Hubo enfrentamientos cuerpo a cuerpo de cocaleros contra policías que dejaron un trágico saldo de muertos y heridos entre los cocaleros y policías. En ese primer día hubo más de veinte detenidos.
Tres días después, el gobierno de Quiroga dispuso intervenir con extrema violencia la sede sindical de los cocaleros en Chapare y detuvieron a más de un centenar de personas. De entre ellos, treinta dirigentes fueron llevados a la Policía Técnica Judicial, y el resto fue montado en camiones con violencia extrema.
La sede de la Federación del Trópico de Cochabamba que lideraba Evo Morales fue intervenida. En la represión actuó el Grupo Especial de Seguridad (creado por Estados Unidos) y otras fuerzas de la DEA y militares de Estados Unidos. Coincidiendo con esta situación violenta, desde principios de 2002, Quiroga —en colaboración con la embajada de Estados Unidos— impulsó la expulsión de Morales del Congreso, acusándolo de la muerte de dos policías durante los conflictos en que murieron campesinos en Sacaba.
Le hicieron un juicio que estuvo marcado por la ilegalidad ya que debió presentar su defensa en 24 horas, cuando el Código de Ética de la Cámara de Diputados marcaba cinco días, además de diecisiete para el proceso de expulsión. Morales fue expulsado en solo 48 horas (ver capítulo 3).
Fue bajo decisión de Quiroga que el 24 de enero de 2002, por presión abierta de la embajada de Estados Unidos, una mayoría formada por 104 diputados de la ADN, el MNR el MIR, la Unión Cívica Solidaridad (UCS) y la Nueva Fuerza Republicana (NFR) aprobó despedir de su escaño al líder del MAS.
El gobierno de Washington había prometido a Quiroga entregarle una serie de documentos para fortalecer las acusaciones, todas débiles, contra Morales. Pero, ¿de qué trataban los documentos que llevó el consejero político de la embajada, Patrick Duddy, a la presidencia? Era una relación de simples datos donde se hablaba de las visitas de Morales a Fidel Castro y se insinuaban supuestas relaciones con las FARC de Colombia. Sin embargo, cuando se requirieron testimonios sobre estas “pruebas”, en realidad, no había ninguna. De hecho, Evo Morales había viajado a Libia a recibir un premio por Derechos Humanos que entregaba ese país, y también esto figuraba como una de las supuestas “pruebas” que iba a presentar la embajada estadounidense, lo que no tenía ninguna conexión con las acusaciones que se le hacían.
Documentos desclasificados en los Estados Unidos en los últimos tiempos demostraron el trabajo realizado por la embajada de ese país, presionando a los partidos para la expulsión de Evo, quien en protesta por esta situación, realizó una huelga de hambre en el Congreso y denunció que se trataba de un juicio “contra aymarás y quechuas. Los que me están echando son narcotraficantes y corruptos que cobraron 1300 dólares para votar en mi contra”.
Finalmente, esta injusta expulsión solo logró fortalecer su figura política, que después debió enfrentar otra embestida de “guerra sucia” por parte del embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha. Este había llegado desde Buenos Aires y fue clave en todo el proceso para forzar la candidatura presidencial de Sánchez de Lozada, quien accedería a su segunda presidencia en 2002.
En una reunión en la casa de Sánchez Berzain junto a Sánchez de Lozada y Carlos Mesa, el embajador estadounidense les había advertido que “Morales es, potencialmente, un enemigo político de tamaño. Podemos arrepentimos si lo dejamos crecer”.39
También se encargó de la campaña de atemorizar a la población boliviana y su intromisión fue más que clarificadora cuando en febrero de 2002 comparó a los cocaleros con los talibanes. Trataba de atemorizar con la llamada Guerra contra el Terror, que después de lo que estaba sucediendo en Afganistán, sonaba a una amenaza de invasión si ganaba Evo.
Esto lo repitió mucho más claramente el 26 de junio, cuatro días antes de la elección del 30, cuando advirtió: “quiero recordarle al electorado boliviano que si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un país exportador de cocaína, pondrá en peligro la ayuda de los Estados Unidos”.40
A fines de mayo concluía su misión. En febrero de 2002 también había estado en el eje de la noticia cuando, como otra medida de fuerte presión, Washington anunció que iba a analizar las visas de algunos legisladores bolivianos. Lo actuado por Rocha y la CIA en esos momentos es una verdadera novela de la injerencia.
Nadie parecía haberse dado cuenta en Washington de que el pueblo boliviano había tenido un entrenamiento de lucha en las diversas rebeliones protagonizadas en esos años y los planes de Rocha y su gobierno durante la campaña a favor de Sánchez de Lozada serían derrotados rápidamente por la rebelión de miles de bolivianos en las calles y carreteras del país. Morales y los movimientos sociales y sus dirigencias pasaron a ser la esperanza real del pueblo boliviano.
Washington seguía sin aprender la lección. La injerencia y la impunidad eterna llevaron a Estados Unidos a cometer cada vez más errores. No podrán entender que Bolivia se les iba de las manos.
25. Revista Desafíos, “Bolivia en rebelión”, resumen tomado de la Confederación de
CIDOB, 1998.
26. Ibídem op. cit.
27. Viscarra Pando, Gonzalo, Grifo de liberación, p. 322, Ediciones Opinión, Grupo Kipus, Cochabamba, 2006.
28. García Linera, Alvaro, citado por Gonzalo Vizcarra Pando, Ibídem op.cit,. p. 324.
29. Viscarra Pando, Gonzalo, op. cit., p. 326.
30. Sivak, lbídem op. cit.p. 129.
31. La Opinión, Cochabamba, 21 de mayo 2008.
32. Ibídem op. cit.
33. Bigwood, Jeremy es un periodista e investigador estadounidense que ha logrado mediante su trabajo consecuente tener uno de los más importantes archivos sobre las injustas relaciones con América Latina. Agencia Boliviana de Prensa, 12 de octubre de 2008.
34. Ibídem op. cit.
35. Archivos Uno, Decreto Supremo 26415, Consejo de Ministros, Palacio de Gobierno de La Paz, 27 de noviembre de 2001, Bolivia.
36. Documento desclasificado, La Paz, 4839, Estados Unidos, Departamento de Estado. Informe sobre la visita de Jorge Quiroga a Estados Unidos enviado a diversos organismos entre ellos la DEA, USAID y otros.
37. Ibídem op. cit.
38. Diario La Razón, 16 de enero de 2002
39. Sivak Martín, Jefazo. Retrato íntimo de Evo Morales, editorial Debate, 2008, p. 136.
40. Ibídem op. cit., p. 137.
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