Estos relatos están coloreados por las conversaciones entre los testigos, que confrontan sus recuerdos, y numerosos documentos absolutamente apasionantes ilustran esas historias, en particular las cartas de la época, que todos guardaron con piedad.
Claire tiene un poco más de 14 años en 1941, cuando el 20 de agosto, en la redada del distrito XI de París, su padre Harry y su hermano Nathan son arrestados. Como la familia había logrado emigrar a Chile en 1926, de donde se había ido en 1927, el cónsul chileno en Berlín logra que Harry y Nathan sean liberados. La familia consigue entonces pasar a España y, de allí, a América del Sur en marzo 1942, para radicarse en Argentina en 1944.
Mariette desembarcó legalmente en Argentina en octubre 1941 en plena guerra, con sus padres Arnold y Renée y su hermano Charlie. La familia se había refugiado en Annonay, en la región de Ardèche, y había obtenido del Consulado argentino en Marsella cuatro visas que resultaron ser falsas. Mariette se casó con un militar, se integró perfectamente a la sociedad argentina tradicional y se reencontró con sus raíces judías recién a sus 70 años de edad.
Nicolás nació en el estado de Baden, Alemania; tiene 14 años en 1938, cuando sus padres Karl y Olga consiguen enviarlo como pupilo a un colegio en Montbéliard. En 1940, ambos son detenidos y expulsados a Francia. Nicolás parte a reunirse con ellos en el campo de Rivesaltes, donde acaba de morir una de sus dos abuelas; la otra había fallecido unas semanas antes, en el campo de Gurs. Nicolás será deportado junto con su padre y su madre. Karl Rosenthal, médico, salvará a numerosos prisioneros pero morirá de tifus; Olga será gaseada. Él conocerá varios campos antes de ser liberado. Se casa en Estrasburgo con una sobreviviente de Auschwitz y llegan a Argentina en 1952.
Elsa también fue deportada. Nacida en Bielorrusia, tiene 20 años en 1943; su madre y su hermana fueron deportadas desde Bélgica, donde Elsa se une a una red de salvataje de niños, a quienes hace pasar a Suiza vía la región de Jura. Arrestada en Belfort, es deportada de Drancy en enero de 1944. Sobrevive a las “marchas de la muerte” y, de toda su gran familia, sólo se reencuentra con su hermana menor, a quien había logrado hacer pasar a Suiza, y con una tía. Con esta última viaja a Argentina, mientras que su hermana hace aliá.5
Leer los nueve relatos es también viajar por la Francia de la Ocupación, gracias a esa máquina de remontar el tiempo que es la veracidad de los testigos y al talento de quien recoge los testimonios y les da forma, captando y preservando la personalidad de cada uno. La calidad literaria de este volumen es tan excepcional como su interés histórico. Es uno de los mejores libros de nuestra colección y de los más enriquecedores para el lector.
1El nombre del grupo se puso parafraseando el título de la canción de Charles Trénet “France, douce France de notre enfance”, agregándole puntos suspensivos y signos de interrogación para dar cuenta no sólo del amor y de la nostalgia de cada miembro del grupo hacia Francia, sino también de la incomprensión y el dolor de haber sido discriminados y perseguidos por parte de su población.
2Charles Papiernik, Une école du bâtiment à Auschwitz (le 43422 raconte), dibujos de Shelomo Selinger, prefacio de Émile Papiernik, posfacio de Henry Bulawko, París, Éd. Caractères, 1993.
3Creada en 1979.
4La redada del Velódromo de Invierno, decidida por las autoridades alemanas bajo el nombre de código “Viento primaveral”, es efectuada por la policía francesa, que proporciona el listado de los judíos de la capital confeccionado en octubre de 1940. Las órdenes del director de la policía municipal, Émile Hennequin, estipulan que las detenciones debían hacerse “con la máxima rapidez, sin palabras inútiles y sin ningún comentario”. La redada se lleva a cabo el 16 y 17 de julio de 1942 y apunta a los judíos extranjeros y apátridas de la región parisina: se arresta a 13.152 personas, entre ellas, 4.115 niños; 4.992 personas son internadas en el campo de tránsito de Drancy (hoy Seine-Saint-Denis); 8.160 personas (1.129 hombres, 2.916 mujeres y 4.115 niños) son encerradas en el Velódromo de Invierno (hoy destruido), sobre la rue Nélaton, en el barrio de Grenelle, distrito XV de París, en condiciones inhumanas. No se previó nada: ni comida, ni colchones, ni sanitarios, ni agua. Luego de seis días, las personas son distribuidas entre los campos de Drancy, Pithiviers (Loiret) y Beaune-la-Rolande (Loiret), antes de ser deportadas principalmente al campo de exterminio de Auschwitz (Alta Silesia, Polonia). Las autoridades francesas incluyeron a los niños con el fin de compensar el magro resultado de la redada, que inicialmente debía afectar a 22.000 personas. [N. del RC.]
5Inmigración a Israel.
A nuestros nietos.
Que el libre albedrío y el espíritu crítico guíen vuestro presente y vuestro futuro.
Que la armonía y el entendimiento entre los pueblos haga del mundo que los espera un mundo de paz, ¡más humano que el nuestro!
Los treinta miembros de “Francia… ¿dulce Francia de nuestra infancia?”.
Advertencia al lector. Las notas al pie son de Hélène Gutkowski, salvo mención contraria: [N. de la T.] para nota de la traductora; [N. de KH.] para nota de la historiadora Katy Hazan; [N. de SK.] para nota de Serge Klarsfeld; [N. del RC.] para nota del responsable de la colección, de la Fondation pour la Mémoire de la Shoah, Paris. La edición, las biografías cronológicas, la paginación y el procesamiento de las ilustraciones también fueron realizados por este último.
Introducción
Por Hélène Gutkowski
La historia de la Shoá también se cuenta en Argentina...
Treinta memorias entrelazadas
En los dos volúmenes que componen este libro, treinta memorias se entrelazan para pintar, bajo prácticamente todas sus facetas, el siniestro fresco de lo que vivieron los judíos de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Somos treinta sobrevivientes que, desde la lejana Argentina donde nos hemos establecido después de la guerra o durante ella (siete de nosotros), hemos asumido el compromiso, no sin temor ni vacilación, de volver juntos a nuestro pasado. Este es un trabajo colectivo de memoria en el cual los recuerdos de uno interpelan las vivencias de los demás, donde una reminiscencia despierta otra y donde refutaciones y confirmaciones se suceden y permiten que cada uno de nosotros atestigüe acerca de lo que fueron nuestros años de infancia o de juventud en la Francia ocupada.
¿Treinta nuevos testimonios? ¿Acaso no basta con lo ya recabado? ¿Acaso no se han producido suficientes películas, escrito suficientes ensayos y tesis, análisis históricos e incluso poemas sobre este inconcebible descarrío de la humanidad que fue la Shoá?
¿Por qué un nuevo libro?
En primer lugar, porque pronto ya no será posible recurrir a las fuentes primeras. El tiempo se acorta de manera inexorable. Nosotros, los treinta miembros del grupo “Francia… ¿dulce Francia de nuestra infancia?”1 nacimos entre 1910 y 1942, lo cual nos sitúa entre las últimas personas que pueden narrar la guerra en primera persona.
En segundo lugar, porque este libro ha sido pensado y escrito desde un ángulo particular; a saber, la Argentina, el país que nos acogió después de la guerra, un país ubicado lejos del teatro de las hostilidades y que se proclamó neutro hasta el día anterior a la rendición alemana…, aunque cabría detenerse sobre las nociones de “acoger” y “neutro”, dos términos un tanto ambiguos dentro del contexto argentino de aquel entonces.
La Shoá: millones de víctimas, algo nunca visto, algo inconcebible, lo inenarrable… ¿Cómo contar lo que nadie estaba preparado para creer? La mayoría de los sobrevivientes debió esperar decenas de años para juntar coraje, hacer caso omiso a la incredulidad de los bienpensantes y animarse a traer al presente esa vida fuera de la vida en la cual el nazismo los había sumido, para atreverse a hablar de la errancia, las pérdidas irreparables, las delaciones, el hambre y la falta de higiene, el deterioro —tanto físico como moral— al que una parte de la humanidad los había reducido. ¡Mis amigos-testigos y yo debimos esperar sesenta y tres años para aceptar dar testimonio! Y acaso jamás habríamos tenido la ocasión ni la disposición para volver sobre nuestro pasado si primero no se hubiera creado la asociación Generaciones de la Shoá en Argentina y, antes de ella, el grupo Los Niños Escondidos.
Читать дальше