Como reflexión final, es importante señalar que el tema de desarrollo o bienestar humano es el centro de conversaciones en una variedad de ámbitos hasta aquí desconectados. Dentro del área de la psicología, la investigación sobre florecimiento humano, la psicología positiva y la psicología comunitaria ahora están explicando el rol de las instituciones sociales y de la comunidad como un todo en términos de la salud mental de los seres humanos. Felicidad —en el sentido de tener una visión positiva de la vida de uno— es ahora un tema de creciente interés en Ciencias Económicas (Kenny y Kenny, 2006), Filosofía (S.Bok, 2010), y Política (D.Bok, 2010). La extensión continua del trabajo de Amartya Sen con Martha Nussbaum se enfoca en una visión holística o exhaustiva del bienestar humano (Nussbaum y Sen, 1993). Finalmente, los investigadores de desarrollo están creando herramientas para medir el bienestar en la práctica de desarrollo (White, 2009).
Incluso los teólogos están entrando en el acto. Inter Vartisy realizó una conferencia sobre florecimiento humano en el 2008. Miraslav Volf, David Kelsey y John Hare están supervisando un proyecto de investigación en Yale sobre Dios y florecimiento humano. El reciente libro de Nicholas Wolterstorff God, Justice and Love (Dios, Justicia y Amor) hace distinciones útiles entre la idea utilitaria contemporánea de una satisfactoria vida “experimental”, la “vida bien vivida” de Aristóteles y otros de la antigua Grecia, y lo que Wolterstorff llama “la vida que es tanto bien vivida como que va bien” (Wolterstorff, 2008). Esta formulación de bienestar humano une las capacidades humanas y la dimensión de la acción —los seres humanos deben poder disfrutar de una vida que valga la pena vivir y perseguir los fines de esa vida que desean— y ser los destinatarios de las condiciones que permiten ese tipo de vida
—tipo de relaciones correctas y justas—. Ampliaremos esto más adelante. Existe una urgente necesidad de conversaciones multidisciplinarias entre estos silos académicos tradicionales. Los pobres lo requieren de nosotros.
Pensamiento contemporáneo sobre desarrollo
Desde la discusión anterior de la evolución del pensamiento de desarrollo, algo significativo ha cambiado —una modificación desde las teorías globales sobre economía basada en investigación empírica—. A lo largo de los últimos quince años, una cantidad importante de investigación en desarrollo se ha realizado por parte del Banco Mundial, agencias gubernamentales de desarrollo y académicos. Aunque estamos lejos de un estado de conocimiento comprensivo, la agenda de investigación está dirigiéndose hacia el pensamiento de desarrollo de una manera que no hace mucho tiempo era diferente.
Además, existe mucha más coordinación y cooperación entre agencias. Los profesionales de desarrollo cristianos están más propensos a encontrarse a sí mismos en la mesa con otros profesionales de desarrollo de agencias seglares y gubernamentales. Un entendimiento básico de trabajo del pensamiento de desarrollo contemporáneo y la investigación que recae detrás puede hacer esas conversaciones más simples. Además, yo creo que nosotros los cristianos necesitamos esperar que Dios pueda estar trabajando en nuestros amigos seglares y su compromiso a ayudar a los pobres y, de esa manera, asumir que Dios pueda tener regalos para nosotros en su trabajo. Debemos de salir de nuestro gueto cristiano y ver lo que Dios tiene para nosotros.
Hablando sobre el desarrollo desde una perspectiva global, y como un problema global, hay tres grandes voces: Jeffrey Sachs, William Easterly y Paul Collie. Nosotros también tenemos que tomar nota de la reencarnación de un aspecto de la teoría de modernización: el enlace entre cultura y desarrollo. Finalmente, hay dos voces importantes que están agregando a la conversación perspectivas provenientes del sur: Hernando de Soto y Mohammad Yunus.
Jeffrey Sachs -El gran empujón
Sachs es el director del Instituto Earth y profesor de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Columbia. Desde el 2000 hasta el 2006 fue asesor especial de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que eran los objetivos acordados internacionalmente para reducir la pobreza extrema, las enfermedades y el hambre para el año 2015.
En The End of Poverty (El Fin de la Pobreza), Sachs argumentó que hay naciones —que representan una sexta parte de la humanidad— que están encerradas en una trampa de pobreza creada por la enfermedad, el aislamiento geográfico y un ambiente limitante. Estos países no pueden escapar de esta trampa sin ayuda externa, ellos simplemente no tienen los recursos ni la capacidad. Todos los otros factores que exacerban el impacto de esta trampa de pobreza —demografía, gobernanza, cultura, innovación, temas fiscales, geopolítica— se pueden manejar con el tiempo, pero solo si se rompe la trampa de pobreza (Sachs, 2005:56ff.). Por ello, estos países pueden necesitar ayuda externa significativa: un gran empujón (ibid., 19, 208).
Sachs clama por un “compacto global para acabar la pobreza” que establezca una meta a los países ricos para que inviertan 0,7% de su PIB en los ODM. Esto proveería hasta US$ 175 mil millones anuales en asistencia para el desarrollo (2005: 218). La ayuda sería coordinada a través de un sistema de asistencia relanzado que incluye al Banco Mundial, al FMI y a las agencias de las Naciones Unidas que apoyan el desarrollo y agencias gubernamentales para el desarrollo (2005:255ff.).
Usando medicina clínica como una metáfora, Sachs crea lo que él llama “economía clínica” para diagnosticar y, posteriormente, proponer soluciones para situaciones de pobreza local distintas (2005:74ff.). A través del Instituto Earth de la Universidad de Columbia, estableció un grupo de programas de Aldeas del Milenio en África, que combina salud, educación, agricultura y desarrollo de infraestructura para ilustrar su enfoque (2005:238-241). La evaluación de las aldeas se construye en torno a demostrar la factibilidad de alcanzar los ODM.
William Easterly -De abajo hacia arriba
Easterly es profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, co-director del Instituto de Investigación de Desarrollo y fue economista del Banco Mundial desde 1985 hasta el 2001.
La pregunta fundamental de Easterly es estratégica. Durante los sesenta años de desarrollo que recién examinamos, se gastaron más de US$ 2,3 billones en ayuda extranjera. Si bien se ha logrado algún progreso, este ha sido muy desigual y lamentablemente el número de personas que viven en extrema pobreza es casi de mil millones. Sin embargo ninguno de los países que ha mostrado más progreso en crecimiento económico —los Tigres Asiáticos3 en los últimos cuarenta años y China e India más recientemente— ha seguido las fórmulas de desarrollo de Occidente ni han recibido tanto en ayuda exterior. Intrigado por esto, Easterly busca cambiar la pregunta de Sachs de “¿Cuánta ayuda exterior necesitamos para erradicar la pobreza?” a “¿Cuál es el mejor uso de la ayuda exterior para desarrollo?” (2006: 4,11).
Easterly ve el mundo de desarrollo diferente a Sachs en una serie de formas importantes. Primero, no cree en el planeamiento de desarrollo global de arriba hacia abajo. Él ve esto como un vestigio de la era colonial, reflejando la idea de que “el Occidente sabe más”. Al contrastar “planificadores” con “buscadores”, Easterly considera que los problemas sociales se solucionan con innovadores que están lo más cerca posible de la acción ya que ellos intentan y fallan y lo vuelven a intentar (buscadores). Por otro lado, los planificadores viven en Washington DC, Londres y Pekín y asumen que saben suficiente para poder encontrar soluciones globales y así determinar qué es necesario suplir. Los buscadores saben que nunca conocerán lo suficiente y, más bien, examinan qué se ha estado pidiendo y tratan de cubrir esa necesidad. Los planificadores proporcionan soluciones que han desarrollado un largo camino desde la primera línea; los buscadores buscan lo que está funcionando localmente y tratan de mejorarlo (Easterly, 2006:14-19).
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