En la década de 1980, los profesionales de desarrollo, cansados de los argumentos sobre las teorías e historia económica global, comenzaron a articular un enfoque que denominaron “desarrollo centrado en las personas”, que se derivaba de lo que habían aprendido en primera línea trabajando entre los pobres. De forma alternativa, empezaron a surgir pequeñas teorías, limitadas por tiempo y espacio y más se cuestionaba la idea de desarrollo únicamente como economía.
Robert Chambers, investigador asociado del Instituto de Estudios de Desarrollo en la Universidad de Sussex con una larga experiencia de campo en la India rural y África, argumentó una comprensión de la pobreza como sistema de enredo que requiere una respuesta de sistemas centrada en promover el “bienestar responsable” (Chambers, 1983:37; 1997:10). John Friedmann, profesor de Planificación Urbana con amplia experiencia urbana en la América Latina, insistió en que, aunque el tipo de programación de desarrollo popular que Chambers argumentó era necesario, no era suficiente (1992). Para Friedmann, la pobreza de los hogares pobres era un resultado de no tener suficiente poder político y social para desarrollarse a sí mismos e insistir en los servicios que se merecían del Estado. Lo que se necesitaba era organizar a los pobres en asociaciones y redes que los hicieran cada vez más difíciles de ignorar como actores importantes en la sociedad civil; solo entonces podrían avanzar contra los sistemas políticos y económicos que limitaban su iniciativa. Si bien las presiones de acceso, vulnerabilidad y poder social se volvieron más centrales en la conversación de desarrollo, la medida central siguió siendo el tamaño de la economía nacional. Vamos a dar una mirada más de cerca a Chambers y Friedmann en los capítulos cuatro y cinco.
Amartya Sen – Desarrollo como libertad
Finalmente, en la década de 1990, hubo un cambio en las medidas de desarrollo. Un economista de desarrollo de la India, Amartya Sen, comenzó a trabajar con Mahbub ul Haq, un colega suyo pakistaní en el PNUD, con el objeto de crear un nuevo índice para evaluar el desarrollo con el propósito declarado de avanzar en economía de desarrollo desde su enfoque en el producto interno bruto (PIB) a un mayor enfoque centrado en las personas. El resultante Índice de Desarrollo Humano (IDH) agregó la expectativa de vida como un indicador de salud y la alfabetización como indicador de conocimiento y educación, y al PIB como una medida estándar de vida. Al tiempo, este cambio en la medición del desarrollo comenzó a modificar la forma en que se diseñaban los proyectos de desarrollo. El desarrollo ya no se centraba solo en el crecimiento económico.
Sen también estudió la relación entre hambrunas y democracia. Nunca ha habido una hambruna mayor en una democracia en funcionamiento (Sen, 1999:16). Este descubrimiento condujo al desarrollo como libertad, en el cual Sen anunció su conclusión de que la pobreza se entiende mejor como el resultado de la privación de libertad humana. Cosas como bajo ingreso, falta de educación, mala salud y falta de acceso a los servicios hacen que las personas sean menos libres, al igual que la falta de libertad en la forma de restricciones a las libertades políticas y civiles y participación (Sen, 1999:4). “Lo que la gente puede lograr positivamente se ve influenciado por las oportunidades económicas, libertades políticas, poderes sociales y condiciones habilitantes de buena salud, educación básica y la motivación y cultivo de iniciativas” (1999:5).
Para él, el bienestar humano se entiende mejor no por lo que las personas consumen (economía), si no por lo que las personas son y hacen, como estar alfabetizado, saludable, económicamente activo y participar en la vida de su comunidad. Sen llama a estos funcionamientos. Las funciones son el material básico de la vida humana, tales como tener suficiente para comer, vivir en una vivienda adecuada, respirar aire limpio y tomar agua potable, así como ideales de más alto valor como el autorespeto, tener una dignidad mejorada, participar en la vida comunitaria y sentirse seguro. La tradición de derechos humanos insiste en que todos los seres humanos tienen el derecho a funcionar de esta forma. Lo mismo ocurre con el relato bíblico. Según los profetas, la prueba del funcionamiento de la sociedad y el gobierno de los poderosos era el bienestar de las viudas, huérfanos y extranjeros. Si los más pobres pueden funcionar, la sociedad también está funcionando. Pero seguramente hay más que solo la supervivencia en la intención de Dios para los seres humanos.
Sen sostiene que debemos ir más allá de la idea de funcionamientos y extender nuestras preocupaciones de desarrollo para incluir las capacidades humanas, que describe como lo que las personas son capaces de hacer o eligen hacer. También comenta que para experimentar el bienestar humano debemos tener la libertad (capacidad de escoger lo que deseamos) o ser llamados a convertirnos y tener los medios para llegar ahí. Los seres humanos están destinados a desarrollarse, no solo a sobrevivir. Sen define las capacidades como “capacidad de una persona de hacer actos valiosos o de alcanzar estados valiosos de ser” (Sen, 1999:30). Luego argumenta que el bienestar humano se da cuando una persona tiene la capacidad (libertad) de buscar funcionamientos en un mundo que las personas mismas consideren valioso. Seguramente esto es consistente con el llamado de Dios para que los seres humanos sobrevivan, sean productivos y actúen como cocreadores después de Dios.
La libertad es tanto la meta como el medio para el desarrollo humano. La meta de desarrollo es crear el ambiente y las condiciones dentro de las cuales todas las personas tengan la libertad de buscar el mejor futuro humano que deseen. La libertad es el medio de desarrollo en dos vías. Primero, los pobres mismos deben ser los actores si su capacidad aumenta. Segundo, debemos apoyar a los pobres eliminando impedimentos —que Sen llama “las no libertades”— para que ellos sean actores y hagan elecciones. Por primera vez un estándar ético se ha vuelto central para evaluar la práctica y teoría del desarrollo. Si las personas son más libres, experimentan cambios positivos; si son menos libres, la política o proceso de desarrollo es sospechoso. Dar la libertad y acción humana es ahora central para la tarea de desarrollo, y el crecimiento económico es justo un ámbito entre otros. Por este trabajo, Sen fue galardonado con el Premio Nobel en Economía de Desarrollo.
Figura 2-3: Desarrollo como libertad (Desarrollado de Sen 1999)
Evaluar el desarrollo como libertad es conceptualmente simple. La lógica evaluativa es “¿Están mejoradas las libertades?”. La lógica de efectividad es “¿Son las personas más libres para actuar?”.
El punto de vista de Sen de la importancia de la libertad y acción humanas hace eco de una antropología cristiana en un grado significativo, pero no completo. Aunque Sen no está trabajando desde un marco cristiano, la idea bíblica de la imagen de Dios yace en el corazón de la comprensión de la importancia central que Dios le da a la acción humana: la libertad y la responsabilidad para actuar y crear. El punto de vista de Sen y el punto de vista cristiano se separan con la comprensión cristiana adicional que Dios otorga a los seres humanos, incluyendo libertad de no creer en Dios si esa es nuestra elección; no es la libertad ilimitada del yo occidental autónomo. Es una libertad renunciar a parte de nuestra libertad porque podemos amar mejor a Dios y a nuestro prójimo cuando lo hacemos. La perspectiva de acción y libertad humana representa un punto en el que la comunidad de desarrollo cristiano tiene algo que ofrecer a una comunidad de desarrollo más grande. Hablaremos de esto un poco más adelante.
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