementos ajenos provenientes de la ideología capitalista dominante, que impiden a muchos cristianos asumir posiciones revolucionarias consecuentes con el Evangelio de Cristo 49.
Pablo Richard escribe que en la jornada de abril de 1971 sólo se había resuelto fundar un comité de coordinación compuesto de miembros de diversas zonas y poblaciones de Santiago y de algunas otras provincias 50. En los hechos, este proceso de organización no debe entenderse de una manera muy formal, sino como una forma más vinculante de cooperar y de ampliar el círculo de los participantes. No se quería formar una organización sino un movimiento. Es lo que describe también Hernán Leemrijse:
Desde el inicio nosotros queríamos presentarnos como movimiento eclesial… considerábamos como dije (...) que habría, y todavía hay, más valores cristianos en el socialismo que en el capitalismo… y hasta el día de hoy 51.
Desde comienzos de septiembre se dieron los primeros pasos de organización, como la copia de textos, en la parroquia de Fátima en San Bernardo, donde trabajaban Juan van der Hulst, Hernán Leemrijse y Guillermo van Zeeland 52. La declaración común, publicada después de un encuentro con Fidel Castro el 29 de noviembre de 1971, llevaba todavía el título de «Reunión de los ‘80 sacerdotes’ con el Comandante Fidel Castro». En ella dan cuenta de haber fundado el «Secretariado sacerdotal Cristianos por el Socialismo», que es también el nombre del documento que firman. La primera carta circular conservada, del 13 de enero de 1972, está firmada ya con el nombre definitivo de «Secretariado Cristianos por el Socialismo» 53. El tiempo posterior a la jornada de los «Ochenta» se caracterizó por una dinámica orientada por la pregunta de cómo seguir trabajando. Por un lado, como ya se ha dicho, no se quería fundar ninguna iglesia paralela ni organización contraria a la Iglesia oficial y su jerarquía, pero por otro lado se procuraba facilitar la dinámica eclesial de una colaboración más coordinada y eficaz. La constitución de la oficina y la adopción del nombre «Cristianos por el Socialismo» expresan esa dinámica. Allí están en juego razones pragmáticas y también políticas:
El primero de septiembre de 1971 se reunió el comité coordinador elegido en las jornadas de abril. Se hizo autocrítica sobre el funcionamiento del comité y se planteó el siguiente dilema: ser un comité representativo, con eficacia, con voz pública y profética, o ser únicamente una instancia de reflexión, de encuentro, de coordinación, amistad y apoyo. Se vio también que el grupo de las jornadas de abril, tanto por su acción como por su presencia pública, de hecho se iba constituyendo, al interior de la izquierda y al interior de la iglesia, como una corriente definida y determinada 54.
Así, pues, se creó una estructura que se mantuvo hasta el golpe militar del 11 de septiembre 1973. Pablo Richard en su libro fundamental describe con mucha precisión la composición de la estructura organizativa del movimiento. El comité de coordinación que se reúne una vez al mes debe ser la instancia básica y esencial. Lo integran representantes de los grupos de base y de otras organizaciones como la Acción Católica y el Movimiento Obrero Católico. El comité es la instancia que decide sobre declaraciones y acciones públicas y nombra los miembros del comité ejecutivo. Este último debe darle una cierta representatividad al comité de coordinación y reaccionar de manera flexible ante los desafíos. El secretariado lleva a cabo el trabajo diario de comunicación y contacto 55.
No hay que interpretar esta descripción del año 1976 como si el movimiento tuviera una estructura firme de membresía con representaciones definidas 56. La estructura real se iba dando a partir de datos prácticos, de relaciones de poder y hasta de condiciones geográficas. Así lo describe Diego Irarrázaval, miembro de los comités ejecutivo y de coordinación, quien además era un miembro ideológica y teológicamente importante del movimiento, diciendo que ambos comités no estaban separados el uno del otro en su composición y funciones, y que el comité de coordinación era un círculo más amplio con miembros de los CPS y representantes de todo el país:
Claro. Yo estuve en los dos; es que se mezclaban y no éramos tan ordenados. Había una mezcla entre el ejecutivo y el comité coordinador y nunca tuvimos un estatuto o unas normas muy claras. Y además el tiempo era muy rápido, pasaban muchas cosas y nos juntábamos a veces de forma extraordinaria y otras veces con más personas... éramos como 15 personas y cuando venían los de provincia éramos como 25 ó 30 personas que coordinábamos (…) Pero el grupo de Santiago nos reuníamos con Gonzalo Arroyo en su casa. (Entrevista Irarrázaval 2016).
Martín Gárate confirma esta opinión al describir a los CPS como una mezcla entre organización y movimiento 57. La organización no debe entenderse como la de un partido con militantes formales, sino como el conjunto de quienes asistían a las asambleas y encuentros o se habían inscrito en listas de informaciones y cartas circulares. Destacan sobre todo los roles de Diego Irarrázaval, Pablo Richard, Sergio Torres y Gonzalo Arroyo como las cabezas teológicas e ideológicas 58. De hecho cobran especial importancia el secretariado de los CPS y los miembros de Santiago 59–que entretanto no eran sólo sacerdotes– por estar presentes de alguna manera en el centro de las discusiones políticas:
Pero el que tomó como cierta preponderancia con los medios de comunicación, porque nos entrevistaban y buscaban la prensa y algunos de los grupos políticos del MAPU o la Izquierda Cristiana, etc. era el Secretariado Cristianos por el Socialismo... (Entrevista Irarrázaval 2016).
Así lo ve también Mauricio Laborde quien era en ese tiempo seminarista y colaborador activo de los CPS y participó en el viaje a Cuba:
Pregunta: ¿Entonces se puede decir quién era miembro o Cristiano por el Socialismo? Laborde: No. Era muy fluido, se invitaba a todos, no había una militancia y (…) a las reuniones que hacíamos nosotros se invitaba a la gente que quisiera y siempre estaban las puertas abiertas y se estaba permanentemente haciendo público lo que hacíamos. Me acuerdo que por estas actividades de Guillermo Redington, la cartas circulares llegaban al seminario nuestro y estaban en la mesa y eran leídas por los seminaristas; no era una carta a los miembros: miembros eran todos los que podían irradiar a otros. Todo era muy fluido.
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