En mi caso, recuerdo que en tiempos de crisis de ansiedad, recurrir a la práctica para tener unos minutos de paz mental por día se convirtió en mi tesoro.
Con el tiempo comprendí que, como enseña el Yoga, la práctica diaria no se negocia, no es una opción. Debemos poner el cuerpo y tener la determinación de crear ese espacio.
Una práctica sostenida en el tiempo nos brindará estabilidad emocional, claridad mental y un cuerpo saludable. Nos plantea el desafío de enfrentarnos a las tendencias de nuestra mente y nuestro ego.
Es por esto que todos los días vamos a realizar nuestro sadhana (práctica), que consta de una meditación con visualización, mudra y mantra, junto con un registro escrito del estado de ese presente.
Verán que cada semana tiene una práctica específica y la invitación a desarrollar hábitos, procesos creativos y preguntas para abrir nuevos espacios a lo largo de los siete días. A mayor compromiso, verás mejores resultados.
¿Cuándo comenzar? La propuesta es comenzar el proceso acompañando un ciclo natural, podés elegir un día inicio que sea significativo para vos: luna nueva, el primer día de tu ciclo menstrual, tu cumpleaños, el comienzo de una estación. Recomiendo que sea un proceso continuo a lo largo de las ocho semanas, procurando no interrumpirlo. Si por algún motivo tenés que suspender, volvé a comenzar desde el principio.
¿Qué necesitás para el recorrido? Un espacio sagrado que se convertirá en el templo donde realizarás la práctica, tu altar personal, tu cuaderno de notas, los pasos de apertura y cierre que le den a ese momento una cualidad especial.
Tu templo:para dar con el lugar deseado, debemos hacer un scouting de locaciones. En cine se llama así al proceso de selección de los lugares en los que se filma. Nosotras haremos lo mismo en nuestro hogar. Vamos a recorrer los espacios hasta elegir el lugar donde instalarnos. Vamos por lo posible y dejamos de lado los ideales. Puede ser el escritorio, un rincón en la habitación o en la sala, un espacio libre en el taller, cualquier lugar es válido. No es necesario un gran espacio, lo importante es la intención y lo fundamental, el amor. Ya instalada en el lugar, cerrás los ojos, respirás algunas veces lento y profundo, traés a la mente la intención de encontrar el mejor sitio para este propósito. Las sensaciones que brindan tu cuerpo y tu intuición –esa brújula interna– te van a indicar cuando estés en el lugar correcto.
Podés delimitarlo con una alfombra, tener un almohadón para meditar, una manta. Nuestro espacio nos representa y nos cobija. Ya veremos cómo se irá transformando junto con nosotras. Es posible que expanda sus límites y lleguemos a comprender que todo espacio que habitamos deviene sagrado porque nosotras somos sagradas.
Tu altar: una vez elegida la locación, pasamos al armado. ¿Qué elementos te representan? Una planta, velas, cristales, alguna foto, amuleto, aromas.
Un altar te recuerda quién sos, te lleva a reconocerte y a reafirmar el poder y el amor que hay en vos. Cada imagen y elemento emana la energía amorosa del que nos regaló el amuleto, de la persona o dibujo que está en la foto, del lugar de origen del cristal o la piedra elegida. Cada una tiene o encontrará los objetos sagrados que la acompañarán durante el viaje.
Tu ritual de apertura y cierre:al momento de ingresar a tu espacio sagrado, ¿qué es lo primero que hacés y qué será lo último antes de salir?
En mi caso, antes de realizar mi práctica (respirar, meditar, escribir), preparo lo necesario. Me descalzo, enciendo una vela con la intención de que mi maestro me guíe y me proteja, quemo palo santo y me dispongo para la experiencia.
Al terminar, me tomo unos minutos para agradecer la guía y la protección y a mí misma por haberme dedicado este tiempo. Así, mi rutina se convierte en un ritual, no hay acciones mecánicas, hay presencia; estoy ahí con lo que me sucede.
Podés probar haciendo algo similar, una acción simple y honesta que abra y otra que cierre, una experiencia que salga de tu corazón y que irás afinando con el correr de los días.
Pero atención, porque estos espacios funcionan como imanes, emanan energía que atrae a curiosos (personas y mascotas), y debemos estar preparadas para poner límites amables cuando, en medio de la práctica, sintamos que quieren invadir nuestro lugar de paz.
Tu libro sagrado: los libros sagrados fueron escritos por seres con el espíritu desarrollado, dotados de “inspiración divina”. En nuestro caso, podemos dejar que nuestro verdadero ser emerja y se exprese a través de un registro diario. Empezamos por elegir el cuaderno que nos acompañará durante el recorrido y será nuestro libro sagrado. Encontrar el cuaderno que te enamore significa regalarte algo que te merecés. De ahí que te tomes tiempo para dar con él, incluso podés hacerlo con tus propias manos.
Luego de haberlo creado, te disponés a comenzar una nueva rutina. La experiencia de estar presente y tener un sadhana diario te dará una visión más clara de dónde estás y hacia dónde querés ir.
Nuestro cuerpo físico es el que vemos, sentimos y cuidamos a diario para vivir una vida sana. Desde nuestro cuerpo físico experimentamos el mundo, pensamos, sentimos y actuamos.
Como ya hemos visto, está inmerso en una matriz de siete cuerpos invisibles para el ojo humano, un sistema que llamamos “anatomía sutil”.
La unidad que nombramos cuerpo físico etérico comparte estructura anatómica. La materia que toma la forma de piel, huesos, músculos, órganos, sangre y otros tejidos está sostenida por energía. Podemos decir que la matriz energética es el molde y la unidad cuerpo-mente-emoción, su resultado.
La anatomía de la parte física de nuestro cuerpo es muy conocida, veamos cómo es nuestro cuerpo energético. Está organizado en un canal central donde residen siete chakras o centros principales de energía. Cada uno de ellos tiene un área de labor y rige una glándula del sistema endócrino –por lo tanto el funcionamiento hormonal–, un sentido, un elemento, un comportamiento, un nivel de conciencia. Podemos decir que hay una inteligencia cósmica en cada uno, una semilla pronta a germinar.
Comenzamos a comprender por qué cuerpo, mente y emoción son una misma cosa. Todas tuvimos alguna vez la experiencia de sentir cómo el corazón se expande al evocar con el pensamiento a una persona que amamos y cómo se contrae ante el dolor de una pérdida, por ejemplo. Y a la vez cómo, basándonos en esas experiencias cotidianas, tomamos decisiones y actuamos.
Al abordar cada centro y activar su potencial nos acercamos a la integración, a la coherencia entre el sentir, pensar y actuar. Un estado coherente es necesario para lograr una vida sana y vibrante.
Los tres primeros chakras se relacionan con los dominios físicos del organismo y el mundo exterior. Abarcan el campo de nuestra personalidad, ahí donde se encuentran los deseos, los sentimientos, los hábitos, las actitudes y los condicionamientos.
Los chakras superiores representan los dominios de la percepción y la intuición. La percepción incide en nosotros en forma de vibración, como la luz y el sonido, o en forma de información, como el pensamiento.
Читать дальше