CAPÍTULO 13
Y aquí van las obras de SIPACUA el primer hijo de VUCUB-CAQUIX.
Yo soy el hacedor de los montes, dice SIPACUA, y este SIPACUA se estaba bañando en un río que pasaron los cuatrocientos muchachos que llevaban arrastrando un palo para pilar de su casa cuatrocientos de montón, y cortaron un gran palo para madre de su casa de paja, y cuando vio esto SIPACUA, fue donde estaban los cuatrocientos muchachos, y les preguntó:
¿y qué es lo que hacéis, muchachos?
Este palo, respondieron, que no lo podemos levantar.
¡Levantadlo! dijo SIPACUA: lo llevaré yo.
¿Y adónde ha de ir, de qué sirve, o para qué lo habéis cortado? Para madre de nuestra casa, respondieron ellos.
Está bien, dijo SIPACUA, y tirando de él, lo cargó, y lo llevó hasta la puerta de la casa de los cuatrocientos muchachos.
Y entonces ellos le dijeron: quédate con nosotros;¿tienes madre o padre? No tengo, respondió SIPACUA. Mañana, dijeron los cuatrocientos muchachos volveremos a traer otro palo para pilar de nuestra casa, en hora buena, dijo SIPACUA, Y entraron ellos en consejo, los cuatrocientos, y dijeron:
¿Qué haremos con este muchacho, matémoslo porque no es bueno esto que hace, él solo levantó el palo: lo que haremos será: haremos un gran hoyo y allí lo arrojaremos abajo en el hoyo, le diremos: anda a sacar tierra de aquel hoyo, y cuando él está inclinado en el hoyo, le echaremos un palo grande y allí morirá en el hoyo.
Y luego hicieron un gran hoyo muy hondo; entonces llamaron a SIPACUA, y le dijeron: nosotros somos tus queridos, andad y cavad otro poco en el hoyo, porque no alcanzamos.
Está bien, dijo él, y bajó el hoyo.
Cava bien, le dijeron, hasta que lo hagas muy profundo.
Está bien, dijo él, y entonces empezó a cavar; pero el hoyo que hizo, fue para librarse, porque supo que lo querían matar, y cavó un hoyo de lado, un brazo hizo de hoyo en donde se libró. ¿Ya está cavado, ya ahondado? Le dijeron los muchachos. Aún estoy cavando, yo os avisaré y llamaré, cuando esté cavado el hoyo, dijo allá abajo SIPACUA en el hoyo; empero, no cavaba el asiento del hoyo para su entierro, sino un hoyo en que librarse.
Y después llamó de allá abajo SIPACUA
(pero ya estaba escapado cuando llamó) venir, tomad la tierra que está cavada en el asiento del hoyo, porque ya de verdad he ahondado mucho: no oís mi voz, y yo oigo el eco, y oigo vuestra voz, aunque estoy en un hoyo de dos vueltas, dijo SIPACUA en su hoyo, y allí estaba agachado y gritaba a menudo, y entonces los muchachos arrastraron el palo,
y lo arrojaron con estruendo abajo en el hoyo, y dijeron: callen todos, nadie hable, sino oigamos cuando grite, y ellos hablaron en secreto entre sí y entonces arrojaron el palo en el hoyo, y cuando dio una voz, cayó el palo, y entonces se alegraron y dijeron:
¡Oh qué buena que es lo que hemos hecho. Ya murió, y si hubiera vivido, nos hubiera hecho mucho mal, porque se había ya metido entre nosotros los cuatrocientos muchachos,
y dijeron alegrándose:
ahora lo que haremos será, en estos tres días hacer nuestra chicha, y a los tres días beberemos nosotros los cuatrocientos muchachos nuestra chicha, mañana veremos, y pasado mañana veremos, si vienen acaso las hormigas en la tierra cuando hieda y se pudra, y entonces se sentará nuestro corazón, y beberemos sin cuidado, dijeron.
Y SIPACUA lo oía todo en el hoyo, cuando hablaron los muchachos, y luego al segundo día salieron un montón de hormigas, y andaban y abundaban y llegaron debajo del palo, y unas traían pelos o traían uñas de SIPACUA, y cuando lo vieron los muchachos, dijeron: ya pereció aquel demonio, mirad las hormigas, vinieron y se juntaron y traen todas pelos y uñas; ¡mirad lo que hemos hecho!
Y SIPACUA estaba vivo, y él se cortó las uñas y los cabellos de su cabeza, y con la boca se cortó las uñas y se las daba a las hormigas; y así pensaron que había muerto los cuatrocientos muchachos, y al tercero día empezó la bebida, y se emborracharon los muchachos, y estando todos borrachos los cuatrocientos muchachos, y no sentían, luego fue derribado el rancho sobre sus cabezas por SIPACUA, y todos fueron aporreados, y ni uno, ni dos, escaparon de los cuatrocientos muchachos; fueron muertos por SIPACUA hijo de VUCUB-CAQUIX;
y así fueron las muertes de los cuatrocientos muchachos, y así se dijo que estos entraron en lugar de las siete cabrillas en el cielo que se laman «MOTZ», esto es un montón, porque montón fueron muertos. Y esto quizás será mentira.
DÉCIMO TERCERA REVELACIÓN
Según me encomendó mi Carmencita, hago recuerdo aquí, que esta parte del POPOL VUH se remonta a un recuerdo ancestral que habría de ubicarse en una tribu de sabios euroasiáticos, o cuando menos ubicables en la cordillera del Himalaya.
Este grupo viajaría durante una de las primeras heladas mundiales y pasaría al doble continente americano, bajando hasta quedarse a vivir en la actual Mesoamérica.
Estas leyendas, por lo tanto, fueron el sentido mesiánico que profetiza la durabilidad de esta tribu o grupo de sabios, aunque por otro lado y al mismo tiempo contiene valoraciones morales que están relatadas de manera mítica y mágica.
La figura de cuatrocientos muchachos proviene de una fórmula mágica y mítica de contar: comienza con la idea del 1 (unidad), luego del 2 (adición) y del 3 (acumulación). Se interrumpe el hilo de esta lógica de calcular, y en vez de continuar con el 4, prefiere el cuatrocientos, el cual es un concepto mítico que significa «muchos» (1 - 2 - 3 - muchos).
Al disponer el relato que hay un diálogo del hijo de VUCUB-CAQUIX con estos cuatrocientos muchachos, notamos una asimetría de personajes dialogando:
SIPACUA por un lado, y los cuatrocientos muchachos (colectivo) al otro lado.
Esto quiere decirnos que por «cuatrocientos muchachos» debemos entender hoy en día «la juventud».
La juventud es una entidad aquí en este relato.
Después viene la explicación mítica de la casa de paja y una viga madre que la sostiene, lo cual hemos de entender como «la casa del común», es decir, la identidad.
De aquí en adelante y a partir de esta revelación 13, se insinúa una multitud de personas que, por virtud de conocer esta revelación de mi Carmencita, pasa a ser el pueblo heredero de aquella tribu de sabios que salió de las montañas del Himalaya (los mesoamericanos espirituales en el tercer milenio).
El relato contiene la advertencia de que aquel pueblo de sabios ha de enfrentarse en todos los tiempos contra la audacia de los descendientes de VUCUB-CAQUIX, aquí en la figura de su primogénito SIPACUA.
Estos descendientes de VUCUB-CAQUIX tienen poderes mágicos y pueden aliarse con la naturaleza, como lo deja ver el caso de las hormigas.
La juventud de entonces ha quedado fija en el firmamento, en la constelación de las Siete Cabritas y en la Vía Láctea, que el chamanismo mesoamericano usa como herramientas didácticas.
Resumiendo, en términos actuales y con proyección hacia el futuro, este capítulo 13 se interpreta como una leyenda oral que debe ser contada de memoria, pasando de una generación a la siguiente, para no olvidar el origen de los sabios viejos que se quedaron, como una burbuja demográfica, a vivir en el actual territorio mesoamericano y que vivieron en la prehistoria a partir de su sabiduría puesta al servicio de las otras tribus con las que compartían el territorio.
Vivían, pues, del culto y de la asesoría.
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