1 ...6 7 8 10 11 12 ...17 Para continuar sus estudios, Morales viajó a la ciudad de Oruro donde trabajó en muchos oficios duros y fue también trompetista, como lo había sido en Orinoca. La música es una parte importante de su vida. En la capital de Oruro tocaba en la banda Real Imperial, que era invitada a festividades en varias localidades. No olvida que la música lo llevó a recorrer centros mineros, especialmente, los del sur de Potosí.
“Tengo tantos recuerdos de esos viajes y de cómo iba conociendo otros compañeros y veía el trabajo de los mineros y sus luchas. Aprendí mucho y cada vez iba mirando los sufrimientos, pero también las rebeldías de nuestro pueblo”.10
En 1971 se enteró del golpe del general Hugo Banzer en una carretera por donde iban caminando con su padre hacia Cochabamba. Después del servicio militar obligatorio que cumplió en el Estado mayor de La Paz, y de vivir los golpes de estado, de Juan Pereda Asbún y David Padilla Arancibia en 1978 Evo volvió a su tierra (la historia de Bolivia registra unos 189 golpes). Pero una tragedia cayó sobre las comunidades de Orinoca cuando el fenómeno de El Niño se llevó más del 70 por ciento de la producción y más del 50 por ciento de los animales. Varias calamidades sucedieron en Oruro en los años 80, como las sequías y los miles de mineros que quedaron sin trabajo en los comienzos del aluvión neoliberal.
Desolados por las pérdidas, sus padres tomaron la decisión de irse. Y lo hicieron como tantos otros comunitarios y mineros sin trabajo, hacia el oriente. El camino recorrido por Evo resume un ejemplo de construcción de liderazgo surgido naturalmente —en lo social y político— en la lucha cotidiana, que lo llevó a resistir para sobrevivir en un país donde el colonialismo, con su carga feroz de racismo, perdura desde hace cientos de años.
Sería imposible entender cómo llegó a la presidencia de Bolivia si no se conoce ese período de su vida. A su inteligencia natural y el instinto de supervivencia, unió la militancia activa y permanente y fue uno de los dirigentes que más insistió en la organización y disciplina para enfrentar a un enemigo poderoso, que cada día asestaba golpes a las comunidades de humildes productores.
La familia Morales llegó en los años 80 a El Chapare, departamento de Cochabamba, un centro de producción agrícola nacional. Habían vivido un éxodo, huyendo de la desocupación y de las tragedias climáticas los otros. Los Morales se instalaron en el mismo corazón del trópico cochabambino en Puerto San Francisco (Chapare), una zona con espesas selvas tropicales, donde la pobreza no resultaba tan dura como en las alturas de Oruro y se podía sembrar y cultivar para el consumo familiar y para vender algo.
El joven Evo trabajó con su padre en varios oficios. Fue también arrocero. Pero pronto comenzaría a llegar arroz barato desde Brasil y esto lo obligó a buscar otro trabajo. Entonces comenzó a dedicarse al cultivo de la coca, que tenía asegurada la venta por el gran consumo interno de la hoja, que se comercializaba a un precio estable. Masticar hoja de coca, como el mismo Evo lo explicó incluso ante Naciones Unidas, es una tradición de los pueblos andinos: por sus propiedades curativas, alimenticias, su sentido ritual y mítico.
En los años 80 la hoja de coca comenzó a tener una demanda añadida a la del mercado interno. En los países ricos y especialmente en Estados Unidos, el consumo de drogas preparadas, transformando la nutritiva hoja de coca en pasta base de cocaína, gracias a los químicos producidos en ese país, comenzó a aumentar sin límites.
Se necesitaba la materia prima para elaborar cocaína mediante un proceso de laboratorio. Redes criminales comenzaron a llegar a Bolivia, mientras crecía el mercado de consumo.
En ese mismo período el general Luis García Meza tomó el poder mediante un golpe de Estado (el 17 de julio de 1980), imponiendo lo que el periodista argentino Gregorio Selser llamó La dictadura de los narco-dólares.11
Apoyado y asesorado por la dictadura argentina, García Meza se rodeó de oficiales vinculados con el narcotráfico. Aunque Estados Unidos había dado el visto bueno al golpe, el Departamento de Estado aprovechó esa circunstancia para promocionar el evidente “vínculo” de ese gobierno con el narcotráfico y luego presionar para lograr el ingreso del mayor contingente de la DEA que se estableció en ese país.
La DEA tuvo una presencia militar-policial de severa injerencia y de graves consecuencias políticas y sociales. Su llegada aumentaría de manera sorprendente las redes del narcotráfico y vino a irrumpir en la vida de los productores que sembraban para consumo local.
El Chapare: un antes y un después para Evo
El Chapare, un territorio de 38 mil km2, ubicado en la zona tropical y subtropical, en el centro del país, fue poblándose rápidamente después de la revolución de 1952 —que desarrolló en el lugar un proyecto de reforma agraria—, con la llegada masiva a la zona de pequeños propietarios para quienes el cultivo de la hoja de coca fue una salvación.
El rendimiento de esta plantación resultaba muy superior al de otros cultivos. Además, los compradores de la hoja llegan a los lugares de producción, aun en las zonas de acceso más difíciles y sin carreteras, y los campesinos no tienen necesidad de llevar el producto hasta los centros comerciales ni de recurrir a intermediarios.
El joven Morales se integró rápidamente a la comunidad de la Villa 14 de Septiembre. Ayudado por su afición a la música y al deporte, fue fundador del equipo de fútbol Nuevo Horizonte.
Hablando de esos tiempos, Evo Morales recuerda que siempre había sido un niño y luego un joven alegre. “A muchos extrañaba que siendo tan pobre tuviera esa facilidad para estar alegre. Aprendía todo muy fácil y era nuestra forma de alegrarnos unos a otros en esas vidas que llevábamos. Eran días duros pero muy buenos compartiendo con la comunidad, ayudándonos solidariamente. Fue una gran experiencia la vida en El Chapare”,12 rememora Evo.
El trabajo no era menos duro: “Hay que ver cómo quedan las manos con el hacha y el machete. Se trabajaba sin tiempo, con pocos descansos, pero también podíamos sembrar y ver crecer las plantas de frutas. Podíamos comer de lo que cultivábamos y eso era un cambio de vida. Todo crecía bien allí”.
En esa relación natural con su nuevo entorno, sus trabajos lo fueron acercando a los movimientos sindicales del lugar. El sindicato era una institución clave en El Chapare, por ser el único apoyo que tenía esta población abandonada por el Estado.
Integrado rápidamente a la comunidad, fue descubriendo las características propias de la lucha sindical en la zona. Evo se había convertido en un gran lector de todo lo que llegaba a sus manos y, como un buen observador de los sucesos, entendió rápidamente la necesidad de compartir, agruparse y defender los derechos permanentemente violentados.
Las duras enseñanzas de la injusticia en El Chapare
El mismo Evo reconoce el momento en que su vida dio un vuelco en minutos. “Sucedió algo que quedó grabado en mi memoria y en mi conciencia para siempre. Esto fue un hecho de mucho dolor que sucedió en Senda Bayer, en la Central Chipiriri, en el año 1981. Un joven cocalero fue asesinado en forma salvaje por los militares del gobierno de García Meza. Estaba algo ebrio y ellos comenzaron a golpearlo salvajemente para que se declarara culpable por tráfico de drogas y él no lo hacía porque eran mentiras. Uno más al que querían inculpar y era inocente. Entonces ahí mismo, sin contemplaciones, lo rociaron con gasolina y, delante de todos, le prendieron fuego estando vivo. Eso quedó en mi cabeza para siempre”, relató Morales. “Fue un crimen horrible y yo me juré luchar por la justicia, por los derechos humanos, por las tierras nuestras, por nuestros hermanos, por todo aquello que significara soberanía y dignidad. En ese momento acababa de tomar conciencia y eso no me abandonaría nunca más”.13
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