Antes de reunirse la asamblea, el nuevo gobierno demostró que, pese a que no trataría de adoptar una posición antagónica a Buenos Aires en asuntos exteriores, no toleraría la interferencia en los asuntos internos del Paraguay. Apenas dos semanas antes de la asamblea, Francia y Zeballos, en lo que se convertiría en un procedimiento común, socavaron las fuerzas de la facción porteña, arrestando a Somellera y a varios otros líderes porteñistas.99
Aunque Francia había tratado de incluir representantes de los pueblos distantes y del interior, la mayoría de los doscientos cincuenta y un delegados a la primera asamblea general del Paraguay fueron miembros de la élite criolla de Asunción.100 Francia, basándose nuevamente en su ideología ‘ilustrada’, estableció el ambiente para la asamblea en su discurso de inauguración:
La provincia del Paraguay, volviendo del letargo de la esclavitud, ha reconocido y recobrado sus derechos, y se halla hoy en plena libertad para cuidar y disponer de sí misma y de su propia felicidad. Las armas y las fuerzas pueden muy bien sofocar y tener ahogados estos derechos, pero no extinguirlos, porque los derechos naturales no son prescribibles. Todo hombre nace libre.101
Al día siguiente, Mariano Antonio Molas presentó una resolución que llevaba señales evidentes de la influencia de Francia, la cual fue aceptada por la asamblea. Velazco fue depuesto y se desbandó el cabildo realista “por haber abandonado la ciudad, embarcándose con el armamento y dejándola enteramente indefensa al tiempo del combate de Paraguarí”.102 Para gobernar la provincia, la asamblea creó una junta de cinco miembros, autorizándola a mantener un ejército adecuado y designar un nuevo cabildo, compuesto exclusivamente de criollos.
Los designados para integrar la nueva junta procedían de todos los sectores de la élite criolla. Representando a los militares y a los principales propietarios de inmuebles, estaban Fulgencio Yegros como Presidente y Comandante General de Armas y Pedro Juan Cavallero; representando al clero estaba Fray Francisco Javier Bogarín; y representando a la élite social criolla de Asunción estaba Fernando de la Mora. Francia fue elegido representante general en virtud de sus méritos y reputación popular.
La asamblea suspendió el reconocimiento de la regencia en España –mientras continuaba sin reconocer otro soberano que a Fernando VII– hasta que pudiera ser alcanzada una relación de “amistad, buena armonía y correspondencia con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias confederadas”. Nombrando a Francia para conducir estas negociaciones en el próximo congreso general convocado por Buenos Aires, la asamblea enfatizó que una unión de dicho tipo era recomendable para “una sociedad fundada en principios de justicia y equidad y de la igualdad”. Reflejando la vigorosa influencia de Francia, la resolución detallaba las condiciones bajo las cuales el Paraguay participaría en una confederación de estados del Plata. En la primera expresión auténtica de federalismo en América Latina, el Paraguay insistía en que se gobernaría a sí misma hasta que pudiera convocarse el congreso general en Buenos Aires; que los porteños cesaran de cobrar el derecho de exportación sobre la yerba paraguaya –aunque consintiendo en un pequeño impuesto temporal por los inusuales costos de la defensa del puerto–; que el monopolio del tabaco fuera abolido para permitir el comercio irrestricto del producto; y, finalmente, que las decisiones adoptadas por el congreso general “no deberán obligar a esta provincia hasta tanto se ratifique en junta plena y general de sus habitantes y moradores”.103
Al asumir la posición de líder en la junta paraguaya, Francia presentó estas exigencias a la junta de Buenos Aires en una nota del 20 de Julio de 1811. Para evitar que los porteños pasaran por alto la importancia de principios como ‘equidad e igualdad’, Francia manifestaba enfáticamente:
No es dudable que abolida y desecha la representación del Poder Supremo, recae este y queda refundido naturalmente en toda la Nación. Cada pueblo se considera entonces en cierto modo participante del atributo de la Soberanía que, resumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en igual caso.
Justificando la resistencia paraguaya al ejército de Belgrano, Francia explicaba que la provincia solo se había defendido contra “el rigor de una nueva esclavitud de que se sentía amenazada”. Sería tonto, continuaba, pensar que el Paraguay fuera a “entregarse al arbitrio ajeno y a ser dependiente de otra voluntad. En tal caso nada más había adelantado, ni reportado otro fruto de su sacrificio, que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo”.104
El curso de los sucesos que condujeron al 20 de Julio demuestra la astuta conducción política de Francia. Al no forzar en ese momento la cuestión de la independencia formal de la provincia, la solución ‘transaccional’ de Francia, es decir una unión condicional entre Paraguay y Buenos Aires, evitó una polarización de los sentimientos porteñistas y nacionalistas de la élite criolla de la provincia. A diferencia de cualquier otra provincia del viejo virreinato, el Paraguay había cortado en apenas unos meses los lazos con sus dos metrópolis.
54James R. Scobie, Argentina, p. 75.
55ANA, SH, leg. 211, La junta provisional gobernativa de la capital del Río de la Plata a los habitantes de ella y de las provincias de su superior mando, 26 de mayo de 1810.
56John H. Williams, “Dr. Francia and the Creation of the Republic of Paraguay: 1810-1814”, Ph. D diss., Universidad de Florida (Gainesville), pp. 118-119.
57Pedro Somellera, “Notas a la Introducción que ha puesto el Dr. Rengger a su Ensayo Histórico”, en Documentos del Archivo de Belgrano, vol. 3, p. 316n.
58Mariano Antonio Molas, Descripción histórica de la antigua provincia del Paraguay, p. 97.
59John Parish Robertson y William Parish Robertson, Francia’s Reign of Terror, p. 21.
60Durante la defensa de Buenos Aires y Montevideo contra los ingleses, los paraguayos habían sido reclutados en número importante para combatir en los ejércitos porteños.
61En general, cuanto más alejada estaba una colonia del centro del imperio, tanto más era explotada. El progreso de los movimientos de liberación sudamericanos, comenzando en las periferias del imperio y prosiguiendo gradualmente hacia el centro militar y administrativo (Perú), ilustra este principio de forma dramática. En el Sur, fue el Paraguay que declaró en primer término su independencia de España, así como de su metrópolis americana, Buenos Aires, proclamándose República en 1813. A continuación vinieron las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816), y con la derrota de los españoles en la región José de San Martín cruzó los Andes a Chile (1817), por donde más tarde se dirigió hacia el Norte para atacar el último reducto fortificado español, el Perú (1820). De igual modo, Venezuela comenzó en el Norte declarando su independencia (1811). Durante casi una década, los ejércitos de Simón Bolívar combatieron para liberar a Nueva Granada (1820), después de lo cual se dirigieron hacia el Sur, al Perú (1823).
62El texto del discurso se encuentra en Cecilio Báez, Historia Colonial del Paraguay y Río de la Plata, p.173.
63Ibid.
64BNRJ, CRB, Acto del Congreso del 24 de julio de 1810, citado en Julio César Chaves, El Supremo Dictador, p. 94.
65ANA, SH, leg. 212, Bando del Gobernador Velazco, l de agosto de 1810, como se cita en Williams, “Dr. Francia”, p. 54. La movilización demostró ser muy eficaz, activando a aproximadamente seis mil soldados a caballo; sin embargo, debido a la falta de armas en la provincia, solo quinientos tenían rifles, estando armado el resto con lanzas, sables, machetes y garrotes (BNRJ, CRB, 1-29, 22, leg. 9, Acuerdo del Cabildo de Asunción, 18 de febrero de 1811, como se cita en Williams, “Dr. Francia”, p. 50. Ver también Somellera, “Notas”, p. 139).
Читать дальше