CIUDADANO DE UN SUEÑO SIN RETORNO
Autor: Alejandro Iriarte Waltonaleiriartew@gmail.com Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago-Chile. Fonos: 56-224153230, 56-224153208. www.editorialforja.clinfo@editorialforja.cl Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Primera edición: enero, 2020 Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.
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Registro de Propiedad Intelectual: N° 308407
ISBN: Nº 978-956-338-452-9
eISBN: Nº 9789563384673
Este libro está dedicado a
todos mis familiares y amigos,
con quienes luchamos en esos años de pasión y horror.
Que la unidad del pueblo vuelva a resurgir
en nuestro bendito y maravilloso país.
Es probable que muchos de los lectores de Ciudadano de un sueño sin retorno no estén de acuerdo con las decisiones que tomó Rogelio Burgos, su protagonista, ni lo justifiquen; sin embargo, el libro les servirá para conocer los antecedentes históricos que dieron lugar a la situación política en que se desarrollan los acontecimientos.
La violencia se tomó nuestro país y pasamos de un período de inestabilidad que nos podría haber conducido a una cruenta guerra civil, a una dictadura militar siniestra con persecuciones nunca antes vistas, en donde desde el aparato del Estado se perseguía, torturaba, exiliaba, relegaba y encarcelaba sin tener que dar a conocer el paradero. Se asesinaba tanto dentro como fuera del país. Había un órgano represor institucionalizado que estaba al mando del dictador que se había autodesignado presidente de la República.
En el período más duro de la represión, existió la Dirección de Inteligencia Nacional, más conocida como la Dina, entre 1973 y agosto de 1977, bajo la dirección de Manuel Contreras Sepúlveda, un oficial del Ejército de Chile de absoluta confianza de Augusto Pinochet. Fue responsable de numerosos casos de violaciones a los derechos humanos entre los que se cuentan asesinatos, secuestros, violaciones y tortura de personas. En su período más poderoso llegó a tener 1500 agentes.
A los miles de casos de violaciones a los derechos humanos en Chile, tenemos que agregar el asesinato en Buenos Aires del excomandante en jefe del Ejército de Chile, el general Carlos Prats González y su esposa, Sofía Cuthbert, hecho ocurrido el 30 de septiembre de 1974. Este atentado, el primero efectuado por organismos represores chilenos en otro país, se entiende por el odio que acumuló Carlos Prats surgido en la plana mayor del Ejército, al haber aceptado dos cargos de ministro en la administración de Salvador Allende y haber puesto a las Fuerzas Armadas al servicio de ese gobierno popular.
El agente norteamericano Michael Townley, ayudado por una célula de la DINA, compuesta por seis miembros que operaban en Buenos Aires con un gran arsenal, el viernes 28 de septiembre de 1974 se introdujo en el garaje de Carlos Prats y colocó un aparato explosivo bajo la caja de velocidades de su Fiat 125. Después de salir el día sábado, los esposos volvieron a su residencia en la calle Malabia del barrio de Palermo a las 00:50 horas del domingo 30 de septiembre. Al detenerse frente a su edificio los estaba esperando Michael Townley, quien hizo explotar la bomba por medio de un control remoto muy sofisticado, lo que les provocó el deceso en forma instantánea. La prensa nacional informó que había muerto un excomandante en jefe del Ejército de Chile, que había estado al servicio del marxismo.
Al año siguiente ocurrió el atentado que sufrió el exvicepresidente de la República, Bernardo Leighton Guzmán, y su señora Anita Fresno Larraín, en la ciudad de Roma, el lunes 6 de octubre de 1975, agresión que los dejó con secuelas para toda la vida. Con el fin de ejecutar este atentado en Europa, la DINA reclutó al terrorista italiano Stefano Delle Chiaie, a quien le pagó U$ 70.000. Bernardo Leighton era el máximo líder de los que firmaron la conocida “Carta de los trece”, en la que dirigentes políticos de la Democracia Cristiana declararon:
Hoy, jueves 13 de septiembre, los abajo firmantes, dejando constancia de que esta es la primera ocasión en que podemos reunirnos para concordar nuestros criterios y explicar nuestra posición política, después de consumado el golpe militar de anteayer, venimos en declarar:
1.-Condenamos categóricamente el derrocamiento del presidente constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo gobierno –por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido– fuimos invariablemente opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la autoridad constitucional.
Tiempo después lo invitaron a dar unas charlas en Europa. Al conocerse las agudas críticas que dirigió a la junta militar y al golpe de Estado, el gobierno le prohibió la entrada al país, y se transformó en uno de los miles y miles de exiliados del régimen de facto. Se recluyó con su esposa en Roma donde le ofrecieron ayuda, vivía a unas pocas cuadras del Vaticano. Desde allí comenzó a reunir a todos los chilenos de la diáspora política más moderada, contraria a la dictadura castrense. El Hermano Bernardo, como lo llamaban, tenía un peso ético y político enorme.
Su cercanía infinita a la fe en Dios lo salvó de la muerte, a pesar de todos los disparos que recibieron él y su señora Anita; fue un milagro increíble. Sin embargo, ella quedó parapléjica para siempre y a él nunca le pudieron sacar una bala que quedó alojada en su cerebro.
Al año siguiente, el 21 de septiembre de 1976, en Washington DC, se cometió el asesinato del exministro de Defensa y embajador de Chile en EEUU, Orlando Letelier del Solar, y su ayudante Ronni Moffitt. Letelier fue el primer funcionario de alto rango detenido para el golpe de Estado. Lo llevaron al Regimiento Tacna y luego a la Escuela Militar donde fue salvajemente torturado. Desde allí lo trasladaron a la Isla Dawson por ocho meses y, después de esa horrible experiencia, lo condujeron al campamento de detenidos de Ritoque, comuna de Quintero. Como era ampliamente conocido en el extranjero, hubo una fuerte presión internacional para lograr su liberación, la que se consiguió a fines de 1974. Entonces viajó a Venezuela a reunirse con su familia, pero pronto lo llamó el famoso escritor Saul Landau desde Washington, lugar donde finalmente Letelier fijó residencia.
Lo nombraron director del Transnational Institute y de esa forma comenzó a transformarse en la voz más destacada de la oposición chilena. Logró que no se realizaran los préstamos de Europa y Estados Unidos que había pedido el régimen golpista para restaurar la economía. Este boicot provocó que la dictadura le quitara la nacionalidad chilena, el 10 de septiembre de 1976. Orlando Letelier frente a ese hecho respondió: “Se me ha privado de mi dignidad de chileno, pero yo quiero que ustedes sepan que soy chileno, nací chileno y moriré chileno. Ellos, los fascistas, nacieron traidores, viven como traidores y serán recordados siempre como fascistas traidores”.
A los 11 días, el 21 de septiembre de 1976, alrededor de las nueve de la mañana, Orlando Letelier fue asesinado mediante una bomba instalada en su automóvil, la cual fue activada por control remoto mientras se desplazaba por la avenida Massachussetts de Washington. En el atentado también falleció su ayudante Ronni Moffitt y quedó herido su marido Michael Moffitt, quien iba en el asiento trasero. El cuerpo de Orlando Letelier fue sepultado en Venezuela y recién en el año 1994 pudo ser repatriado a Chile por su familia.
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