Necesitamos crear y reservar un tiempo para emprender el camino de acariciarnos y autoexplorarnos. Para conectarnos, necesitamos erotizar nuestra mente, crear un ambiente íntimo, buscar estímulos que nos gusten y nos exciten, como velas, música, pensamientos, aromas, películas, fantasías, juguetes sexuales, literatura erótica, etc. Aun así, si el orgasmo no se logra con las primeras experiencias, o siempre que deseamos, esto no debería frustrarnos.
Lo importante es que aprendamos que conocernos es bueno, sano, enriquecedor y placentero. Nos educa sexualmente. ¿Qué significa esto? Quiere decir que autoexplorarnos nos va a ayudar a disfrutar al máximo de nuestro cuerpo.
Tu piel, mamas, abdomen, muslos, cola, vulva, vagina y clítoris, como todo tu cuerpo, te pertenecen y están allí para que goces de ellos y los compartas con quien quieras.
¿Sabían que la masturbación nos otorga beneficios extra a nuestra mente y a nuestro cuerpo, además de darnos placer? La posibilidad de tocarnos nos proporciona sentimientos que producen un aumento de autoestima. Nos acaricia, nos reconforta. Es darnos un tiempo para encontrarnos con nuestra intimidad. Eso vale mucho para la mente. Son nuestros espacios privados, tan necesarios. Merecemos mimarnos. Estos momentos son decididamente sanos. El cerebro genera endorfinas, oxitocina, dopamina y serotonina, que son los neurotransmisores que nos otorgan mucho bienestar corporal y mental, nos relajan, nos bajan el estrés y aumentan el sistema inmune. Por otro lado, a nivel físico la masturbación y el orgasmo generan un aumento en nuestra circulación sanguínea, oxigenando nuestros tejidos. Mejora el funcionamiento de nuestros órganos (corazón, pulmón, hígado, etc.), y nos proporciona un masaje pelviano que ayuda a mejorar enfermedades como la endometriosis, la fibromialgia, las contracturas pelvianas, el vaginismo, el dolor menstrual, etc.
Hoy las convoco para que nos animemos a sentirnos protagonistas de nuestro placer y, si lo deseamos, a mostrarlo y disfrutarlo junto a otro/a. Por todo esto, tanto en nuestra privacidad como cuando estamos con nuestra pareja sexual, el acto de autosatisfacernos y otorgarnos placer debería ser una situación habitual, divertida, presente, alabada, festejada y compartida. No estamos acostumbradas a hacerlo delante de alguien, ya que culturalmente “nunca fue un juego de mujeres”, un divertimento, como sí lo fue o es para el varón en su crecimiento y su libertad sexual.
Cuando hablo de compartir la masturbación, significa que la otra persona también forme parte de ese acto y participe porque es natural, lo elegimos y es otra fuente de goce. La masturbación no compite con la pareja, no reemplaza, no discrimina, solo es parte. Es placer compartido.
Esto es lo que quisiera que te lleves de este capítulo, querida amiga:
1. Somos sexuadas desde antes de nacer. Los primeros estímulos placenteros comienzan dentro del vientre en el que nos formamos.
2. El primer paso para tener una sexualidad plena es que cada mujer se conozca a sí misma.
3. La masturbación es un acto común, normal, saludable, educativo y no tiene efectos adversos de ningún tipo. Tiene múltiples beneficios para la mente, el cuerpo y las emociones.
4. El clítoris es un órgano con muchísimas terminaciones nerviosas. Lo que se ve externamente es una pequeña parte de él. Se puede estimular desde el interior, por la vagina, y de forma externa directa, como lo elija cada mujer.
5. El autoplacer no compite con la pareja, no reemplaza, no discrimina, no sustituye. Solo es una maravillosa parte para disfrutar de nosotras mismas.
6. La masturbación forma parte del placer femenino y todo nuestro cuerpo existe para gozarlo.

Orgasmo, divino tesoro
Imaginemos esta situación: Gaby sale con Esteban desde hace diez meses y nunca tuvo un orgasmo. Llega al encuentro sexual y siente que siempre es lo mismo. Él es muy dulce, atento, cuidadoso pero a Gaby no le alcanza, nada sucede con su propio placer. Él la acaricia, la besa, la toca, a veces hay sexo oral, la penetra, cambian de posiciones, intentan nuevas poses… pero Gaby no logra gozar. Él siempre llega a su orgasmo y el encuentro íntimo termina.
Gaby está muy preocupada y angustiada. Le contó la situación a una amiga y ella le preguntó: “¿Pero te gusta Esteban? ¿Te excita? ¿Cómo te toca? ¿Le dijiste qué cosas te gusta que te haga?”. Gaby siente deseo. Gaby se excita. Gaby está conectada con la situación. Sin embargo, cuando está en el acto sexual, no logra soltarse, adueñarse de su placer ni llegar al orgasmo. Obviamente, siente que sus relaciones sexuales son un fracaso. Y a veces se pregunta, preocupada: “¿Seré normal?”.
Sé lo que están pensando. Todas tuvimos alguna vez esta conversación interna o con una amiga. Pero les aseguro que después de leer este capítulo, lo último que van a pensar y sentir es que “no son normales” o que lo que les sucede es algo “raro”. La mayoría de las mujeres, aunque sea una vez, estuvimos en el lugar de Gaby.
Volviendo al ejemplo de Gaby, tenemos muchas posibilidades con respecto a lo que le puede estar sucediendo. Veamos algunas:
•Gaby no sabe qué le gusta, cómo ni dónde tocarse.
•No conoce suficientemente su cuerpo como para guiar sus sensaciones.
•No se lubrica ni llega a excitarse completamente.
•Tiene una creencia que la inhibe con respecto al disfrute.
•Siente que nunca va a tener un orgasmo y esto la condiciona y se boicotea.
•Nunca se animó a decirle a Esteban qué es lo que le gusta a ella.
•Le da vergüenza tener un orgasmo porque le teme a su propia reacción, ya sea gemir o gritar demasiado, y eso la intimida.
•No le gusta tanto Esteban.
•El encuentro sexual dura menos de cinco minutos o diez… No importa: para Gaby el tiempo es insuficiente
•No se conecta con la situación de placer.
Y estas son algunas posibilidades de lo que puede ocurrirle a Esteban:
•No sabe cómo acariciarla o tocarla.
•Va mal predispuesto al encuentro, ya que sabe que Gaby habitualmente no llega al orgasmo y no hace nada para que ella la pase mejor.
•Hace las cosas que le gustan a él pero nunca le preguntó a Gaby qué le gusta a ella.
•No ayuda a Gaby a relajarse.
•Tiene su orgasmo y solo le interesan sus tiempos.
Podría seguir dando ejemplos o alternativas a esta situación… De lo que estoy segura es de que Gaby no es anormal .
¿Cuántas veces hemos pasado por situaciones en las que no logramos sentir placer y/o llegar a un orgasmo en un encuentro sexual o con nosotras mismas? ¿Conocemos nuestra vulva? ¿Y el clítoris? ¿Nos sabemos autoestimular? Creo que es clave que pensemos si nos damos verdadero tiempo para disfrutar y si realmente forma parte de nuestro objetivo al tener un encuentro sexual. También reflexionemos si sabemos pedir lo que nos gusta y guiar a nuestra pareja para que nos estimule, si conocemos cómo se dispara nuestro orgasmo y nuestra respuesta sexual. Mujeres, ¿qué pensamos y sentimos cuando reflexionamos sobre nuestro propio placer? Juntas vamos a ir encontrando las respuestas.
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