Pero el gobierno navegaba en la decadencia y se recrudecieron las respuestas de los sindicatos campesinos en marchas muy creativas. En una de ellas, los manifestantes recubrieron las carreteras con hojas de coca.
En agosto de 2001 Banzer renunció por razones de salud (murió en 2002) dejando un país movilizado que lo había derrotado en las batallas que intentó librar para cumplir con las demandas de Estados Unidos.
Asumió la presidencia Jorge “Tuto” Quiroga, ingeniero formado en Estados Unidos, apoyado por Washington y ligado a la CIA. Pero tampoco pudo doblegar la imparable rebelión.
“En los cuatro años de gobierno de Hugo Banzer signados por el caos de la mega coalición que lo apoyaba, el estancamiento económico y los escándalos de corrupción y despotismo, Evo se convirtió en un blanco oficial permanente. Fue el enemigo perfecto y deseado. Lo acusaron de narcotraficante, de ser el primer eslabón, el mejor aliado, el mayor canciller del narcotráfico, de mantener relaciones con la narcoguerrilla, de padrino de traficantes de químicos; lo llevaron a la justicia por cargos de asesinato, instigación al crimen, de responsable de desapariciones de alzamiento armado, de atribuirse los derechos del pueblo, de pertenecer a una organización criminal, de atentar contra el transporte y el servicio público, de destruir bienes del Estado. Lo culparon de tener 200 hectáreas, de tener 60 hectáreas, de estar financiado por guerrillas y gobiernos extranjeros, de manejar borracho, de ser el dictador del Chapare, de ser el rey del Chapare, de hacer viajes de placer a Europa, de tener en su agenda direcciones de guerrilleros colombianos; se burlaron públicamente de él (...) le regalaron —a través del presidente de los empresarios privados— una Biblia y una Constitución para ‘civilizarlo’ y lo citaron a negociar en habitaciones con crucifijos”.30 Así describe el periodista Martín Sivak la serie de acusaciones falsas, mentiras y maniobras de degradación que tejieron los hombres de la CIA en Bolivia en ese tiempo. Sivak también afirma que Morales soportó todos los embates y que su figura se agigantó desde entonces. Sus bases campesinas en El Chapare estuvieron siempre junto a él.
En la mira del presidente Quiroga
Morales seguiría siendo uno de los grandes blancos en tiempos de Quiroga, quien impuso diez convenios antiterroristas firmados con Estados Unidos, por lo cual fue felicitado en una visita oficial a Washington en 2001.
Durante su gobierno no solo se persiguió a Morales sino que incluso hubo intentos de asesinarlo.
El 20 de mayo de 2008 el presidente Evo Morales confirmó ante la prensa de su país que en el año 2001 un policía (Canán) había sido instruido para asesinarlo a la salida de una reunión de cocaleros en Lauca Ñ. “Al salir de esa reunión un policía se me acercó para advertirme que me cuidara porque otro policía llamado Canán me estaba esperando en Villa Tunari. Entonces me detuve y como teníamos otras dos movilidades decidimos ir en caravana. Averiguamos después y nos enteramos que ese Canán, en esos momentos capitán o mayor de la policía, era conocido porque perseguía a los movimientos sociales, pero especialmente estaba siempre detrás de mí. Ya avisado iba yo y recuerdo que en el camino me perseguían. Parábamos nosotros y ellos pasaban y me esperaban más adelante. Era una persecución evidente una especie de caza de gato y ratón”.31
En declaraciones al periódico La Opinión de Cochabamba,32 un policía que había trabajado en El Chapare en 2001 y que conocía sobre los planes de eliminar a Evo, ratificó que hubo efectivamente una orden para matarlo. “Eso estuvo planeando por el comando que tenía su asiento en el gran cuartel de Chimoré” (donde estaba la DEA), dijo. “La orden era eliminar al entonces diputado Morales con la utilización de armas cortas después de un entierro de tres cocaleros muertos en enfrentamientos, que se realizó en la Senda 6, prácticamente en el cerro, un lugar muy alto. La instrucción era hacerle una emboscada al actual presidente. Se me ordenó que debía soportar el impacto de dos proyectiles en el hombro y en la pierna, para encubrir de dónde vinieron los disparos. Y hacer creer que los mismos francotiradores de los cocaleros habían dado fin a la vida de su dirigente en el afán de dispararnos a nosotros”.
A la pregunta sobre en qué consistía específicamente el plan, el policía respondió: “se sabía que Evo Morales había asistido al entierro de los cocaleros. Debíamos llenar el área de la carretera con ‘miguelitos’ (clavos abiertos en varias punta para destruir las llantas de los automóviles y obligarlos a detenerse) y esperar a 15 metros del camino, hasta que pasara de nuevo”.
En esas circunstancias, según el relato del policía, cuando el automóvil en que iba Morales se detuviera “tenía que comenzar una gasificación fuerte para que el humo estuviera denso y alguien debía entrar a la carretera para dispararle”.
Se le preguntó a quién se había escogido para que lo hiciera y dijo que el elegido era un oficial que debía usar un arma alemana calibre 22, que el alto mando dio la orden de entregarle. “Ese día Evo Morales subió al entierro en la Senda 6 y cuando estaba a más de 50 metros de la avenida, nosotros ya habíamos llenado el camino con ‘miguelitos’. Alguien gritó por atrás ‘negativo anterior 314, negativo 314, la embajada dice que no ¡Basta!’. Hubo una confusión en esos momentos entre la policía porque había órdenes que seguir, había una fila que debía meter gas. La otra hacer disparos. Lo que hicimos fue meternos a la avenida y limpiar los ‘miguelitos’, patearlos a uno y otro lado. Entonces Evo Morales se dio cuenta que había una aglomeración nuestra. No bajó de su vehículo, pero la gente que estaba con él abrió las ventanas laterales y había cámaras. El mismo Morales comenzó a filmar. Era una forma de cuidarse y de identificar nuestros rostros por si algo le pasaba”.
El policía informó también acerca de la participación del Comando de Chimoré: la orden la había dado un jefe que “estaba en el grupo de seguridad de un general que, si no me equivoco, en ese entonces era el subcomandante de la policía, y por tres meses dirigía las operaciones desde El Chapare, en Chimoré”.
Todas las operaciones en esa zona estaban dirigidas por la DEA y militares de Estados Unidos. El policía dijo que “Canán” era el seudónimo de un hombre de esa fuerza “que estuvo mucho tiempo en Inteligencia, creo que desde
1998 al 2002, y que luego a finales de ese año viajó para hacer cursos en Estados Unidos”. Reconoció que cuando les dieron la orden de matar a Morales, “el mayor Enríquez era el jefe departamental de Inteligencia, de la Central Roma, como se le llama al último piso de Identificaciones. En 2001 entraba y salía de El Chapare todo el tiempo, porque tenía su personal desplegado en el Trópico y había gente de inteligencia disfrazada de vendedores, de enfermeras, de lo que sea. Los informes debían ser dirigidos a él. Un jefe de Inteligencia está enterado de todo. Obviamente sabía lo del plan. Pero no sé si él lo creó, porque el que dirigía las operaciones allá era un general”, cuyo nombre el policía se reservó.
En sus declaraciones al periódico de Cochabamba también relató que los soldados de las Fuerzas de Tareas Conjuntas, “jugaban apostando por un almuerzo o una hamburguesa, diciendo ‘a que le doy (un tiro) en la pierna’ y les daban a los cocaleros con fusiles ‘Galis’ (sic). Los hacían arrodillar y nuestra cultura no era esa. Es cierto que los cocaleros estaban armados y había muchos heridos entre los policías, pero con agentes químicos se los podía controlar. Éramos todos contra ellos, policías, ejército, Fuerza Aérea, Naval y se usaba un solo uniforme. Policías o soldados estábamos camuflados”.
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