Ese era el dilema que abrió el intercambio de ideas en artículos publicados en diarios limeños durante julio de 1919, por Vicente Nicolini y Carlos Panizo, quien firma con el seudónimo «Scout». Nicolini era presidente de la Liga Peruana y solía escribir en la revista Los Sports. Panizo, por su parte, era miembro de la Asociación Deportiva Chalaca (fue presidente del comité provisional que preparó los reglamentos de esa institución) y era periodista de la sección deportiva del diario El Comercio89. Aquellos textos representan bien las diferencias entre la Federación Sportiva —y sus asociadas— respecto a la postura de la Liga Peruana en cuanto a la creación de una institución unificada que pudiera dar dimensión nacional a la competencia.
Vicente Nicolini escribió en el diario La Prensa un artículo sobre la Liga Peruana, en el que resaltó sus logros e hizo público que su siguiente paso era lograr la constitución de una entidad que articulara a las asociaciones y competiciones futbolísticas del país, cuyo objetivo «es popular, [sic] unificar y representar todo el football del país»90.
La Liga Peruana de Football es una institución representativa de football, en la superior jerárquica de los clubes y ligas locales de ese deporte. Su sede en Lima se hace motivo de confusión de [ilegible] por lo que no la conocen bien y no la entienden. Cierto que, desde la fundación, controla los matches y movimientos footballisticos de los clubes de la capital, pero es que la cultura sportivas hoy recién, debido a nuestra labor ardua y constante, comienza a alborear por los departamentos y provincias del Perú. Y no obstante nuestra situación, que ha mantenido la Liga en años anteriores se ha querido, desde comienzos del año actual, encaminar la formación de pequeñas ligas de football aun dentro de esta misma zona departamental91.
Para llevar adelante ello, Nicolini explica las nuevas medidas que esta entidad ha tomado para lograr el objetivo propuesto:
Los actuales estatutos han contemplado ese punto, y sobre la base de un sistema de organización jerárquico, ha asignado a las ligas locales del país, su sitio y su condición. De aquí que nuestra primera obra en esta temporada haya sido separar de la Liga el Comité Controlador de los matchs de los clubs afiliados, para lo que se ha formado una nueva sección divisional y un secretario especial que entienda en absoluto de los programas de matchs que se realizaron durante este año en el sector de Lima. Esta sección llamada Concejo Divisional, con su comité propio y la creación de una secretaría, llamada también divisional, dentro del seno de la Liga Peruana de Foot Ball, no es otra cosa que el germen, la faz embrionaria de la liga limeña de football que se piensa constituir posiblemente a través de la temporada92.
La Liga Peruana separó la sección de organización de competencias y le brindó el formato de Concejo Divisional; asimismo, le encomendó la tarea de incorporar a las ligas de las provincias. Las medidas que la Liga pretendía tomar motivaron la respuesta de Panizo (Scout), quien felicitó a la Liga Peruana por su iniciativa y mostró su acuerdo con la nueva meta que se había trazado, a la cual consideró como la más importante labor de ese momento:
nos parece que ha llegado el momento que la ardua y constante labor de la Liga complete la función más importante y democrática que le incumbe, como lo constituye en efecto, tener la representación legal y real de todas las entidades y uniones parciales de foot ball de la República93.
Pero con lo que Panizo no estaba de acuerdo era con que se preparara un aparato burocrático que debía imponerse a las asociaciones de provincias. Por el contrario, el creía que primero se debían crear dichas instituciones en las provincias para después organizar la institución unificadora:
No es aceptable ni puede creerse que sea de utilidad al país llegar al efectivo establecimiento del cuerpo representativo del foot ball en el Perú, el establecimiento de jerarquías, ni de estatutos especiales, ni de directorios, ni de comités controladores, de secretarios generales y concejos divisionarios. Antes de llenar estos requisitos y formalismos indispensables y capitales en toda agrupación de carácter democrático, lo cual puede conseguirse y agrupando y formando a las ligas parciales que son precisamente las únicas capacitadas para darse esas prescripciones reglamentarias y nombramientos representativos y o divisionarios.
Según nuestro humilde criterio, nos parece que para llegar a este fin, existe un solo camino y es de hacer un llamamiento a todos los clubes de los departamentos y provincias, a fin de que formen ligas y sus asociaciones respectivas si fuera posible y que a su vez, se hagan representar en la capital, para formar mediante la reunión y libre concurso de todas las ligas parciales, la verdadera liga peruana, que sea la representativa y por lo tanto la jerarquía94 del foot ball en la República95.
En su crítica, Scout, sin dejar de reconocer a la Liga Peruana como la institución «superior jerárquica de todos ellos»96, propone que las provincias se integren al proyecto sin que se les imponga una propuesta. Considera que una entidad unificadora será posible con su participación, la que implica que incorporen sus planteamientos a la asociación en igualdad de condiciones. Nicolini respondió que el esfuerzo por incorporar a las ligas del interior ya se había realizado en tres ocasiones, entre 1916 y 1919, y que se volvería a realizar la convocatoria:
Sin embargo, la Liga Peruana de Foot Ball se encuentra pronta a hacer nuevos llamamientos y cuanto hubiera menester para que en el seno de ellas y dentro de condiciones democráticas y equitativas cada liga local pueda garantizar [y] pueda defender sus fueros y prerrogativas. No opino si, como el señor Scout en cuanto al término de «libre concurso de todas las ligas parciales», porque esto implicaría que la primera negativa de una entidad local cualquiera haría ineficaz y destruiría una obra que tanto esfuerzo, que tanto desvelo había costado desde muchos años atrás bastando una simple y justificada negatoria para tronchar ideales, que ya tiene vida casi efectiva (Nicolini, 1916)97.
Panizo muestra su desacuerdo, porque la negativa de una institución no puede echar atrás los objetivos planeados; consideraba, además, que su propuesta pretendía evitar las posiciones autoritarias y antidemocráticas:
En ninguna forma puede significar una mera o injustificada negativa de cualquier entidad retrógrada al progreso que siempre significa la solidaridad y la unión de fuerzas parciales peligro alguno para detener obra de tanto aliento y necesidad. Naturalmente que el concurso debe ser libre y espontáneo porque, comprenderá muy bien nuestro ilustrado replicante, no podría subsistir un criterio de carácter autoritario, ni mucho menos con desplantes zaristas y dictatoriales, toda vez que tales métodos resultan antidemocráticos y antirrepublicanos. Si digamos, refiriéndonos a la participación de «entidades parciales», «mediante el libre concurso» el significado de estos términos no puede tener otro que el que con efecto representan, no puede pues, existir el peligro de que sus «injustificadas negatorias» sirvan, ni son capaces de servir «para tronchar ideales» que solo tendrán «vida real y efectiva», cuando se consiga la agrupación y se haga el sincero llamamiento que de acuerdo con lo que se exprese patrocina hoy nuestro mismo replicante98.
¿Qué nos deja este intercambio de ideas? Tras la creación de la asociación deportiva de fútbol de alcance nacional se esconden criterios y prejuicios sobre el modo en que la capital debe relacionarse con las provincias y sobre cuál es el peso que estas tienen al momento de tomar decisiones referentes a los temas nacionales. La diferencia de criterios es un buen ejemplo. Ambos coinciden en que la institución debe organizarse desde Lima en la figura de la Liga Peruana, pero Panizo propone una solución más cercana a una concepción descentralizada, en la cual la asociación deportiva sea la suma de las asociaciones de Lima y provincias, sin que ninguna de ellas pierda su individualidad y todas mantengan igual importancia. La posición de Nicolini sigue la línea de un modelo centralista, el que sostiene que las ligas del interior deben ajustarse a las normas propuestas por el Concejo Divisional, que establecerá el lugar y la calidad de representatividad de la liga del interior en la asociación nacional. Lo que está en juego aquí no solo es la viabilidad de una propuesta que esconde una concepción sobre el modo en que se debe gobernar el país, sino también la representación oficial, la administración de la competencia y sus beneficios económicos. También corre riesgo la posibilidad de contar con el aparato burocrático que permitiría el mejor manejo posible del fútbol cuando la unificación y la internacionalización son ya tangibles.
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