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A las mujeres de mi vida.
Cercana, cálida, cotidiana, accesible, simple. Tiene muchísimos títulos y logros profesionales, de los cuales un ego un poquito inflado haría un despliegue de alarde insoportable. Pero ella nunca habla de eso. Ella habla de nosotras.
Nunca está en el podio dando cátedra. Siempre está al lado, acompañando, entendiendo, porque acepta que también le pasa lo que nos pasa a todas. Ella es nosotras.
En esos diplomas es Florencia Salort, pero la conocemos sencillamente como Flor, Florcita o como @flordegineco en Instagram, sin protocolos.
Cuando me propuso redactar este prólogo le pregunté qué la había llevado a escribir este libro, y me dijo: “El amor a las mujeres. El amor a la libertad. El amor a poder elegir. El amor y el respeto, no solamente a la identidad y a la orientación sexual, sino a las formas de querer amar y de ser sexualmente a cada momento. Porque no creo que la sexualidad se elija para siempre, ni se es sexual de una forma u otra para siempre, todo puede cambiar…” .
Escucharla, sentir vibrar su pasión, emociona. No es postura, no es maquillaje. Es verdadero compromiso. Creo que ni ella se da cuenta del enorme valor que su aporte le otorga a la vida de las mujeres de hoy, en un momento histórico para nuestro género.
Ella es una mujer que escribe para todas, sin prejuicios, castigos, condenas, miedos, estereotipos, ni nada que se le parezca. No existe en su vocabulario el “deber ser”.
Cada célula de Flor, cada letra de este libro abrazan la diversidad y la libertad. Libertad de sentir y adueñarnos del placer como cada una de nosotras quiera y pueda.
Yo, como psicóloga, terapeuta holística y oradora, escucho todos los días los rastros de dolor y angustia que han dejado los condicionamientos sociales y familiares sobre la sexualidad femenina. El sufrimiento es mucho, pero tiene solución.
La aparición de Flor en los medios y en las redes sociales me ha ayudado mucho, tanto en lo personal, como en el acompañamiento de mis pacientes. Y ahora estas páginas serán lectura más que recomendada para cada una de ellas.
¡A desbloquear se ha dicho!
Vamos al libro.
Sexo sentido , un claro guiño al sexto sentido, a la intuición, una puerta que se nos abre para recuperar nuestra naturaleza femenina en todo su esplendor y potencial. Féminas en goce.
¿Qué vas a encontrar entre sus páginas? ¡Vas a encontrarte! Te vas a encontrar con tu ser en todas tus posibilidades como mujer. Vas a poder encontrar respuestas, aclarar dudas, aprender sobre masturbación, orgasmos, mitos sexuales tanto femeninos, como masculinos, lubricación, falta de deseo, sus causas y posibles formas de reencontrarlo. Además, comprenderás la importancia de la comunicación en la pareja, aprenderás a conocer, decir y pedir qué te gusta y qué no a la hora del sexo.
Sexo oral, anal, imprevistos en la cama, anticoncepción de emergencia, y sobre todo mucha información sobre el órgano sexual femenino por excelencia, el clítoris .
Todo lo que nos enseñaron, lo que creíamos, lo que aprendimos antes, puede cambiar, puede mejorar.
Dice Flor: “La sexualidad se aprende, se transmite, se educa” . Para todo esto llega este libro. Su lectura es simple, llevadera, profundamente informativa. Cada capítulo termina con un pequeño resumen a modo de recordatorio de los puntos más importantes.
En aquella charla con Flor, en la que me hablaba del libro, me expresó su deseo de acompañarnos. En un momento de la historia femenina en el que nuestras voces resuenan cada vez más poderosamente.
Sexo sentido y Flor Salort nos toman de la mano para transitar juntas el camino hacia nuestra completa libertad sexual.
Sexualidad y palabra, dos ámbitos negados por siglos a las mujeres, se abren entre estas páginas para ser guía y acompañamiento.
Flor es nosotras. Es verdadera sororidad ejercida, sororidad en acción.
Sexo sentido es un libro necesario, fundacional, esencial para cada mujer. Y una invitación al placer.
Conociendo a su autora, cada letra fue concebida con amor y respeto hacia cada lectora.
Ella dice que su función es estar junto a nosotras, con este libro ya no estaremos solas a la hora de encontrarnos con nuestra sexualidad.
¡Bienvenidas al disfrute! Descubran en estas páginas sus formas de gozar.
Y como dice Flor al final de cada capítulo: Quisiera que cada palabra te lleve al placer, “querida amiga” .
Porque eso es Flor para cada mujer que la conoce: una amiga.
Pata Liberati
Psicóloga, escritora y oradora
Introducción
Yo las entiendo
Desde ya les digo que las entiendo... ¡las entiendo tanto!
Sí, porque yo también pasé por situaciones en las que me sentí sola, incomprendida, sin espacio para preguntar. Y lo que ustedes sienten, de vez en cuando, lo vuelvo a sentir o vivir. Sí, aún hoy.
Las entiendo cuando me dicen que no sienten ganas de tener relaciones sexuales, que cuando las tienen muchas veces no logran llegar al orgasmo, que no se conectan con el placer, que no hablan con sus parejas sobre sus deseos sexuales, que están llenas de prejuicios o que alguna pareja sexual las estigmatizó con esas palabras que les dijo en pleno momento sexual...
A mí, muchas veces, me pasó lo mismo. Desesperada, consultaba con algún profesional y lo único que escuchaba eran comentarios del estilo: “Seguro que algún día vas a tener un orgasmo, ¡tranquila!”. “Bueno… ¿pero qué te duele?”. Salía de la consulta con la sensación de que no me habían escuchado. Aterrada, trataba de hablar con una amiga o compañera de alguna reunión de médicas, con quienes no siempre nos decíamos exactamente la verdad, buscando que hubieran pasado por lo mismo y preguntándome si sería normal lo que me estaba sucediendo, cuándo se me pasaría o si había nacido fallada. Me daban ganas de gritar: “¡Por favor! ¿Te pasa lo mismo? ¿Alguien me explica cómo gozan la mujer y el hombre, y cuáles son los tiempos de cada uno? ¿Somos iguales en el deseo? ¿Cómo llego al orgasmo? ¿Es normal todo lo que imagino como fantasías? ¡S.O.S.! ¿Hay alguien ahí?”.
Mujer querida, por esto y por múltiples razones más que te pasaron o te estás imaginando, te digo: “¡Aquí estoy!”.
Cuando estudié Medicina, como tantos otros amorosos y amorosas colegas que lo hacen desde el corazón, decidí levantarme cada día y hacer del ancestral oficio un espacio de escucha, empatía y encuentro.
Hace muchos años (veinte, pero no digas nada), para la selección de ingreso a la residencia de Ginecología y Obstetricia en el Hospital Italiano de Buenos Aires, me preguntaron: “¿Por qué querés ser ginecóloga?”. Y yo, rápidamente, contesté: “Porque me gustaría acompañar a las mujeres a transitar mejor cada etapa de su vida”.
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