Jo Walton - La Ciudad Justa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jo Walton - La Ciudad Justa» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Ciudad Justa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Ciudad Justa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Atenea, diosa griega de la sabiduría, ha dado vida a la República de Platón en una isla perdida del Mediterráneo. Allí reúne a filósofos de todas las épocas, niños que fueron esclavos y robots encargados del trabajo duro.
En La Ciudad Justa, Simmea, una niña brillante, demostrará todo su potencial; Maia, una antigua dama victoriana, deberá encontrar su verdadero lugar y Apolo comprenderá por fin el valor de la vida humana.
En esta ciudad de las ideas y el conocimiento todos se esforzarán por alcanzar la excelencia siguiendo al pie de la letra las palabras de Platón… Todo, menos Sócrates, que hará las preguntas que nadie quiere responder.
Traducido por Blanca Rodríguez.
La edición cuenta con un prefacio para dar contexto a la obra y detalles ilustrados.

La Ciudad Justa — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Ciudad Justa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En ese aspecto era un auténtico amigo del alma, como dice Platón: aquel cuya amistad nos conduce a la excelencia.

A veces tenía la sensación de que yo no podía hacer lo mismo por él, que después de haberle enseñado a nadar no me quedaba nada que ofrecerle. Entonces me di cuenta de que podía ayudarlo a hacerse amigo de los demás. En muchos aspectos, Piteas se parecía más a los patrones que a nosotros. A veces daba la sensación de que las cosas que divertían a los demás, él se limitaba a tolerarlas y por eso algunos lo consideraban arrogante. A menudo, cuando te sumergías con él en una conversación resultaba fascinante, pero a veces le costaba llegar hasta ese punto, como si no supiera cómo empezar. Yo, sin embargo, manejaba ambas facetas: me encantaba charlar en serio, pero a veces también podía ser infantil y divertirme. Tenía conversaciones reales con mis mejores amigos y podía servir de puente entre ellos y Piteas para que él también pudiese participar de ellas. Así fue como lo ayudé a ampliar el círculo de personas con las que podía compartir parte de sus pensamientos. A veces buscaba otras maneras de ayudarlo. Igual que pensaba en dar mi vida por la ciudad, me imaginaba haciéndolo por Piteas: si necesitase un riñón, un pulmón o incluso mi corazón, me habría ofrecido gustosa al escalpelo.

De entre mis amistades, el único que se negó a aceptar a Piteas fue Cebes, que seguía viéndolo como un arrogante y un servil ante los patrones, cuando, en realidad, Piteas era cualquier cosa menos servil. Trataba a los patrones como iguales e incluso como inferiores, pero siempre con cortesía y consideración, aunque ellos no nos la concedieran a nosotros. Cebes seguía despreciando tanto a los patrones como a la ciudad y todo lo relacionado con ella. Se burlaba de ellos cuando no lo oían. Avivaba el fuego de su odio contra viento y marea. Al principio, incluso intentó huir una o dos veces, solo para descubrir que estábamos en una isla de unos treinta kilómetros de diámetro y que no se divisaba ninguna otra desde la costa. Al igual que todos los demás fugitivos, lo habían encontrado y traído de vuelta, y desde entonces, le habían dado charlas sobre los beneficios de quedarse. Cebes aparentaba haberlo aceptado, pero en realidad no era así: solo esperaba hasta convertirse en hombre y poder convencer a otros para robar uno de los dos barcos de la ciudad, la Bondad y la Excelencia.

—¿Qué harías con él? —le pregunté.

—Antes o después tendrán que enseñarnos a navegar con ellos. Llegaríamos a alguna parte, bien a una civilización donde podríamos vivir en libertad o bien a una isla desierta donde fundar nuestra propia ciudad.

—¿Y qué ciudad podría ser mejor que esta?

—Una libre, Lucía, donde pudiéramos usar nuestros propios nombres y donde no se nos obligase a ajustarnos a los moldes de otros.

A mí me gustaba el molde que me habían hecho, pero Cebes no se resignaba a aceptar indicaciones de nadie. Tenía una fíbula de plata por su destreza en la lucha, pero en privado se burlaba de ella.

La mera existencia de Piteas lo ofendía: por cómo encajaba en la ciudad, porque hablaba con respeto a los patrones y porque era amigo mío. Cebes no podía luchar legítimamente con él porque le sacaba una cabeza de estatura, pero siempre decía que si peleasen intentaría romperle la nariz. Creo que aquella simple antipatía había devenido en celos de manera casi imperceptible. Yo tenía quince años y Piteas catorce, porque me había dicho que de verdad tenía diez cuando lo compraron. No sé cuántos tenía Cebes en realidad: dieciséis, creo que incluso diecisiete. Tal vez también encontrase atractivo a Piteas y no quería reconocer que le gustase algo de la ciudad. O tal vez estaba celoso de mis atenciones hacia él. En una ocasión en que yo dibujaba un boceto de Piteas a carboncillo, se me acercó por detrás, me lo arrebató y lo rompió en pedazos. Antes de empezar a tratar a Piteas, Cebes era el único chico al que consideraba mi amigo íntimo.

No me gustaba la idea de que Cebes pudiera pensar que era de su propiedad. Tampoco me quedaba despierta en la cama imaginando situaciones en las que tuviera que sacrificar mi vida para salvar la suya. Pero me caía bien. Y, aunque adoraba aquella ciudad, Cebes me permitía sentir que era libre, que la elegía libremente por encima de su idea de libertad. Mi amigo me ofrecía una alternativa, aunque yo la rechazase. Nunca di parte de sus comentarios a los patrones ni a Andrómeda, aunque sabía que debería haberlo hecho. Me decía que no hacía ningún mal, que incluso era posible que le hiciera bien hablar, y que, si llegaba hasta el punto de estar preparado para robar un barco, podría dar parte entonces… o dejarlo ir. ¿Por qué no? En realidad, la ciudad no necesitaba dos barcos, ¿y de qué nos servían las mentes reacias?

Durante el otoño del Año Cuarto celebramos los grandes juegos de Artemisa, en los que había carreras pedestres y de natación para las chicas, y caza. La caza iba primero, de manera que las víctimas podían ofrecerse en sacrificio y comerse durante las festividades. Salíamos a cazar por casas nutricias, los setenta juntos, con nuestros patrones. Florentia y Delfos, que hacíamos casi todo lo deportivo juntos, nos dividimos en dos grupos más o menos iguales. Yo fui con Ficino. No llegamos ni a acercarnos a una sola bestia, pero lo pasamos de maravilla por las colinas. Maya iba caminando con los demás, pero Ficino iba a caballo. Llevábamos redes y lanzas y arcos sujetos a otro caballo. Yo le lancé una flecha a un pato, pero fallé. Paramos junto a un arroyo, donde comimos las raciones que habíamos traído: manzanas y frutos secos y queso. A Laódice le picó una abeja y conseguimos encontrar la colmena y llevarnos la miel natural a costa de unos cuantos aguijonazos más. Ficino consideró que la miel era una ofrenda digna de Artemisa y declaró que la cacería se había acabado.

La cacería del otro grupo fue, se mire por donde se mire, más dramática. Encontraron un jabalí en un bosquecillo y se enfrentaron a él con lanzas y redes. Los relatos de lo que ocurrió después difieren. Axiotea se negó a hablar de ello. Ático me contó que Piteas se había comportado con un valor ejemplar que había salvado varias vidas. Lo único que dijo Piteas fue que había hecho lo que cualquier otro en su lugar. Clímene insistía en que había sido una cobarde y que no podría volver a mirar a nadie más a la cara. Intentando desentrañar aquello, y tras oír las versiones del resto de los presentes, parece que Clímene había huido, dejando a Axiotea a merced del jabalí, y que Piteas se había interpuesto de un salto, haciendo huir al jabalí con su lanza, al más típico estilo de los poetas. Hasta aquí todo bien. Pero luego, Piteas le había dicho algo a Clímene que ella no podía perdonar y ambos se negaban a decirme qué había sido.

La abordé estando a solas en las fuentes de aseo, poco después de amanecer a la mañana siguiente.

—¿Te llamó cobarde?

—No. Bueno, sí. Pero soy una cobarde, ahora lo entiendo.

—A cualquiera le puede invadir el pánico en un momento así, con un jabalí cargando hacia ti —dije, mientras me enjabonaba para evitar mirarla a los ojos.

—Cualquiera que tenga hierro en las venas —dijo Clímene—. Pero no. Si alguien me llama cobarde con corazón de esclava no haría más que darle la razón: se me puso a prueba y huí.

—Nunca he estado en una situación como esa, bien podría haber hecho lo mismo.

—¿Tú? Tú siempre eres temible. —Negó con la cabeza—. No habrías huido jamás. Esa es una de las cosas que tanto me enfada.

—¿Entonces qué dijo? —Me moría por saberlo.

—Lo odiarías si lo supieras y no quiero dañar vuestra amistad. Sé que le tienes mucho cariño.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Ciudad Justa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Ciudad Justa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Ciudad Justa»

Обсуждение, отзывы о книге «La Ciudad Justa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x